Revista Cocina
Celler la Muntanya nace en Muro de Alcoy, en el año 2004, como empresa vitivinícola y oleícola, con el propósito de trabajar por la defensa de castas autóctonas y del proyecto "Microvinya". La bodega se nutre de 28 microviñedos, siempre supervisados por la dirección del Celler, y con el objetivo proclamado de buscar la autenticidad.
Para poder obtener el sello "Microvinya", registrado por el Celler, el producto debe cumplir con cuatro requisitos:
1.- Poder constatar que el agricultor ha ganado justamente.
2.- Haber obtenido la uva mediante Buenas Prácticas Agrícolas, desde variedades autóctonas, con respeto al ecosistema.
3.- Constatarse que la bodega forma parte activa de la sociedad donde esté instalada, aportando y cooperando en su entorno.
4.- Diseñar su promoción teniendo en cuenta la cultura del lugar donde nace el producto.
Celler La Muntanya, con estas ideas y principios, elabora dos vinos blancos, tres tintos, uno dulce, y un aceite de oliva. Utilizan castas como Merseguera, Verdil, Giró o Bonicaire, además de otras más extendidas como Garnatxa Blanca, Garnatxa Tintorera, Monastrell o Bobal.
El vino de esta bodega que tuvimos ocasión de beber, ya hace algún tiempo, fue el Almoroig Muro 2007 (DO Alicante, tinto con crianza, 65% Monastrell, 10% Giró, 10% Garnatxa Tintorera, 8% Bobal y 7% Bonicaire; Celler La Muntanya). Vendimia manual, despalillado, maceración pre-fermentatva en frío, fermentación en inox excepto la Garnatxa Tintorera, que realizó su fermentación en tina de 40 Hl de roble, donde tuvo una crianza de 8 meses. La Monastrell tuvo su crianza en una tina de inox sobre lías finas. La Bobal, el Bonicaire y el Giró se criaron durante 8 meses en barricas usadas (segundo y tercer año) de 500l de roble francés durante 8 meses. El resultado de este proceso es un vino de color rojo granatoso de media capa. Nariz de intensidad media, licorosa, con hierbas de monte, flores secas, frutas negras muy maduras y como dulzonas y aromas algo terrosos. En boca se revela como un vino sedoso, frutal, muy agradable, de tanino delicado, acidez correcta y con un trasfondo de cacao y torrefactos. Gustó mucho, más en boca que en nariz, y es un vino de repetir, aunque puede no gustar demasiado a los amigos de lo más atlántico.
El proyecto es muy interesante, ya que defiende unos principios con los que yo, y creo que muchos lectores de este blog, comulgamos. Si más elaboradores aplicaran estas prácticas, entre todos ayudarían a mejorar mucho sus comunidades y su entorno. ¡Bien por estas ideas!
Nota: la información sobre la bodega y el proyecto Microvinya está sacado de la web. He enviado un par de e-mails a la bodega para obtener información de primera mano y concertar una posible visita, pero no he obtenido respuesta.