Revista Cine

Amores perros

Publicado el 15 enero 2011 por Diebelz

Porque también somos lo que hemos perdido.

 En algún cruce olvidado, los semáforos aparentan iluminar una seguridad, pero lo cierto es que andan parpadeando ciegamente una fragilidad que recuerda Antonio Vega en su Lucha de Gigantes. Precisamente los enanos que habitan en este ovillo estertóreo, agonizante, se preguntan si el amor -o cualquier tipo de amores- es el antídoto adecuado por asfixiar, acaso aplastar el miedo que corroe las veredas y que intentan evitar marcando y husmeando como perros sus territorio en México D.F. Un choque propulsado por los anhelos furtivos hará trizas a sus perseguidores en este collage que habita nuestras calles.
Erich Fromm ya había advertido que el amor son varios amores y que responden a ciertas necesidades vitales, a variables todas divergentes. Octavio (Gael García Bernal), por ejemplo, busca como su oscuro perro, extasiado, una respuesta sin pregunta. Susana (Vanessa Bauche) razona y busca otro amor, otro igual de diferente al lazo que la enreda con la de Ramiro (Marco Pérez). En otras latitudes más cercanas a la ceguera de las alturas, en una Metrópolis semejante a la de Fritz Lang, Valeria (Goya Toledo) y Daniel (Álvaro Guerrero) exhiben los deseos de una sociedad drogada por los vicios que se inyectan por televisores y revistas desalmadas. Y El Chivo (genial Emilio Echevarría) zarpa con sus perros hacia la razón, lucha por lo perdido, busca ganar la revolución con un solo espejo que aniquile a los trajeados Caín y Abel, reflejos, sombras que espantan y asustan a quien las emite.

Amores perros

Alguien vaga con su perro por un valle de la desolación...

Alejandro González Iñárruti, fiel a sus convicciones y pinceladas, se pregunta lo mismo que el sociólogo alemán: ¿Qué es el amor? La respuesta es ardua y compleja como este collage que presenta el director mexicano. Acaso este ovillo sea precisamente el reflejo de la sociedad occidental de nuestros tiempos, estos territorios donde se reconstruye la Gomorra y se calcina el valle de la moral, se despieza los ciegos vicios de quienes no saben amar. A veces con tonos cercanos al Luis Buñuel más realista que surrealista, haciendo uso de un ritmo y una tensión inflada por el frenesí y acompañado por una gran banda sonora (dirigida por el gran Gustavo Santaolalla) y otros elementos que lindan con la maestría, Iñárruti rueda, pasea por diferentes historias -que son la misma- para responder no a la pregunta inicial, sino yendo al límite de la compasión: ¿existe el amor en los tiempos que vivimos?¿O somos todos, desde los olvidados hasta los nombrados, amores perros?



Título:Amores perros
Año: 2000.
País: México.
Dirección: Alejandro González Iñárruti.
Guión: Guillermo Arriaga Jordán.
Música: Gustavo Santaolalla.
Fotografía: Rodrigo Prieto.
Reparto: Gael García Bernal (Octavio), Jorge (Humberto Busto), Vanessa Bauche (Susana), Marco Pérez (Ramiro), Goya Toledo (Valeria), Álvaro Guerrero (Daniel), Emilio Echevarría (El Chivo)
Producción: Altavista Films / Zeta Film.

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