Aquellas mujeres

Este es también el día de aquellas mujeres a las que nunca les explicaron que había un día dedicado a ellas. O que la sociedad debía caminar de forma decidida hacia la igualdad de género. Quizá algunas ni siquiera lo hubiesen entendido y, lo que es más, incluso compartido. Son muchas de las que nos amamantaron, nos educaron y nos lavaron las rodillas repletas de hollín. Las que nos hicieron creer que los reyes venían de Oriente y se colaban por nuestras ventanas con nocturnidad. Son las que preparaban nuestros cumpleaños con tortada de merengue y las que se pasaban la noche antes de nuestra primera comunión envolviendo bocadillos en papel. Las que también nos envolvían los bocatas para el cine en periódicos. Las que nunca se quejaban por el trabajo que suponía llevar adelante una casa repleta de hombres. Las mismas que, a medianoche, velaban nuestro sueño, hacían guardia y se levantaban sin remilgos para atendernos cuando la fiebre nos subía. Las que te inculcaban que comer mucho y estar rollizo era sinónimo de estar sano. Las que nos vestían de domingo y nos mandaban a misa. Las que nos decían que uno se podía morir después de tanto sudar, cuando volvías de jugar al fútbol, si bebías agua fría. Las que no te dejaban bañarte en la playa después de comer porque se te cortaba la digestión… Son y fueron nuestras madres, y en algún caso también nuestras tías y abuelas, mujeres de aquella generación perdida donde lo más importante para ellas era que la gente que les rodeaba fuera lo más feliz que pudiera. Algunas ya no están entre nosotros, pero su recuerdo será permanente mientras vivamos.