Revista Opinión
La actual crisis libia está desnudando las contradicciones flagrantes en que incurre buena parte de eso que se autodenomina "izquierda alternativa", o en medios más desenfadados "izquierda verdadera" e incluso "izquierda real".
Andan estos días bastante desconcertados los pobres a cuenta de las revoluciones desencadenadas en el mundo árabe. Revoluciones populares democráticas, movimientos de masas esencialmente interclasistas sin líderes ni referentes políticos o ideológicos, que están sacando a la calle sobre todo a los sectores juveniles más educados y preparados pero también a las mujeres, a los trabajadores y hasta al tradicionalmente silencioso y poco dado a algaradas campesinado árabe. Una marea popular que está barriendo autocracias con décadas en el poder sea cual fuere el disfraz que hayan llevado para mantenerse en el poder: monarquías y repúblicas por igual van a ir saliendo una tras otra por el sumidero de la Historia, desde el laico Túnez al Régimen clérico-fascista de Irán, del reaccionario Marruecos a la antiimperialista Siria.
Desde EEUU y Europa miran lo que pasa sin entender casi nada. Y menos que nadie, quienes andan sentando doctrina a diario desde la presunta "izquierda alternativa". Claro que teniendo en cuenta los guías espirituales bajo cuya luz interpretan, nada extraña su fracaso. Así por ejemplo, tenemos estos días al bueno de Gadafi denunciando que el intento de echarle del poder está organizado por Al Qaeda. Una hipótesis que entra en frontal contradicción con la tesis de sus amigos del alma Fidel Castro y Hugo Chávez, quienes denuncian que es una conspiración de la OTAN quien pretende tumbar a su colega libio. Aquí alguien está metiendo la pata hasta el corvejón, so pena de que la "explicación científica" sea que Al Qaeda y la OTAN se han aliado contra Gadafi; una proposición demencial incluso para los sesudos analistas de ciertas publicaciones digitales de presunta "izquierda real".
Lo de Chávez es ya de circo de tres pistas, con leones drogados (o untados con petrodólares) saltando por el aro "antiimperialista" que con tanta soltura maneja el dicharachero milico venezolano. Dice Chávez que cómo va a condenar a un amigo como Gadafi, que esas cosas no se le hacen a los amigos, y que aunque se digan muchas cosas malas del libio, él no sabe que sean ciertas. Así que ni corto ni perezoso envía a su servicial ministro de Exteriores, un rumbero que atiende por Nicolás Maduro, para que haga de "mediador internacional" en la crisis, o sea para que erigiéndose en intermediario sin que nadie se lo haya pedido, intente muñir un acuerdo entre Gadafi y quienes en las calles de Bengasi y de las otras ciudades libias piden su cabeza. Se trataría naturalmente de ayudar a salvar el culo de Gadafi, aunque solo sea por aquello de que "cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar"; de qué modo Chávez pretende convencer a la oposición contraria al autócrata libio no se dice, pero conociendo el fácil manejo de petrodólares que tiene el caballero y la rumbosidad con la que los reparte entre amigos y paniaguados, pueden ir haciéndose una idea. Otra cosa es que se dejen o no.
De todos modos no deja de ser curiosa la pertinacia en el amor a Gadafi que exhiben algunos. Hoy viene en la prensa imperialista y aledaña (o sea la prensa del mundo mundial) que el dictador libio se compara con Israel en su derecho a reprimir rebeldes; dice Gadafi que si Israel entró con tanques en Gaza, a ver por qué no va a poder hacer él lo mismo con las ciudades que se han sublevado en contra suya. A más de un "alternativo" seguro que le ha sentado mal el desayuno después de leer esto. Claro que también hay quien pase lo que pase no se va a bajar del burro, porque una de las aficiones de Gadafi ha sido financiar presuntas o reales izquierdas fuera del sistema: desde la Federación de Partidos Socialistas en los años setenta (mea culpa, y de tantos otros) hasta el IRA, ETA y delirantes grupúsculos nacionalistas árabo-andaluces (integrados por españoles de pura cepa). Gadafi siempre ha sido generoso con quien le ríe las gracias, y una parte de la "prensa alternativa" convencional o digital le debe mucho más que invitaciones a tomar té en su tienda beduina.
Tan generoso con todos ha sido Gadafi, que sus millones han cultivado incluso la amistad de gobiernos e instituciones occidentales libres de toda sospecha de izquierdismo alternativo, desde el Gobierno italiano (en el país transalpino, Gadafi y su familia son dueños de una parte de la industria armamentística italiana, amén de mantener en comandita suculentos negocios con Berlusconi y otros mafiosos) a la prestigiosa London Economic School, que obsequió a su primogénito con un título de doctor a cambio de un donativo de millón y medio de euros supuestamente para la financiación de sus actividades académicas. Tampoco han sido ajenas a la generosidad gadafiana la CIA y otras agencias antaño denostadas por el Gran Faro de la Revolución Africana, a las que ha permitido campar por sus respetos en Libia y otros países cercanos. Es cierto que Gadafi tenía muchas cosas que hacerse perdonar desde tiempos remotos, pero no lo es menos que de la caída del Imperio soviético hasta ayer como quien dice el hombre se aplicó a la faena con verdadera dedicación. Sorprende en fin que en un personaje así, tan falto de escrúpulos como lleno de meandros, depositara nuestra "izquierda alternativa" sus complacencias de décadas.
El caso es que el antiimperialismo, aquél valor tan presuntamente sólido antaño en el mercado ideológico del marxismo-leninismo-(guiónloquesea), ya no cotiza hogaño con igual fuerza. Será que como la mayoría de aquellos a quienes denuncian, la "izquierda alternativa" está constituida en realidad por un puñado de oportunistas desnortados ideológicamente. Será.
En la imagen que ilustra el post, Gadafi y Chávez juntos en tiempos más felices para sus respectivos regímenes.