Gritos que se convierten en tazas, sushi a cambio de sangre, vestidos a prueba de bombas… así es la muestra de Alicia Framis.
Al revés de lo que sucede en otros museos, donde lo prohibido es tocar las obras expuestas, en la nueva muestra que presentó este sábado el Musac leonés, la consigna es otra: tocarlo todo e interactuar con las piezas de la manera más intensa posible. Así, una máquina convierte los gritos del visitante en tazas de formato único (como única es también cada voz humana) gracias a la magia de la impresión 3D, la donación voluntaria de sangre recompensa al solidario donante con un plato de delicioso sushi, y una serie de vestidos a prueba de balas y colmillos perrunos están colgados de sus perchas a la espera de que alguien decida probarse tan elegante —y segura— indumentaria.
Se trata de Framis in Progress, la exposición que repasa los veinte años de trayectoria creativa de la siempre sorprendente y amante de los retos Alicia Framis (Barcelona, 1967), artista que ayer se encargó de hablar de su retrospectiva junto al director del Musac, Manuel Olveira, y al director de Políticas Culturales de la Junta, José Ramón Alonso. Olveira recordó que la exhibición gira en torno a tres temas principales: «Un primer bloque de arquitectura social, en el que Framis ofrece sus propias soluciones a los problemas que plantea el tipo de vida actual» —también interactiva, dado que cualquier persona interesada en sus imaginativas propuestas puede imprimir los planos y llevárselos a casa—, «otro llamado Fashion & Demostration, donde el lenguaje de la moda es empleado para denunciar hechos como la violencia ejercida contra la mujer, el comercio infantil o determinadas condiciones de vida en China», y por último, un tercero «centrado en los deseos» —aquí Framis abre al público un gran panel donde cada uno puede escribir los propios deseos con tinta invisible, entre otros desahogos, como enviar cartas al cielo—.
Los intervinientes hicieron hincapié en lo participativo de la exposición y del nutrido calendario de performances que la acompañan —para otra, Framis ha ‘reclutado’ a cinco parejas de gemelos leoneses con objeto de que acompañen a las personas que acudan solas a la muestra—. La creadora barcelonesa relexionó sobre sus propias motivaciones y dijo que busca combatir la idea «de que el arte es algo sagrado y hermético», por lo que creó estas obras «pensando en mí misma como estudiante, en qué me gustaría a mí ver de Alicia Framis». Además, recordó su muy especial relación con el Musac, por ejemplo su máquina de sangre por sushi fue mostrada (y adquirida) por el museo en 2006.
Apasionada, divertida, convencida de que a la gente le va a «encantar» la muestra, Framis paseó a continuación por las salas — para explicar a los medios de comunicación más detalles de la misma. Así, la artista que ganó el Premio Roma por reunir en una plaza holandesa a 175 castellers habló de la larga serie de cascos sobre la que planea la lista de presos de Guantánamo (en esta acción cuenta con la colaboración del artista leonés Eduardo Fandiño), y de unos diseños muy peculiares con los que el hombre de hoy en día puede trasportar a su bebé y a la vez ir a trabajar a la última moda, y otros en los que alumnos de moda de León y Burgos convierten en vestidos femeninos la bandera de la República Popular China.
La sorpresa, lo inesperado, la denuncia agazapada bajo la vistosidad o el asombro… son rasgos de esta colección de piezas, performances y audiovisuales comisariada por Mirjam Westen y que podrá contemplarse hasta el próximo 1 de junio en las salas 2 y 3 del Musac.
Fuente: El Diario de León