Revista Coaching

Aprender a fluir, o el knowmad de alto rendimiento

Por Elgachupas

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No lo digo yo, ya son muchas las voces que se alzan clamando por un cambio en la forma de trabajar de los profesionales modernos, esos que Peter Drucker denominó hace ya más de 50 años profesionales del trabajo del conocimiento. Claro que a juzgar por lo que hemos avanzado en temas de efectividad personal y organizacional en las últimas cinco décadas, parece que esas voces han estado clamando en el desierto todo este tiempo. Hasta ahora, esta “sordera” nos ha salido relativamente barata a la mayoría de nosotros. Eso sí, aquellos que han sabido escuchar se han estado beneficiando durante años, colocándose con una ventaja competitiva más que notoria como profesionales valiosos. Pero eso está a punto de cambiar…

Hace unos días terminaba de leer el libro de Raquel Roca, Knowmads, los trabajadores del futuro, y me ha quedado meridianamente claro: estamos a las puertas de un cambio profundo en el mundo laboral. La cosas se están precipitando a un ritmo exponencial sin que muchos se den cuenta de ello, y en algun momento que se estima será alrededor del año 2020 —¡quedan menos de cinco años!—, se producirá un cambio masivo en la naturaleza de la mayoría de los empleos. Del tradicional presencialismo de 9 a 6, pasaremos a ver una demanda casi exclusiva del, mucho más adaptado a los tiempos, trabajador knowmad —nómoda del conocimiento—, un profesional capaz de trabajar por proyectos para varias empresas, casi con cualquier persona, en cualquier momento y lugar, principalmente de manera remota.

El “knowmadismo” tiene muchos más elementos interesantes que lo definen como tal —te recomiendo leer el libro de Raquel para profundizar sobre el tema. Pero vamos, que en lo que concierne al tema que estamos tratando, no hay vuelta atrás: tienes cinco años para colocarte en la mejor posición posible, lo que pasa necesariamente por convertirte en un knowmad cuanto antes, si es que quieres evitar el ostracismo laboral que se avecina para los que no hagan nada al respecto.

Suponiendo que te hayas asustado lo suficiente con lo que acabas de leer —honestamente, no es para asustarse tanto, simplemente expongo una realidad a la que aún estamos a tiempo de adaptarnos—, la pregunta que deberías hacerte ahora es, ¿y cómo me preparo yo para la que se avecina? La respuesta breve es aprendiendo a fluir. La respuesta menos breve: aprendiendo a fluir a dos niveles fundamentales.

Fluir a nivel macro

Igual que el trabajo del conocimiento propuesto por Drucker, el “knowmadismo”, propuesto por John Moravec en su libro Knowmad Society, es otro concepto fundamental para entender la naturaleza del trabajo en el siglo XXI. Como muy bien explica Raquel en su libro, ser knowmad no es una moda, es una necesidad. La realidad actual es la que es, y si hay una característica que la define más que ninguna otra, esa es la de la liquidez.

Efectivamente, dice el sociólogo Zygmunt Bauman, autor de Modernidad líquida, que la era de la modernidad sólida ha llegado a su fin. Quiere decir, por ejemplo, que ya no es realista aspirar a conseguir muchas de las cosas a las que antes era razonable aspirar, como un empleo fijo o una profesión para toda la vida. O dicho de otro modo, que un trabajador del conocimiento promedio debe esperar cambiar, no sólo de trabajo, sino de profesión, varias veces a lo largo de su carrera.

Por si esto fuera poco, en unos años tampoco podremos aspirar a empleos presenciales con horarios de 9 a 6. Ni a trabajar para una única empresa, o desde nuestro cubículo, de manera aislada. Tendremos que aprender a fluir para adaptarnos a una realidad en constante cambio. Ser knowmad significa dominar el arte de fluir dentro de nuestra actividad laboral, aplicando el conocimiento y experiencia acumulados a lo largo de los años en distintos ámbitos, con distintos “clientes”, compartiendo con otros profesionales —ya sean por medio de redes sociales o por comunidades de práctica—, cocreando mediante las redes productivas que propone mi amiga y colega artesana Paz Garde, desarrollando continuamente nuevas competencias, digitales y no digitales… y un largo etcétera.

Y esto es sólo el principio. La realidad seguriá cambiando, y ello nos obligará a seguir fluyendo por derroteros que hoy somos incapaces siquiera de imaginar. La mentalidad knowmad ha venido para quedarse. Es lo único que puede ayudarnos a sobrevivir laboralmente en la modernidad líquida en que estamos sumergidos.

Fluir a nivel micro

Pero fluir a nivel macro no es suficiente. Como trabajador del conocimiento —y la inmensa mayoría de los profesionales del siglo XXI lo somos—, también debes aprender a fluir en tu trabajo diario, en el sentido que propone el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi en su ya clásico Fluir, una psicología de la felicidad.

Todos experimentamos de vez en cuando esos momentos de máxima concentración, en los que el tiempo parece pasar volando y sentimos que, por un rato, somos felices haciendo lo que hacemos. Pues bien, está demostrado que es justo durante estos momentos cuando alcanzamos cotas de máximas productividad personal, estando totalmente conectados con la tarea que tenemos entre manos, dando lo mejor de nosotros mismos.

En un entorno laboral hipercompetitivo, en el que siempre hay más cosas por hacer que tiempo disponible para hacerlas, resulta fundamental ser muy buenos haciendo dos cosas: (1) identificar aquellas actividades que nos permitan alcanzar de manera más eficiente los resultados que deseamos, para luego (2) poder fluir poniendo lo mejor de nosotros mismos en esas actividades de alto valor, lo que no sólo nos permitirá ser más eficaces, sino que nos hará experimentar más momentos de felicidad.

Esta forma de fluir en el trabajo, en la que no solo somos más eficientes y felices —aprovechando los estados de flujo—, sino que somos más eficaces —fluyendo con actividades previamente seleccionadas por su impacto potencial en nuestros objetivos—, es lo que caracteriza al knowmad de alto rendimiento. Una forma de trabajar que tiene en cuenta los tiempos líquidos en que vivimos, totalmente opuesta a la denominada gestión del tiempo, que surgió cuando los tiempos eran mucho más sólidos que ahora. Una forma de trabajar que tiene que ver con la gestión de la atención, y con un concepto que va más allá de la simple productividad personal: lo que en OPTIMA LAB denominamos efectividad personal.

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