Revista Cocina
Si a algo eran aficionados los romanos era a las fiestas. Y en esas ocasiones no podía faltar el vino. Una vez más, la tecnología actual permite no solo degustar comida romana, sino también saborear sus vinos. Esta posibilidad se debe a la labor de un grupo de arqueólogos y enólogos españoles que han logrado elaborar varias clases de vinos tal y como lo hacían los romanos.
«Nuestro objetivo es recuperar un producto muy apetecible», asegura Alejandro Vera, uno de los arqueólogos responsables del proyecto y miembro de Baetica, la marca que han creado para comercializar hasta cuatro variedades diferentes de estos caldos.
Uno de ellos es el Muslum, muy famoso en la antigüedad. La clave era endulzarlo con miel para producir un segundo fermentado.
Era un vino muy tradicional al inicio de las comidas, como una especie de aperitivo antes de los banquetes.
Muchos autores hablan en sus obras de la importancia de este vino en las mesas del Imperio. La cena comenzaba con un aperitivo, en el que se saboreaban principalmente quesos y frutos secos, entre otros productos ligeros. El Mulsum siempre acompañaba este momento, sirviéndose templado o caliente.
Las otras variedades son el Antinoo, un vino de violetas elaborado siguiendo las indicaciones los gastrónomo romanos Apicio, el Sangvis -con pétalos de rosa- y Mesalina. «Roma democratiza el vino. Hace que forme parte de toda la sociedad», explica Vera. Sin embargo, los vinos complejos de Baetica no estaban al alcance de la mayoría de la población, sino de la élite aristocrática romana.
El precio de la botella es de 5,80 euros. Muy asequible teniendo en cuenta que su contenido se basa en una técnica de hace dos milenios.
Fuente: laverdad.es