La primera investigación exhaustiva sobre los efectos del consumo de marihuana a largo plazo ha puesto de manifiesto que, si bien parece reducir una cierta parte del cerebro en los grandes consumidores, sus cerebros compensan mediante el aumento de la conectividad - especialmente si empezaron a consumir de joven.
Cada vez que una nueva investigación se publica acerca de la marihuana se genera un furioso debate - incluso entre los científicos que investigan específicamente sus efectos. Sólo este año, una nueva investigación ha sugerido que puede causar una disminución en la calidad de la esperma, mientras que otro estudio lo identificó como un posible tratamiento para la enfermedad autoinmune. Hay un estudio dice que no tiene ningún efecto sobre el coeficiente intelectual, pero otro dijo que si usted es un usuario desde la adolescencia, puede causar deterioro cognitivo.
Ahora, neurocientíficos en los EE.UU. han completado la primera investigación exhaustiva sobre los efectos del consumo de marihuana a largo plazo, y lo que encontraron podría recorrer un largo camino para explicar la confusión en torno a ella.
Una cosa estaba clara - el cerebro de las personas que usan marihuana en gran medida son diferentes a las de sus compañeros que no la consumen. Pero no sólo los efectos de la droga parecen cambiar en el transcurso de un uso prolongado, también parecen diferir en función de la edad en que se empezó a usar.
El equipo, del Centro para la Salud del Cerebro de la Universidad de Texas, reclutó a un grupo relativamente grande de participantes, entre ellos 48 adultos usuarios de marihuana y 62 no usuarios de mismo género y edad. Ellos representaron los sesgos que podrían sesgar los resultados, como el género, la edad, la etnia y el tabaco y el consumo de alcohol. Los usos de marihuana fueron clasificados como usuarios crónicos “que habían estado consumiendo la droga tres veces al día, en promedio, durante los últimos 10 años, y no mostraron signos de psicosis o trastornos neurológicos.
Los participantes fueron sometidos a una serie de pruebas cognitivas, mientras su actividad cerebral estaba siendo explorada y fotografiada por una máquina de resonancia magnética. De acuerdo con Abby Phillip en The Washington Post, se analizaron tres características del cerebro, incluyendo el volumen de una región llamada la corteza orbitofrontal corteza (OFC); cómo se conecta la OFC con otras áreas en el cerebro; y la integridad estructural del tejido cerebral. La región de la OFC del cerebro se asocia con sentimientos de adicción, la capacidad de tomar decisiones, y el aumento de la conectividad cerebral.
Las pruebas cognitivas dieron lugar a puntuaciones de CI más bajos para los usuarios crónicos de marihuana, y los escáneres cerebrales revelaron que tenían menor volumen cerebral en la región de la OFC - pero el equipo tuvo el cuidado de señalar que no parece haber ninguna correlación entre los dos resultados.
"La corteza orbitofrontal es una de las regiones principales en una red de áreas del cerebro llamado el sistema de recompensa", dijo la autora principal y neurocientífica, Francesca Filbey, en un comunicado de prensa. ”Nos ayuda a determinar lo que es bueno para nosotros y lo que nos mantiene sostenidos. En este caso, la corteza orbitofrontal juega un papel en el consumo de drogas ya que el uso de drogas y las cosas asociadas a ella - parafernalia por ejemplo - están asociados con los efectos gratificantes de las drogas”.
Así que el área en la que nuestro cerebro evolucionó para ayudarnos a mantener la motivación basada en un sistema de recompensas parece encogerse en el transcurso del uso de la marihuana a largo plazo, y mientras más joven un usuario inicia el consumo, más significativa es la contracción.
Pero, por extraño que parezca, el equipo también encontró evidencia de que el cerebro de los usuarios crónicos de marihuana había compensando la contracción de OFC mediante el aumento de forma activa de la conectividad entre las diferentes áreas en el cerebro, y el aumento de la integridad estructural del tejido cerebral. Estos incrementos aparecen tan pronto como una persona comienza a usar marihuana, y se vuelven más significativo cuanto más intenso es el uso. Esto hasta un cierto punto.
Después de unos seis u ocho años de uso crónico de marihuana, este aumento de la conectividad comienza a declinar, dejando a los usuarios a largo plazo con un OFC encogido y sólo ligeramente por encima de la media en conectividad. Los resultados de este estudio se han publicado en el journal Proceedings of the National Academy of Sciences.
"Hasta la fecha, los estudios sobre los efectos a largo plazo de la marihuana en las estructuras cerebrales existentes han sido en gran parte inconcluyentes debido a las limitaciones en las metodologías", dijo Filbey. “Nuestro estudio aborda si alguno o todos de los cambios en el cerebro son consecuencia directa del consumo de marihuana, y observamos que dichos efectos sugieren que estos cambios están relacionados con la edad de inicio y la duración de su uso”.
Es importante destacar que, como Phillip explica en The Washington Post, no hay hasta ahora ninguna evidencia para sugerir una conexión entre la integridad estructural de la OFC y ciertos comportamientos humanos. ”Y es posible que la pequeña corteza orbitofrontal observado en los consumidores de marihuana sea anterior al uso de marihuana”, dice Phillip . De hecho, un estudio de 2012 encontró que el volumen de la corteza frontal orbital menor a los 12 años de edad predecía el inicio de consumo de marihuana más tarde en la vida, lo que refutaría la causalidad atribuida al consumo de marihuana.
En consecuencia, lo que podemos decir es que, al menos en los primeros días de uso, cualquier daño que se está haciendo parece ser compensada por el cerebro humano, especialmente si usted empezó a consumir siendo muy joven.
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