Tener la sombra de unos grandes retratistas o sentir en la nuca el aliento de Delacroix hace peligrar cualquier intento de llamar la atención del público, y más si eres un artista que se expresa a través de instalaciones u objetos descontextualizados. Digamos que esa es la difícil tarea del binomio Bestué-Vives en la actual programación del CaixaForum Barcelona, que con sus Acciones en el Universo, muestra visible hasta el 20 de mayo, coexisten con el resto de salas y con una producción antitética pero no por ello menos interesante.
A modo de recorrido, los artistas barceloneses nos invitan a sumergirnos en sus obras, aprovechando en todo momento un intrincado espacio que, a medida que avanzamos por él, va perdiendo integridad y sofisticación hasta morir en la realidad. Pero, como se suele decir, lo importante no es el destino, sino el camino, y en éste encontramos distintas realidades que, a su vez, se mueven entre lo interno y externo, recurriendo a la figuración explícita, los textos explicativos (donde hayamos ligeras influencias dadaístas) y conatos de interacción con el visitante, que en todo momento se puede sentir una parte activa de la instalación.
Porque la principal virtud del trabajo de David Bestué y Marc Vives, unidos artísticamente desde el año 2002, es su fidelidad a las percepciones de aquellos que contemplan sus obras, que por muy abstractas y metafísicas que sean nunca pierden su sutil vínculo con la cotidianeidad, elemento que todos compartimos y en la que puede encajar tanto un absurdo estético como la ironía más punzante. Acciones en el Universo nos obliga a reflexionar pero también a sonreír y disfrutar de un viaje por un país lúdico y de lenguaje asequible, un diálogo juguetón fácil de seguir y en el que, en caso de perdernos, rápidamente recuperamos el hilo.
Por todo esto y por el cúmulo de sensaciones que nos ofrecen al adentrarnos en su universo, salas pobremente iluminadas y pasajes estrechos incluidos, podemos decir que estamos ante una muestra brillante, sorprendente (si se desconoce la producción de ambos artistas) y con la que podemos empatizar desde el primer momento al demostrarnos que puede llegar a ser tan confusa y retorcida como la vida misma.
Fotografías cortesía de la Fundación “la Caixa”. (c) Ángel de la Rubia