Mari Ito (Tokio, 1980), presenta en la Galería Esther Montoriol un acercamiento al deseo como pulsión primordial del ser humano, a la herencia primitiva y/o animal que nuestro consciente lucha por controlar o, como mínimo, mesurar para desarrollar una conducta social viable. Y como todo viaje por realidades subconscientes, El origen del deseo –nacimiento–, cuenta con las mismas reglas físicas y estéticas que caracterizan la producción de la artista, donde encontramos elementos apropiados de la tradición pictórica de su país, ecos al Yamato-e o las líneas contemporáneas del surrealismo nipón. A través de ellos, Mari Ito se formula preguntas como «¿Por qué vivimos donde vivimos? ¿Cómo decidimos cómo expresar nuestros sentimientos? ¿Por qué actuamos según una escala de valores determinada?», asegurando que con las obras de esta muestra se ha dirigido a la semilla de estas cuestiones, explicando así el vínculo de muchas de ellas al mundo vegetal o la humanización de sus formas florales, una vegetación de un país imposible pero no menos maravilloso.