El londinense Joe Wright, todo un experto en cine de época con títulos como Orgullo y prejuicio o Expiación en su repertorio, se atreve nada menos que con los grandes autores rusos, y para ello cuenta nuevamente con Keira Knightley (esa muchacha a un corsé pegada, musa del nuevo cine de época) en el papel protagonista de Anna Karenina, una mujer que por amor salvaje abandona su vida acomodada y a su influyente marido y se lanza en brazos de la aventura con forma de maromo rubiales.

Además de Knightley, simplemente correcta en su interpretación que no llega a contagiar el dramatismo de su supuesta situación, tenemos a Jude Law, magnífico esposo algo mayor que sus habituales personajes y con un saber estar realmente meritorio, clave en el devenir de la historia. La otra cara de la moneda es la de Aaron Johnson, un lamentable tirillas que parece salido de un cuento Disney y que uno tiene que asumir que es la irresistible tentación a la que no puede resistirse Karenina, enajenada sin duda por influencia de algún psicotrópico (práctica habitual en tiempo y lugar) al cambiar a Jude Law por el insufrible tipejo este.
Dicho lo dicho, parece obvio que el punto reprochable a tan delicado envoltorio es la frialdad con la que el espectador acoge lo que hoy en día tiene poco de hecatómbico y mucho de pan nuestro de cada día, pero, permítanme la “frivolité”, cómo no iba a desprender frío aquello que se centra entre San Petersburgo y Moscú en pleno invierno…
Dirección: Joe Wright. País: Reino Unido. Duración: 130 min. Intérpretes: Keira Knightley (Anna Karenina), Jude Law (Alexei Karenin), Aaron Johnson (Vronsky), Kelly Macdonald (Dolly), Matthew Macfadyen (Oblonsky), Olivia Williams (condesa Vronsky), Alicia Vikander (Kitty), Domhnall Gleeson (Levin), Michelle Dockery (princesa Myagkaya), Emily Watson (condesa Lydia Ivanovna). Guión: Tom Stoppard; basado en la novela de León Tolstói. Producción: Tim Bevan, Paul Webster y Eric Fellner. Música: Dario Marianelli. Fotografía: Seamus McGarvey. Montaje: Melanie Ann Oliver. Diseño de producción: Sarah Greenwood. Vestuario: Jacqueline Durran.