Revista Arquitectura

Arquitectura y futuro: una visión personal

Por Jaumep

Arquitectura y futuro: una visión personal Este artículo recoge mis impresiones (dispersas, ordenadasprecariamente) sobre el debate celebrado el 15 de diciembre pasado en la RocaBarcelona Gallery, resumido en el artículo anterior.
El propioplanteamiento del tema (poner juntas las palabras arquitectura y futuro) teníaun cierto morbo: la profesión está tensa y ávida de respuestas ante unacoyuntura económica increíblemente difícil, mezclada con una cierta hostilidadsocial: la crisis estalló por la construcción, y nosotros la lideramos; laasociación de ideas (compleja y, cuando no se matiza, totalmente injusta) esfácil.
El planteamiento deltema quedaba matizado por dos factores importantes y complementarios: quién lopromovía y en casa de quién se hacía.
Roca es una empresapoderosa. Lo es, fundamentalmente, porque se ha trabajado serlo, a través deuna buena estrategia empresarial (es obvio que es así: de lo contrario laempresa no existiría ya), a través de su internacionalización, con todos losriesgos que ello implica: clientes difíciles por el choque cultural, relacionesa muchos niveles diferentes, incluido el político. Roca ha realizado,además, investigación y desarrollo de nuevos productos. Y ha protegido a losarquitectos, que han ayudado decisivamente a la empresa en todo este proceso:también en muchos otros, como la difusión, la promoción, el marketing y laconstrucción de nuevas sedes. Esta confianza es optimista, e indica, entre otrascosas, la consideración por parte de la empresa que la crisis no es un cambiode paradigma respecto de los arquitectos: se nos continua considerando loslíderes de la construcción. Por último (y a consecuencia de esto), Roca cuidamucho su difusión entre los arquitectos, a quienes nos mantiene informados delo que hace. Por tanto, el debateno implicaba sólo arquitectos: implicaba una empresa que cedía un espacio, unlogotipo, unas herramientas de difusión, una oficina de prensa. Implicó,también, a otras empresas y profesionales de disciplinas tagenciales. Implicóromper la endogamia.
La intención deldebate era inherentemente optimista. Tan sólo el planteamiento de la pregunta(arquitectura y futuro) es optimista: nadie se la formula para contestar que nohay y retirarse. Roca aparte, hubo enel debate arquitectos que representaban instituciones y políticos: elAyuntamiento de Barcelona y el FAD. No hablo del CSCAE, aunque sea un vehículode relación, por ser una institución formada por arquitectos. La política es lares pública, y situar en el debate un cargo político que representa directamenteun cargo electo es situar, por representación, a la ciudadanía. A la sociedad.Esté como esté la política, sea cual sea nuestro nivel de crítica respecto delsistema actual, esta democracia, más o menos imperfecta, legitima a susrepresentantes para hablar en su nombre. Por tanto, habíaempresas, representación social… y arquitectos.
La crisis actual essistémica. No la hemos creado los arquitectos ni el mundo de la construcción,que pasa una crisis brutal dentro de la crisis. Ojo: nuestro colectivo no lacreó, pero, como parte de la sociedad que es, también se aprovechó del panoramaanterior. Tras Seseña hay arquitectos. Intentad averiguar quién construyóPolaris World: saldrá un estudio prestigioso, premiado, que nunca se hadecidido a publicar este proyecto como suyo. Ellos sabrán. Desde el momento enque los diversos colegios profesionales desarrollaron unas estructurashipertrofiadas creyendo que nadaban en la abundancia, todo el colectivo seaprovechó de ello. Muy pocos lo denunciaron. El resto se dejaba llevar o mirabahacia otro lado. Tan sólo unos pocos avisamos. Y, probablemente, más desde laperspectiva que da el haberse quedado al margen que por una voluntad dedenuncia real. La crisis no se puedesolucionar desde la res pública, por mucho que estuviese presente en el debate:no hay dinero. Por tanto, empatía, palabras, hechos incluso, pero sin recursos.Y, por encima de todo, la certeza absoluta que el sector se ha de redefinir. Deesta necesidad versó el debate. Pero no nos engañemos:la redefinición de la profesión es, para la gran mayoría, un tema coyuntural:así que se pueda, quien pueda volverá donde estaba. Los estudios que hacíangrandes proyectos los han seguido buscando fuera. Me da la impresión que eldebate sobre la sostenibilidad no es tanto un tema de convencimiento como unademanda impuesta exógenamente. La crisis no cambiará el colectivo hasta que losarquitectos individuales que han decidido, de veras, cambiar, o formarse deacuerdo con los nuevos valores, no se decidan a liderar un cambio que vendrámás por vía decreto que por medio de una epifanía colectiva. En otras palabras:Paco el Pocero siempre tendrá quien le firme una nueva urbanización.
Creo que la discusiónversa más sobre el rumbo que va a tomar la arquitectura culta que no sobre elgrueso de lo construido. Una derivadaimportante del debate fueron los propios arquitectos. Actualmente, hablar ennombre del (o referirse al) colectivo con propiedad es casi imposible. Laarquitectura, pero, da dos cosas importantes. Incluso hoy en día: conscienciasocial y dinero. Por mucho que todos nos quejemos, da dinero. A la comparacióncon otros colectivos profesionales (con independencia de su nivel de estudios)me remito. Una subderivada es si este mucho dinero da para mantener estructurasempresariales potentes. Hasta ahora este debate era falaz: sencillamente noexistió mientras las cosas funcionaron. Voluntariamente.
