Revista Cocina

Alimentari y su comida “italiana” de pachuca

Por Aaron Gelabert

Entramos, nos sentamos, se aproximó el mesero y nos dio las cartas, nos preguntó qué bebidas tomaríamos, se las ordenamos, se fue, volvió, nos sirvió las bebidas y nos tomó la orden.

ALIMENTARI Y SU COMIDA “ITALIANA” DE PACHUCA

A lo largo de los siguientes 50 minutos lo vimos jugar y vacilar con otros meseros, echar relajo, carcajearse, bromear con sus compañeros, levantar la pierna como si fuera a patear al del bar y hacer mil dengues cual niño de siete años en el recreo de segundo de primaria. Alguna neurona de su cerebro habrá comenzado a funcionar en términos de hostelería y le habrá hecho recordar que ni siquiera nos había llevado el usual pan en la canastilla que se pone en la mesa al recibir a los comensales. Fue notoria en su cara la expresión de que lo había olvidado, quizá las miradas inquisitivas de nosotros se lo recordaron. Corrió a la barra del bar, tomó una canastilla con algunos panes, atravesó el restaurante y fue hasta la otra ala, volviendo con la misma canastilla en donde había ya acomodado los panes que le faltaban a la que, medio vacía, seguramente había sido dejada así por algunos comensales anteriores. El resultado fue, lógicamente, chambón: En una de las partes de nuestra canastilla había un bread stick mordido en uno de sus extremos.

Detalles todos imperdonables en un

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restaurante que desea ostentarse como el mejor de Pachuca (Pachuca de Soto, Hidalgo, México). Y es que -como dicen- la fuerza de la cadena es igual a la de su más débil eslabón, y en este caso, el más débil eslabón de Alimentari, fue ese mesero que a las 7:10 de la noche del Día de las Madres, decidió tomar el piso como centro de pachanga y diversiones y se olvidó de que él estaba ahí para dar el mejor de los servicios a los clientes que llegaran.

Su enésimo error (después de la tardanza en llevar el pan, llevarlo en una canastilla con

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pan de una mesa previa, con un palo de pan mordido por clientes anteriores, etc., etc., etc.), fue  a la hora de entregarnos los primeros platillos, una hora y veinte minutos después de que hubimos ordenado. Ahí, me colocó campechanamente en el centro de la mesa, frente a mí, un plato de Fettuccine Alfredo.

-Joven  -le dije-  yo le pedí “Spaghetti Alfredo”, no fettuccine.

-Es que… -titubeó brevemente- nosotros servimos con la salsa Alfredo únicamente fettuccine, no spaghetti.

-Usted nos preguntó en cada caso qué tipo de pasta queríamos en nuestro platillo -le recordé-, mi hija mayor le pidió “Linguini Cuatro Quesos”, ésa fue la pasta que ella escogió, y yo muy claramente le dije “Spaghetti Alfredo”, pues yo quería mi salsa Alfredo con spaghetti no con fettuc…

-Es que con esa salsa los spaghetti no van bien, pues…                                               

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-Sí, sí, ya sé -ahora fui yo el que lo interrumpió- toda esa cantilena que acostumbran en los restaurantes italianos, de que la salsa “se adhiere mejor a los fettuccine…”, pero yo expresamente le pedí spaghetti, cuando usted nos preguntó con qué tipo de pasta queríamos nuestros platillos…

-Es que con la salsa Alfredo sólo hacemos fettuccine, no spaghetti.

-Entonces  -le pregunté alterado- por qué me dió usted la opción de pedir el tipo de pasta que yo quisiera???

Ahí el mesero ya no supo qué decir, en silencio miraba alternadamente mi cara y el

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platillo… retomé la palabra:

-Si ustedes sólo preparan Fettuccine Alfredo, número 1: Para qué me da la opción de pedir el platillo con otra pasta?, y número 2: Por qué cuando yo le pedí un Spaghetti Alfredo, usted no me hizo la aclaración que ahora, tardíamente, me quiere sambutir?

Una vez más no supo qué decir y yo le pedí que se llevara su plato, porque eso no era lo que yo había pedido. Quizá, si no lo hubiera yo visto pachangueando por el restaurante en vez de trabajar con formalidad, durante toda ésa casi una hora en que olvidó llevarnos la canastilla de pan, me habría disgustado menos su error.

