Gran piloto, soporífera temporada
Nota: 3
Desde el final de 24,
posiblemente, muchos serieadictos -entre los que me incluyo- se quedaron algo desamparados
ante el adiós definitivo de uno de los personajes más grandes de la pequeña
pantalla, Jack Bauer. Con este papel
Kiefer Sutherland se convirtió un en pionero en eso de resucitar una carrera moribunda gracias
a la entonces menos glamorosa televisión, un camino que ahora no pocos
recorren con mayor o menos éxito. Pero como comentábamos, tras el digno final de la serie de la FOX, muchos teníamos ganas de ver en qué
nuevo proyecto se alistaba el protagonista de Jóvenes Ocultos, y lo cierto es que tras enterarnos de la premisa de
Touch, creada por Tim Kring (al que muchos recordaréis por
Héroes), no pocos pudimos sino mantenernos algo escépticos.
Y es que tras ver
repartir galletas durante 8 temporadas a diestro y siniestro al hijo de Donald Sutherland, el papel de padre entregado de un niño autista parecía que nos iba a destronar un mito de la misma forma que un Arnold Schwarzenegger
embarazado en la infumable Junior. No obstante, como ya mencionamos tras el
estreno, Touch nos dejó muy buenas sensaciones en uno de los mejores pilotos
que hemos visto en 2012. Ahora bien,
tal y como nos temíamos, durante los once episodios siguientes la serie
de la FOX continúa en un patrón inamovible siendo un procedimental de lo más
soporífero. El análisis completo de la primera temporada, tras el salto.
Touch se basa en
la certeza de un universo donde todo está entrelazado y cuyos patrones se
repiten una y otra vez. Ya sea en el cine de la mano de Paul Thomas Anderson y su obra maestra Magnolia, o de la pequeña pantalla como puede ser el caso de Lost o de la fallida Seis Grados, hemos visto innumerables
veces esta premisa que siempre reune a personajes cuyas vidas necesitan de ese
giro sorprendente que supondrá un cambio trascendental en sus vidas. Pero solo unos pocos son
capaces de ver dichos mosaicos con perspectiva, entre ellos Jake, un niño autista incapaz de
comunicarse de forma cotidiana pero si a través de secuencias de números que
sirven de guía para reparar el daño que sólo éste es capaz de sentir.
El piloto nos
mostró la capacidad de la serie para conseguir emocionar incluso al espectador
más reacio contando para ello con historias que aunque buscan la lágrima fácil,
no dejaban de tener su impacto una vez todas ellas llegan a colisionar de la mano
de un Francis Lawrence (Constantine) que deja constancia de su
buena mano en la realización del episodio. Sin embargo, la fórmula se ha
mantenido intacta a lo largo de la temporada siendo la sensación de deja vú
alarmantemente constante llegando a aburrir incluso a telespectador más
paciente, no ya solo por la repetición del mismo patrón, sino también por
historias que llegan a ser algo intrascendentales, e incluso inconexas. Por no hablar de la ausencia de una línea argumental alternativa de calado que contrapese el lado procedimental
de Touch. Porque a pesar de que a
mitad de temporada SPOILER parece
que se anime la cosa (y con "animar" creo que me paso de frenada) con la muerte
del profesor Arthur Teller (un Danny Glover para olvidar) y la
secuencia Amelia SPOILER, finalmente todo queda como en
un banal intento de darle consistencia a una serie que hace aguas por mucho que
haya obtenido una renovación por un segundo año.
Porque como en el primer párrafo insinuábamos, este papel le queda demasiado pequeño a un Kiefer Sutherland, que en ocasiones se
le ve algo perdido sobre todo cuando tiene que interpretar a un inútil que no
tiene ni media ostia después de años enfrascado en el papel todoterreno que fue
el personaje de Jack Bauer. Pero si hay que hablar de personaje
insoportable ese es el auténtico protagonista de la serie, Jake, un niño autista que por mucho que nos recuerde al crío de Mercury Rising se queda muy lejos ya que
no es solo que Sutherland y David Mazouz
no consigan sintonizar como si lo hicieron la pareja protagonista de la
película de Bruce Willis, sino que el propio Mazouz
llega a resultar algo pesado por una inexpresividad llevada a su máximo exponente.
En definitiva, el planteamiento de Touch, aunque ñoño, resulta a primera instancia sorprendente, sin
embargo, el abuso de la artimaña carambolesca y sentimental acaba
por decepcionar convirtiendo a esta serie en uno de los fracasos del año a pesar de contar
con Tim Kring al mando, un tipo que en Héroes fue capaz de lo
mejor y de lo peor, y en esta ocasión no ha arriesgado en absoluto siendo el
resultado más bien indiferente. Por lo tanto, después de esfuerzo necesario
para conseguir terminar la temporada, dudo mucho que Touch me mantenga como espectador y sería capaz de apostarme una cuantiosísima
suma a que no renovará por una tercera entrega, ya que la fuga de espectadores
ha ido continuamente decreciendo según la serie iba revelando la inexistencia de ases bajo la manga.