Fijémonos, si no, enel mundo anglosajón: históricamente, las familias Adam, Wood y Nash mantuvierontres generaciones de arquitectos rindiendo a un buen nivel, sin casivariaciones de calidad internas en sus estudios. Seguro que Robert Adam o JohnNash eran mejores que el resto de sus familiares, pero el salto de calidad nodesmerece las realizaciones de la familia. Actualmente: el estudio de MarcelBreuer sigue en activo. Marcel Breuer muere en 1981. Más espectacular: KevinRoche tiene un estudio que sobrevivirá a su muerte. Su estudio no se funda: esla continuación del estudio de Eero Saarinen, muerto en 1961. El estudio deSaarinen era, ya, el de su padre, trasladado de Europa a América. El estudio deFrank Lloyd Wright, convertido en fundación, sigue en activo, gestionando laobra del maestro y construyendo ocasionalmente. El estudio de Emery Roth(muerto en 1948) sigue en activo. SOM (Skidmore, Owings & Merrill) sigue,obviamente, en activo: Nathaniel Skidmore se jubila en 1938. Si aquí tuviésemosestas estructuras empresariales sería mucho más sencillo negociar una políticade honorarios coherente.
Igualmente:consciencia social y dinero. Este hecho nos deja prácticamente fuera de lapirámide social. La profesión, tal y como la conocemos hoy en día, es herederade la figura del arquitecto que ha aparecido en el Renacimiento: el que dibujaperspectivas centrales, el ojo de Dios. El del arquitecto. El que construyepara los sátrapas. Y no históricamente (hablar de los Medici es falaz):¿Cuántos estudios se están frotando las manos pensando en la construcción deCorea del Norte y Cuba? ¿O cuántos aspiran a construir en China, o en Qatar? Laarquitectura y el poder absoluto se entienden bien. El despotismo ilustrado esla raíz, incluso, de nuestro modo de trabajar. No juzgo: me limito aenunciarlo. Y a hacer notar que estas reflexiones radicales tienen respuesta encolectivos de arquitectos (ahora minoritarios) que pretenden trabajar de otromodo. No sé si lo van a conseguir. Un trabajador social,un médico, un antropólogo, necesitan sumergirse en la sociedad físicamente.Nosotros no. La nuestra es una de las profesiones voyeur por excelencia. No quiero, pero,ahondar en el debate de la consciencia social (y el de la consciencia de locolectivo) más allá de lo que se necesita para contextualizar el debate.
La perspectiva quetenemos sobre la sociedad es doble: vemos y somos vistos. Esta mirada de lasociedad nos ha sacudido: por la imagen que damos, por lo que hemos hecho.Porque (como parte de la sociedad que también somos, en esta posición extraña)hemos participado de lo que había antes.
Por tanto (este es unode los puntos más calientes del debate) hemos de salir de esta solos. ¿Cómo?Depende. Las instituciones nos buscan trabajo: modelo Barcelona, auditorías,rehabilitaciones por decreto-ley. No es esta la clave.La clave es convencer a la sociedad. Nuestra posición relativa respecto deella. Nuestro grado de implicación. Y, por encima de todo, el valor diferencialque seamos capaces de ofrecer. A menudo me pongo enla piel de un cliente. Si, después del decreto-ley sobre la rehabilitación, elmodo de rehabilitar las casas no cambia no tendré la más mínima autoridad moralpara defender este decreto cuando alguien me pida consejo. Puedo ofrecer misideas y mi trabajo, pero si no somos todos, si un aparejador hace igual de bienel trabajo… no va a tener sentido. Ninguno. Ídem con lasauditorías: ¿Exportar el modelo Barcelona? ¿Dará resultados o, sencillamente,Calcuta pagará por tener un sello colgado en su sala de plenos municipal? Si esesto segundo encarguemos directamente a cualquier diseñador gráfico competentede los de Barcelona un sello molón. Porque no va a servir para nada.
Percibo una profesiónpolarizada: los que quieren resistir y los que, de veras, se creen un cambio. Una de las gracias delevento era, precisamente, el choque entre estas dos sensibilidades. El corte,diría, es generacional. Casi obviamente. Destaco la actitud deVicente Guallart. Guallart no es un título de arquitecto. Es un arquitecto.Piensa como un arquitecto. Piensa en soluciones desde la arquitectura.Proyectadas. Creadas. Con iniciativa. Repartiendo juego. Su enunciado de lasrespuestas multiescala es importante: indica perspectiva respecto de su cargo. Destaco la figura (ylas palabras) de Ariadna Cantís: su opción personal predicar con el ejemplo. Labúsqueda activa del trabajo. La obertura a nuevos caminos profesionales. Elajuste a presupuestos tendientes a cero. La difusión de su trabajo. Y la elecciónde lo que nos muestra: una reflexión permanente sobre la profesión; enseñarcolectivos jóvenes, reflexionar sobre su continuidad, su modo de madurar, deescalarse. De transformarse para sobrevivir y expandirse o desaparecer.
Arquitectura y Futurofue una piedra de toque. Valiente por lo que tiene de posicionamiento global,de visibilidad. Y, obviamente, sin otra conclusión que el “depende de nosotros”inicial. Tampoco hace falta. Lo importante es el proceso.
Una última reflexión,sobre este debate y sobre cualquier otro: invitar a los presentes a reflexionarsobre el aspecto físico del debate. Sobre sus sensaciones al margen de laspalabras. Como si fuese una película muda. Una invitación a mirar las fotoscomo si fuesen un ensayo visual: hemos de reflexionar sobre el hábito y sobreel monje. Imaginar exclusivamente lenguajes corporales. Esta perspectivapermitirá que aclaremos mejor quiénes somos. Y la identidad da, por encima decualquier otra cosa, el futuro. Arquitectura y futuro: una visión personal
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