El nuevo documental de Paradiso contó con el apoyo de la Comisión Nacional Asesora para la integración de las Personas con Discapacidad (CONADIS).
Entre los estrenos programados para mañana jueves 23 de julio, figura el documental Aguas abiertas de Marcia Paradiso. La película se proyectó por primera vez hace poquito más de un mes en el Centro Cultural Haroldo Conti y en el marco del 16° Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos. Su inminente desembarco en el Gaumont debería ser una buena noticia para quienes le escapan al cine de entretenimiento que copa la cartelera porteña en plenas vacaciones de invierno.
El largometraje resulta atípico no sólo en este contexto preciso sino en un presente más extendido, en general signado por el culto a la individualidad (sobre todo a cierto modelo de individuo). De hecho, son escasas las producciones cinematográficas -también las televisivas- atentas a las experiencias educacionales que aportan su granito de arena al proyecto de una sociedad menos prejuiciosa y más inclusiva.
Paradiso describe en Aguas abiertas una realidad muy distinta de la que retrató en su trabajo anterior, Lunas cautivas. Sin embargo, da cuenta de un mismo fenómeno de superación -incluso de liberación- que sólo prospera en un ámbito colectivo y a través del ejercicio de una disciplina (en un caso artística; en el otro deportiva).
En este sentido, un grupo de chicos discapacitados que aprenden a nadar y se entrenan para competir en aguas abiertas no difiere tanto de un grupo de mujeres presas que asisten a un taller de escritura en la cárcel. Más allá de las diferencias evidentes, unos y otras tienen movilidad reducida, en algún momento fueron desahuciados y encuentran la manera de desmentir diagnósticos y pronósticos desfavorables a través de una actividad reparadora, a fuerza de temple, compromiso, solidaridad, y con la contención de pares y maestros.
En el caso de la película que se estrena mañana, Paradiso describe con sensibilidad y notable capacidad de síntesis un proceso de aprendizaje y entrenamiento que lleva años. La cámara acompaña a los adolescentes Christian, Tobías, Joaquín, Facundo, Nicolás y a los profesores Marcelo y Gastón dentro y fuera del agua, primero, de la pileta cubierta, luego, de cara al sol en Tristán Suárez, Lago Escondido y Ramallo. El montaje a cargo de la realizadora y Federico di Brino articula una “historia real” que prueba las virtudes de la perseverancia y del trabajo en equipo.