Prácticamente no hay un mes del año donde no exista alguna migración de aves en nuestras latitudes, salvo quizás enero. Así, sin solución de continuidad con la migración prenupcial, de viaje a los lugares de cría, se notan los primeros movimientos postnupciales, de retorno a los de invernada. Las primeras que se hacen notar en este sentido son las gaviotas reidoras, que ya a mediados de junio ocupan estuarios y ensenadas como las de Llodero con interesantes bandos.
Las primeras jóvenes nacidas en el año se suelen registrar en Asturias a finales de junio, como así ha sucedido esta temporada. Las gaviotas reidoras ocupan una distribución muy amplia en el Paleártico, pero es casi seguro que estas migrantes tempranas provienen de las poblaciones del oeste de Europa y llegan aquí bordeando el litoral.
Sólo unos pocos días después que las reidoras se presentan aquí las gaviotas cabecinegras, en este caso con muy poco intervalo entre adultas y jóvenes. Seguramente proceden también de las poblaciones del oeste de Europa.
A finales de junio o principios de julio se pueden registrar las primeras aves limícolas en migración postnupcial. Para mí los primeros esta temporada fueron dos chorlitejos grandes.
En julio se vuelve a ver también la silueta característica del zarapito trinador en los estuarios. Esta especie es un migrador temprano, ya desde julio, pero en esta época a diferencia de la primavera apenas se detiene en tierra y los bandos se observan en migración activa.
La primera especie de limícola que suele aparecer en buenos números es el archibebe común, con grupos de jóvenes a mediados de julio. De esta manera pude registrar un bando de 15 el día 17/07 en la ensenada de Llodero. El archibebe común cría en latitudes templadas en el continente europeo.
De esta manera, a estas alturas del año la migración postnupcial se encuentra ya en pleno funcionamiento. Ocupa más de la mitad del año, de junio a diciembre, y nos permite disfrutar de la naturaleza en su total expresión.