Para muchos es un lujo dedicar un tiempo al mediodía para el descanso, pero lo cierto es que una cabezadita de pocos minutos puede ser muy reparadora. Es más, los médicos lo están recomendando para mejorar la salud y el rendimiento. Según el mayor estudio realizado sobre este tema, dormir después de comer al menos durante 30 minutos, podría reducir hasta un 37% la mortalidad coronaria.
Este importante beneficio se nota sobre todo en los hombres activos laboralmente: en ellos la posibilidad de sufrir un accidente coronario se reduce hasta un 64%.
Un grupo de científicos de la universidad de Harvard aseguró, tras estudiar este hábito, que este pequeño descanso diario puede resultar incluso tan beneficioso para la salud como una noche completa de sueño.
Mejora el rendimiento en el trabajo
Además de que la siesta es buena para la salud, también lo es para el rendimiento laboral, ya que con un pequeño descanso se consigue un grado de relajación que permite afrontar la tarde en mejores condiciones. La prueba es que algunas empresas, de Estados Unidos y Japón, ya han incluido en sus jornadas laborales una hora de tiempo después de comer para que sus empleados la inviertan en dormir o relajarse.
Y es que se ha desmostado que una siesta favorece las habilidades de aprendizaje y memoria, estimula la creatividad, relaja las tensiones laborales y aumenta el rendimiento de los trabajadores por la tarde, cuando la mayoría lo hace “a medio gas”.
De hecho la sensación de “morriña” después de comer se produce principalmente porque el cerebro necesita un descanso para afrontar la tarde en condiciones óptimas.
El hecho de que se esté haciendo la digestión también influye, pero no es el factor principal.
Muchas empresas que han incorporado la siesta a sus técnicas para optimizar la labor de sus trabajadores, han habilitado salas de relax con cómodos sillones para dormir y relajarse, una vez comprobados los beneficios laborales, mentales, físicos e incluso anímicos que produce.
¿Cuánto debe durar?
Los expertos recomiendan no prolongarla más allá de los 30 minutos, y el motivo es bien sencillo: si se sobrepasa la media hora, se entra en una etapa de sueño mucho más profunda (lo que se conoce como la fase REM), en la que despertarse ya no resulta tan fácil. El sobreesfuerzo que eso genera es el responsable de que tras las siestas prolongadas, te levantes de mal humor, incluso con la sensación de no haber descansado lo suficiente. Para facilitar que ese parón no se alargue más de lo deseado, es conveniente que descanses en un sofá o incluso en una hamaca al aire libre, pero no en la cama.
Contraindicaciones
Afortunadamente, la siesta es una práctica recomendable a todo el mundo. Solo las personas que tengan problemas de insomnio deberían evitarla (al menos durante un tiempo superior a los diez o quince minutos) ya que si duermen más podrían dificultar la solución a su problema.
También puede ser perjudicial para aquellos individuos que tienen problemas con los ciclos sueño-vigilia, como las personas que trabajan en turnos de noche, o más aún, para todos aquellos que tienen turnos rotativos (un mes de día, al siguiente de noche…), si es tu caso, procura que no sobrepasar los 10 o 15 minutos.