Revista Cultura y Ocio

biopics divergentes

Publicado el 11 febrero 2015 por Libretachatarra


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LA TEORÍA DEL TODO / EL CÓDIGO ENIGMA
data: http://www.imdb.com/title/tt2980516 / http://www.imdb.com/title/tt2084970
Películas basadas en vidas reales, de dos grandes genios científicos: Stephen Hawking y Alan Turing. Ambas están basadas en un libro, ambas tratan la vida de genios que debieron enfrentar grandes desafíos, ambas tratan de mentes que juegan en el máximo nivel de abstracción mientras el resto del mundo apenas puede intuir hacia dónde van.
Los dos personajes tienen una gran historia para contar. Y el reto para cualquier guionista es de qué modo se va a encarar esa historia. Bueno, hay dos actitudes y dos películas. El modo aburrido lo encarna Anthony McCarten para adaptar el libro de Jane Hawking, la primera esposa del cosmólogo; más imaginativo, con más sustancia, una estructura más audaz, es la adaptación de Graham Moore al libro de Andrew Hodges. El resultado final es que salimos del cine sintiendo que conocimos a Alan Turing y que tenemos que hurgar en Internet para rozar la periferia de la vida de Stephen Hawking. Queda claro quién hizo las cosas correctas y quién no.
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“La Teoría del Todo” fracasa por su corrección. El guión está muy apegado en no contrariar a Ms. Hawking y todo está mirado desde un lado muy pasteurizado, sin grandes dudas ni conflictos. El guión no ha llegado al hueso de la trama para descubrir las necesidades de cada personaje. Si la película logra sostener cierto interés es porque la historia de Sir Hawking es tan poderosa que hasta se permite brillar en un guión mediocre. Para los que no lo conocen, Hawking era un estudiante común de cosmología hasta que le diagnostican una enfermedad neuromuscular progresiva (el Mal de Lou Gehrig o Esclerosis Lateral Amiotrófica) que lo dejaría sin movimiento en poco tiempo. Con un pronóstico de sólo dos años de vida, Hawking se enfoca en descubrir la teoría que unifique la Teoría de la Relatividad con la Mecánica Cuántica, resumida en una solitaria y elegante ecuación que explique el Universo todo. Y en su búsqueda, a despecho de una enfermedad que lo va jaqueando, Hawking postula el inicio del Universo (¡y el tiempo!) a partir de un agujero negro. No sólo Hawking no murió en dos años: ya va por los 73 y sigue sumando.
Lo de Turing no es menos espectacular. Hoy escribimos esta nota en una computadora y la subimos a Internet gracias a una computadora, donde usted la deben estar leyendo en una computadora también. Pero cuando el mundo no pensaba en una máquina como esa, hubo un hombre que postuló cómo debía ser este tipo de máquina, cómo debía ser su diseño, de tal modo que abrió todo un campo de investigación inexistente para su tiempo. Como si eso fuera poco, Turing fue el cerebro del equipo que en los años de la Segunda Guerra Mundial logró romper las claves de la Máquina Enigma, el artificio nazi para enviar mensajes encriptados a sus tropas. Esa hazaña permitió a los Aliados anticiparse a los ataques alemanes y fue clave en el triunfo final. Si Hawking luchó con la enfermedad, Turing batalló contra la estupidez de la sociedad. Y si nos preguntan, no sabemos decir cuál carga es más pesada de llevar. Porque por su homosexualidad (considerada delito en la Inglaterra de esos años), Turing fue obligado a llevar una terapia hormonal que culminó en suicidio en 1954. El hombre era un genio. La sociedad se encargó de destruirlo sistemáticamente.
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Ésa es una idea central de “El Código Enigma”: el hostigamiento de la sociedad hacia una mente brillante. El genio debe dedicar parte de su tiempo, no al esfuerzo de resolver los enigmas del mundo, si no a “descender” a la mediocridad del conjunto, para que éste lo acepte. Esa lucha es desigual (la estupidez siempre tiene la primacía del número sobre el talento), frívola, desgastante, pero sobre todas las cosas, solitaria. Turing no puede aislarse del mundo; pero busca una compañía, una mente tan capaz como la suya, aunque tenga que fabricársela.
“El Código Enigma” sortea los problemas del didactismo en el cine. Esconde lo esencial de la contribución científica de Turing y enfatiza el lado humano. El nudo del conflicto de “El Código Enigma” no es cómo va Turing a quebrar el código alemán, sino cómo sobrevive Turing en ese ambiente. Todos desconfían de él, nadie puede seguir su razonamiento, tiene enfrentada a media inteligencia británica. Pero su punto de apoyo para lograr la victoria es Joan Clarke, tan brillante como él, pero con mayor empatía social. Si Turing ha sido discriminado por homosexual, Clarke lo ha sido por ser mujer. Arduas etiquetas en esa época.
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El guión de Graham Moore quiebra la línea temporal, en un ida y vuelta entre la juventud del protagonista y sus últimos días. Cada cambio en el tiempo, refuerza una idea vista antes, explica un momento de la evolución de Turing. En ese sentido, sin ser una estructura original, es mucho más dinámica que la linealidad de “La Teoría del Todo”. El centro es la Segunda Guerra Mundial para “El Código Enigma”. En esa hazaña está todo Turing, todos sus problemas y toda su genialidad. Y también la gente que lo rodea y la que lo dejará al pasar el tiempo. La patética soledad de Turing, en las escenas finales, resguardando a Christopher es la clave del filme, como indicamos en unos párrafos anteriores. Ésa es la historia que prefirió contar Moore: la del hombre detrás del genio.
“El Código Enigma” tiene la muy buena actuación de Benedict Cumberbatch que regala una interpretación muy cercana al “Holmes” televisivo: un hombre de altísimo coeficiente intelectual socialmente nulo. Lo de Eddie Redmayne es más convencional. Tiene un logro que es bajar del bronce a Hawking, actuarlo sin sentirse víctima del destino. Pero lo suyo es más plano, sin sutilezas ni grosor. No terminamos de creerle que sea Hawking, siempre tenemos presente a Redmayne actuando a Hawking. Y ése es un problema.
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En suma, de las dos, nos quedamos con “El Código Enigma” por lejos. Y entre los dos personajes, nos quedamos con los dos, no perdemos a ninguno, porque son dos mentes descomunales de las que muy de tanto en tanto aparecen por el mundo.
Mañana, las mejores frases de “El Código Enigma”; el viernes, las de “La Teoría del Todo”.


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