Algo así como el Triángulo de las Bermudas de las relaciones sentimentales. Parejas que se volatilizan de un día para otro, sin dejar ningún rastro: un nuevo caso para Iker Jiménez y la Nave del Misterio.
Domingo, 22 de mayo, 8:45 de la mañana. Oliver, 34 años, se despide en la puerta de casa de su novio, Ginés, de 32, que se va de viaje de negocios a Portugal. Es la última vez que le verá con vida (o sin ella).
No hay mensaje de he llegado bien, te echo de menos, un beso. De hecho, no hay mensaje alguno. Oliver se inquieta. Le escribe ¿qué tal, cielo? ¿Todo en orden?. No responde. Bueno, estará cansado, no pasará nada, mañana me escribirá. Llega el día siguiente y tampoco hay noticias de Ginés. La inquietud se convierte en alarma y salta la pregunta más evidente: ¿Le habrá pasado algo?.
Le intenta llamar. No contestan. Abre el whatsapp para enviarle un mensaje y advierte con sorpresa que el supuesto desaparecido ha estado conectado hace tan sólo unos minutos. O peor aún: está en línea. Y más peor todavía: el mensaje que le envió ayer mismo, aparece como leído. Y no ha contestado.
Roberto, de 40 años, conoce a Silvia, de 32, en una red de contactos para encontrar pareja. Ambos buscan una relación seria: han sufrido rupturas y pérdidas y quieren estabilidad en sus vidas. Hay feeling, hay química, física, las citas se convierten en noches y las noches se convierten en días, semanas y meses: todo parece ir viento en popa.
La última vez que Roberto habló con Silvia, fue un 3 de mayo por la mañana. Silvia salió de su vida, pero no del Facebook, el Instagram o del Twitter, donde sigue publicando sus cosas todos los días. Y vuelve a estar activa en la red de contactos en la que se conocieron. Y ha pasado de estar en una relación con…a Soltera. Iker, saca el detector: tienes un fantasma.
¿Qué tienen en común las personas que practican el innoble arte de marcarse Houdinis? Evidentemente, que no te quieren. Pero vale, eso tú puedes aceptarlo. Lo que cuesta digerir es que no sólo no te quieran, sino que no parezcan valorar lo más mínimo lo que sea que hayan tenido contigo como para darte algún tipo de explicación. Que un rechazo amoroso, duele, sí: pero un fenómeno paranormal, te deja el corazón retorcido en un dolorosísimo signo de interrogación.
¿Qué hice yo? ¿Fue mi culpa? ¿Dije algo que le molestó? ¿Es mi novio? ¿Es mi ex novio? Y sobre todo: ¿qué diantres hago yo ahora?
Lo esencial que has de grabarte a fuego en la cabeza es, que a menos que le hayas amenazado de muerte, golpeado o secuestrado a su chihahua, jamás es tu culpa que una persona dé una espantada de un día a otro y desaparezca sin dejar rastro.
Hay diversas razones por las cuales alguien se comporta de esta manera, pero estas razones están relacionadas con él o ella misma, no contigo. Sea lo que sea, es su problema.
Sí, yo puedo equivocarme. Puedo empezar a salir con alguien sin estar convencido, o porque me siento vacío y necesito algo que no sé que es, o porque acabo de romper con mi ex y estoy más perdido que un pulpo en un garaje o por cualquier otra razón que se te pueda ocurrir, excepto una: el amor.
Porque una persona que se volatiliza, no te ama.
El secreto de un buen mago, es distraer el público con otras cosas mientras se realiza el verdadero truco. No importa si te han prometido el oro y el moro, si al inicio todo fue como un cuento de hadas, si tuvisteis unos momentos de pasión que ni Instinto Básico, si era cariñosísimo/a, o te haya asegurado por activa y por pasiva que querían algo serio. Aparta todas esas cortinas de humo y céntrate en el hecho simple y claro. No te quiere. No hay más.
Deja de mirar las redes sociales u horrorizarte cada vez que compruebas (de nuevo) que dada la actividad de su whatsapp, es obvio que no se ha muerto o que no lo ha secuestrado la mafia calabresa. Sé ejecutivo: si esta persona no quiere hablar contigo, no puedes obligarlo, así que no perdamos un segundo más de nuestro tiempo persiguiendo explicaciones. Borra, elimina, procesa y archiva cuanto antes. Llora lo que tengas que llorar.
¿Qué hay detrás de los Houdinis? Las personas no pasan de estar enamoradas un día, a estar desenamoradas y desaparecerse al siguiente. En la misteriosa cabeza del otro, existe una visión de la relación que no concuerda con la tuya. Si tú visualizas la historia como algo que va evolucionando poco a poco, tu ex pareja Houdini, estaba viviendo el proceso contrario: lo que hubiera, está involucionando. Todo se desvanece sin que tú te percates: sus expectativas, sus idealizaciones, o su deseo sexual confundido con algo más. Y al final, se desvanece él o ella.
No todo el mundo que se mete en una relación así, desaparece ¡por suerte!. Aunque todos podemos equivocarnos, o desenamorarnos, lo cierto es que en la mayoría de los casos, al menos intentamos explicarnos (a veces más mal que bien). No es habitual que se produzca un Houdini en una relación larga y estable, aunque existen casos. Sin embargo, es más común este fenóneno parapsicológico en inicios de relaciones (encontraron a otra persona que les gustó más); en quienes acaban de finalizar una reciente relación y están dando bandazos sin saber qué quieren; en los adictos a la conquista; y en general, en parejas que se constituyeron más por lo sexual, que por lo personal.
¿Regresan algún día las parejas Houdini? No es raro un mensaje intempestivo a las semanas o meses (¡e incluso años!) del suceso paranormal, mensaje desganado y escaso (en plan ola k ase), que no suele ser mucho más que la consecuencia de una tarde de aburrimiento y un repaso exhaustivo de la chorboagenda. Es decisión de cada persona el intentar buscar explicaciones, o mi consejo, simplemente dejarlo estar y no molestarse en responder. Si le interesa mucho hablar contigo, ya probará a llamarte.
¿Eres tú una pareja Houdini? Hagas lo que hagas, no te escudes en el no es para tanto, yo no prometí nada. Si has compartido tiempo, intimidad, planes y expectativas con otra persona, es de bien nacidos, al menos, ser agradecidos y tener la consideración de brindar una despedida adecuada. Negar este mínimo detalle de empatía con excusas de colegio, no te va a hacer sentir mejor. En cambio, acepta tus limitaciones y tus miedos y prométete que lo que no puedas hacer hoy, podrás hacerlo mañana. Y recuerda que en lo que des a los demás, está la medida de lo que te das a ti mismo.