Revista Vino

Apoikia Àmfora 2014

Por Jgomezp24
Apoikia Àmfora 2014
Es el sueño de un hombre de letras que empezó a viajar. ¿O de un viajero que empezó a leer? Qué más da... el Mediterráneo es su mundo y sus aguas, montañas, calas, rocas y pasos, su secreto y su guía. Las uvas le susurran sus secretos y las letras de todos los que han sentido ese mar como propio le van mostrando el camino. "Lejos de casa" quizá  porque pensaba que su patria estaba en el mar y en costas lejanas. Pero con los años, Apoikia se ha convertido en sinónimo de lo contrario: "siempre en casa" porque allí donde estás y crecen tus uvas, allí donde las cuidas y las sufres las cuatro estaciones, allí donde amas la tierra y la proteges y la entiendes (orgánicamente) para que ella te dé lo mejor, allí donde las vendimias y haces tu vino sin más intervención que la mano (aquí pura y sin contaminación química alguna) del hombre, aquí está tu patria. Tu patria es la tierra que te acoge, tu patria es tu vino, tu patria es la hospitalidad y generosidad con la que ofreces tu vino al viajero.
Apoikia Àmfora 2014. DO Empordà. 14%. Agiorgitikó de Nemea. Nerello mascalese de Sicilia. Aglianico de la Campania. Garnacha del Montgrí, convertidos en reposados mensajeros de un sueño de mediterraneidad. Las uvas crecen a los pies de la roca dormida, muy cerca de donde los primeros Foceos desembarcaron en la Península Ibérica. Allí reposan, también, y ensayan su presentación de la eternidad el león de Nemea, el cíclope que se ha convertido (ciego, sí...de todo se aprende) en gigante bueno y el volcán que todo lo da y todo lo quita. Fermentaron las uvas (en 2014) en el vientre de la tierra. No podía ser de otra forma. No  podía tener otro sentido este proyecto: la tierra llama a la tierra y la luz, el agua, el fuego y la arcilla viven en casa del alfarero silencioso. Eloi Bonadona aporta su artesanía centenaria, su sabiduría inquieta y aquel oficio ancestral que nos permitió a todos ser como somos hoy, hijos del fuego y de la cocción, del sedentarismo y la recolección. No podía ser de otra forma: la tierra cercana a los viñedos es la que protege a la fermentación y da nueva forma al sueño.
Firmeza. Rugosidad: al tercer día, el cielo áspero y seco de febrero se ha convertido en la amabilidad del mes de julio. Voluptuosidad. Umbría. Frescura. Tensión. Mirto. Laurel. Zarzamora. Brezo. Hierro. Arcilla. Fuego que crepita en la oscuridad del hogar. Primer otoño. Una realidad hecha de islas y de rocas, de rincones a la sombra con soles en lo alto pasea por tu paladar. Fluidez. Civilización hecha de vinos. Cultura en la botella nacida de lecturas, de fecundaciones, de fermentación, de cosechas y de viajes. En el libro 2 de la Eneida, Laocoonte y sus hijos tienen que morir para que Eneas viaje, vaya y vuelva de los infiernos, sepa y comprenda para crear una nueva manera de entender las cosas. Apoikia y este vino, ahora mismo, nacen de este viaje; y del de Odiseo y del de Gilgamesh y del de Ovidio y del de Egeria y del de Estrabón y del de todos los viajeros que en el Mediterráneo o en las tierras con cepas han sido. Se establece en una tierra nueva, la reivindica con sus elementos esenciales, la transmite de la forma más pura posible a la botella (en este caso, con la demiúrgica ayuda del barro de Eloi) y nos permite, a nosotros, que la bebemos con placer, cerrar los ojos para viajar, ver y oler todos los mediterráneos que llevamos en nuestro corazón.
Hilaocoonte

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