Revista Espiritualidad

BOUGAINVILLE: los indígenas platenses (1767)

Por Josep Pradas
Seguimos con el relato de Bougainville, todavía anclado en el Río de la Plata. Está esperando la ocasión adecuada para zarpar rumbo a la Malvinas con la misión de retornar el establecimiento francés a los españoles, que lo reclaman. Dado que los reinos español y francés son aliados, se ha llegado al acuerdo con rapidez. Más adelante dedicaremos una estrada a esta interesante cuestión. En el siguiente fragmento, Bougainville describe a los indígenas que habitan la región bonaerense:
Los naturales que habitan esta parte de América, al norte y al sur del río de la Plata, son del número de los que no han podido ser todavía dominados por los españoles, y que llaman indios bravos. Son de mediana talla, muy feos y casi todos sarnosos. Su color es muy bronceados, y la grasa con que se frotan continuamente los hace todavía más negros. No tienen otro vestido que un gran manto de piel de corzo que les cubre hasta los talones, y en el que se envuelven. Las pieles de que está compuesto están muy bien curtidas; ponen el pelo para adentro y el exterior está pintado de diversos colores. El distintivo de los caciques es una banda de cuero con que se ciñen la frente; está recortada en forma de corona y adornada con placas de cobre. Sus armas son el arco y la flecha; se sirven también del lazo y de las bolas. Estas bolas son dos piedras redondas del tamaño de una granada de dos libras, encajadas una y otra en una banda de cuero y atadas a cada una de las extremidades de una tripa retorcida de seis a siete pies de longitud. Se sirven a caballo de esta arma como de una honda, y alcanzan hasta doscientos pasos al animal que persiguen.
Estos indios pasan su vida a caballo y no tienen morada fija, al menos cerca de los establecimientos españoles. Vienen algunas veces con sus mujeres para comprar aguardiente, y no dejan de beber hasta que la embriaguez les deja completamente sin movimiento. Para procurarse licores fuertes venden armas, pieles y caballos; cuando han agotado sus recursos, se apoderan de los primeros caballos que encuentran cerca de las casas y se alejan. Algunas veces se reúnen en tropas de doscientos a trescientos para robar bestias en las tierras de los españoles o para atacar las caravanas de los viajeros, asesinan y hacen esclavos. Es un mal sin remedio. ¿Cómo domar una nación errante en un país inmenso e inculto, donde sería hasta difícil encontrarla? Además, es tos indios son valientes, aguerridos, y ya no es aquel tiempo en que un español hacía huir mil americanos.

FUENTE: Bougainville, Viaje alrededor del mundo. Madrid, Espasa-Calpe, 1966, parte I, cap. II, pág. 34.

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