Todo eso, aunado a la excesiva tardanza para entregar no sólo las primeras entradas,

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sino también los platos principales (en este restaurante no entienden el concepto comida en familia, en grupo, simultánea, los platos van llegando, cuando más, de dos en dos, y las otras personas en la mesa… a ver comer a los afortunados!); el hecho de que su Cazuela de Mariscos al Ajillo sea realmente un caldo de mariscos excesivamente acuoso y picante, de que su pizza (medianita) de $200.00 pesos sea la más desastrosa que he probado en mucho tiempo, tanto en su masa quebradiza, como en su peperoni salami barato y excesivo (un restaurante que pretende ser gourmet, lo menos que debería hacer sería comprar una buena salsiccia napoletana piccante, y no ponerla sobre la pizza como si fuese una cubierta continua de embutido), y en su queso de quinta; de que su chuletón ordenado término medio haya sido llevado prácticamente bien cocido, y de que no tienen ni idea de cómo hacer una buena salsa Alfredo, hacen que Police Gourmet les dé a los dueños y empleados de Alimentari, la calificación que aparece al final de esta sección. Aquí, una vez más, la relación valor (de lo que te sirven), contra precio (de lo que te cobran), es injusta y desproporcionada. Pagar sobre $700.00 por un trozo de carne cocinado deficientemente y puesto en un plato junto a una guarnición de blandengues verduras a la parrilla, es injusto, por no decir ofensivo. Y no se trata de tener mucho dinero, o no; se trata de lo que debe ser razonable y profesional en un restaurante. El pecado no es tanto ser un restaurante mediocre, sino quererse hacer pasar por uno bueno.

El restaurante boga con bandera de “qué buenos somos”, sobre todo presumiendo sus pastas y sus risotti, pero la excesiva sal en el “Linguini Cuatro Quesos” y todo lo

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narrado anteriormente dieron al traste con sus pretensiones de calidad gourmet y de altura gastronómica.

Si lo que se busca es toparse con algunos amiguillos pretenciosos y snobs para fingir que se come en un “buen restaurante italiano”, Alimentari va bien; pero si lo que se quiere es comer buena y auténtica comida italiana… lo mejor es buscarse otro restaurante.

Calificación de Police Gourmet (del 1 al 10): 5

NOTA.- Mi hija y yo tenemos criterios diferentes respecto a muchas cosas, de modo que no asumo responsabilidad alguna respecto a lo que ella diga.

COMENTARIOS DE MI HIJA, LA MENOR (es adolescente): 

Alimentari, en Pachuca-Hidalgo, alimenta a la gente con bodoques. El “Risotto con Pulpo y Tinta de Calamar” que yo ordené parecía más bien una porción de heces de

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A lo que se parece el risotto que me dieron. Bueno, hasta esto tiene más forma que el risotto!

toro o yak que recogieron de algún campo. Por un momento creí que se les había terminado el risotto y habían utilizado sólo un poco de excremento de yak que tenían para combustible! No estaba cremoso; ceboso, sí! Piensan que preparar un platillo con tinta de calamar es ponerle un litro de tinta para inundar y teñir completamente de negro todos los demás ingredientes… aunque quizá lo hagan para disimular que el “pulpo” que se supone tenía el risotto, era -más bien- calamar!

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El “risotto” que me dieron!

Poner un restaurante de comida italiana parece fácil, sobre todo para los creídos que son contratados como “chefs” en cada uno de ellos. No tienen ni idea de lo que significa preparar un buen risotto, unos buenos spaghetti, unos buenos fettuccine, o una buena pizza.

Eran las 7 de la noche del 10 de Mayo, Día de las Madres, cuando llegamos a comer ahí. Sus menús eran un claro ejemplo del típico cuaderno arrugado, descuidado y sucio, de los niños de kínder. Transmitían suciedad y daba asco hasta tocarlos. Esperamos casi una hora para que llevaran una triste canastilla con pan viejo, y casi una hora y media para que llevaran el primer platillo. Después de las 8 de

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“Bife de Chorizo” ordenado “término medio” y servido “bien cocido”(!)

la noche pudimos empezar a comer… sólo dos de nosotros. Lo patético es que en ese horario a duras penas tenían cuatro mesas que atender. Una familia llegó media hora después que nosotros y les sirvieron sus platillos antes que a nosotros. Completa desorganización por doquier, meseros -jugando entre ellos- dando una atención mediocre. Definitivamente, imaginar que algún día este restaurante llegue a tener una Estrella Michelin, está difícil.

En Alimentari, su pizza es una tortilla gigante de harina, horneada con un queso barato y un peperoni salami de mala calidad que cubría casi toda la pizza, casi 6 trozos de peperoni salami por rebanada!

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Pizza de Pizza Hut!
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Pizza que nos dieron en Alimentari!

Que una pizza de Pizza Hut (que invariablemente es un pedazo de cartón con productos de ínfima calidad encima), esté mejor que lo que nos dieron en Alimentari, debería darles vergüenza. Decir algo más de su pizza sería perder el tiempo… La “Cazuela de Mariscos” que pidió mi hermana, parecía salida de alguna cocina hindú, llena de caldo y con demasiado picante. Los cortes de carne, regulares.

A todos los de ese restaurante: Dejen sus pretensiones, dejen de presumir su restaurante

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en TripAdvisor, y usen el dinero que tienen, en pagarse un curso de cocina, de preferencia en Italia, o con un buen chef italiano, porque a nosotros nos está costando el estómago y la salud!

O mejor dicho… CAMBIEN DE PROFESIÓN!

Calificación (del 1 al 10): 5


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