La causa que nos ha transmitido la historia para darle excusa a esta acritud en el carácter fueron las ansias de venganza y el esclarecimiento del legado de su querido tío y padre adoptivo Julio César, al cual quedó estrechamente ligado –incluso monetariamente hablando- después de ser nombrado en su testamento.
Sin embargo, todo hay que decirlo, con el establecimiento de su mandato sin competidores, tras ser nombrado Princeps – Primer ciudadano -, poco a poco su carácter se fue ablandando. Algunos piensan que ocurrió porque su cruzada personal acabó, otros por las circunstancias del momento y otros por consejo de sus íntimos en asuntos del estado. Pero fuera como fuese, lo cierto es que fue Augusto quien dio inicio al momento histórico que se conoció como Pax Romana, que algunas veces se llama Pax Augusta en honor a él.
Este período pacífico –que no fue tan pacífico como se cuenta y aquí lo explicamos más detalladamente- se inició en el año en el año 29 a. C. después de que se proclamara la victoria contra Marco Antonio en Actium y se acabara con las insurrecciones de Hispania y de los Alpes.
La paz se simbolizó cerrando las puertas del Templo de Jano Quirino, que se mantenían abiertas durante el tiempo en que Roma estaba en guerra y, anteriormente, solo habían estado cerradas en dos ocasiones desde la fundación. Para confirmar la gran destreza en política exterior de Augusto, no se puede dejar de mencionar que él mismo volvería a cerrar las puertas de este templo en dos ocasiones más durante su mandato, en el año 25 a.C. y en el año 13 a.C.
Poco a poco, este estado se fue inculcando en el pueblo y se empezó a publicitar el concepto de paz, que tuvo su proclamación con la ceremonia y el levantamiento del Ara Pacis. Tanto es así, que este período se extendió durante doscientos años y algunos historiadores marcan su final en torno al 180-190 d.C.
- Vida de los Césares - Suetonio (Libro electrónico)
- Césares - José Manuel Roldán (Libro electrónico)
- Wikipedia - César Augusto
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