Revista Cine

Breve encuentro (II): Michael Night-Shyamalan

Publicado el 06 mayo 2013 por Juanjo85

Las dos trilogías del en su día aclamado enfant terrible del fantástico

Breve encuentro (II): Michael Night-Shyamalan

Signs


A falta de ver su, por una parte, debut Los primeros amigos(Wide awake, 1998), un aparente y sin mayores pretensiones retrato sobre la amistad; su último trabajo hasta la fecha estrenado, El último guerrero (The last airbender, 2010) un también en apariencia (repito, no he visto, pero es de esas películas que simplemente no te atraen…así que no las ves. ¿No os ha pasado nunca? A mí me pasa con la trilogía- o yo que sé cuántas hay- de La guerra de las galaxias… cáiganme las hostias jajaja) film de acción; y, por otra, su último y esperadísimo trabajo (cuyo tráiler dejo al final de la entrada) After Earth, film de ciencia-ficción aventuresca con Will Smith que debería estrenarse a principios de verano y en el cual veremos si vuelve a sus célebres “finales sorpresa” que le dieron gran parte de su reputación hasta el ecuador de la pasada década, me centraré en el sexteto de trabajos más reconocibles de Michael Night-Shyamalan, un muy influyente- de ahí la terna de films, más o menos exitosos a nivel de crítica y/o público, que se estrenaron tras su El sexto sentido con el mismo tema, como El último escalón (Stir of echoes, David Koepp, 1999), Los otros (The others, Alejandro Amenábar, 2001), Lo que la verdad esconde (What lies beneath, Robert Zemeckis 2000) o The ring (Gore Verbinski, 2002)- realizador que se labró un gran prestigio (hasta ser considerado maestro) como creador fantástico con su “gran primera trilogía”, objetivamente hablando (esto es, para casi cualquier crítico y/o aficionado), compuesta por su célebre El sexto sentido (1999), El protegido (2000) y Señales (2002), para, tras ésta última, dilapidar tal prestigio (esto ya es más subjetivo…a nivel crítico; a nivel comercial sí sufrió su carrera un gran revés) con su, llamémosla así a tenor de su recepción comercial, “mediocre segunda trilogía”, compuesta por las incomprendidas El bosque (2004), La joven del agua (2006), y la (sólo) a priori, de acuerdo a su premisa, más interesante El incidente (2008), primer intento de recuperar un prestigio que ya pendía de un hilo. Veremos si lo recupera con After Earth.

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The sixth sense


De lo que no hay duda es de que tratamos con un realizador con un talento superior para crear miedo e intriga debido a la elegancia con la que mueve la cámara, además de la originalidad de los planteamientos (todo son ideas originales, no basadas en novelas) de sus cintas  (sinónimo en claro desfase y pronto desuso para referirse a “películas”, puesto que estamos en la era digital, pero bueno, con tal de no repetir tanto “película”…).

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The village


Nacido en la India aunque educado en un elitista colegio católico norteamericano, pertenece a la última hornada de directores norteamericanos anclados en la post-modernidad, aunque haya adquirido un reconocible estilo (el así llamado “estilo Shyamalan” con sus tres primeras películas) basado en lo contrario de todo lo que se lleva hoy en el cine americano más mainstream, es decir, efectos especiales por doquier y montajes vertiginosos y a la velocidad de la luz. Por el contrario, Shyamalan intenta capturar todo con su cámara y para ello se toma su tiempo.

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The happening


Trabajos como El protegido o Señales (para mí en particular, los más notables) cobran una fuerza y dramatismo sobrecogedores…al ser ficciones y además fantásticas, creando otro universo con imágenes, emociones y, también “realidades” que no son de este mundo- superhéroes y alienígenas, respectivamente- haciéndonos creer que lo fantástico existe en la medida en que creemos en ello y se toma conciencia del mismo. Así, el descubrimiento de su invencibilidad por parte del personaje de El protegido, por una parte, y la lucha contra los alienígenas del de Señales les lleva a comprender su misión en el mundo (el primero) y a descifrar los mecanismos nada fortuitos (o sea, las casualidades) de la vida de las personas (el segundo). Su mayor virtud, a título personal, reside en que, y ya centrándonos en el género de horror, Shyamalan sólo necesita un simple ruido, una imagen, una mirada…para aterrorizar a la audiencia. Sus planos nunca resultan ni demasiado largos ni demasiado cortos y, como ya se ha apuntado mueve la cámara con la elegancia que sólo tienen los grandes de verdad. Sin más, analicemos un poco más en detalle sus trabajos más reconocibles.
El sexto sentido (The sixth sense, 1999): con referencias visuales como El exorcista y temáticas como la aburrida Al final de la escaleray la interesante La escalera de Jacob, fue el primer gran proyecto que abordó Shyamalan, todo un boom en su momento que resultó un elegante y desasosegante cuento de fantasmas con toques de drama. Además, acercó el género de terror a un público más adulto, cuando normalmente sólo atrae a gente joven. Es la que se toma más tiempo para meter al espectador en la historia y además lo hace con una clase depurada (El protegido y Señales, con la misma clase por otra parte, te cogen de los huevos desde el primer minuto). A día de hoy me parece su realización “menos” perfecta (de la primera trilogía me refiero), siendo todavía, obviamente, un gran trabajo, con una excelente dirección artística, sobre un niño que, literalmente, convive con la muerte y un psicólogo que intenta ayudarle sin saber que tiene más cosas en común con el chaval de las que cree.
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Tiene alguna laguna de guión bastante ridícula (¿quién se cree que el personaje de Willis va a convivir el tiempo que convive con su mujer desde que le disparan y sólo el mismo Willis cree que su mujer está con él, pero sorprendentemente no le hace caso?), pero que se perdona gracias a los sustos (realmente estremecedores) que se producen en la primera mitad del metraje. Su fotografía es también visualmente arrebatadora, y su puesta en escena no deja nada al azar. Aclamadísima por la crítica, ganó un porrón de millones que hicieron que Shyamalan pudiera hacer lo que le diera la gana con su siguiente proyecto, el cual fue esperado con tremendas ansias por unos y con los cuchillos afilados por otros, para demostrar que Shyamalan era flor de un día (a día de hoy puede que no se equivocaran demasiado…veremos).
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El protegido (Unbreakable, 2000): sin duda y para el que esto suscribe uno de los films  más originales de los últimos 20 años. Tras el shock mundial que supuso su anterior propuesta El sexto sentido llegó algo complejo e incomprendido para el espectador medio, aunque no así para el fanático de su director, el cual esperaba con ansia su regreso. Tremendamente innovadora y revolucionaria, resulta a día de hoy un título de culto y una de las mejores reflexiones sobre el bien y el mal. Trata sobre la posibilidad de que en el mundo haya superhéroes y villanos “reales”, esto es, personas normales con trabajos normales, pasada por un prisma, valga la redundancia, “realista” (no hay ni un solo efecto especial). Dicha originalidad en el filme reside en cómo éste habla sobre el heroísmo (una postura totalmente opuesta al heroísmo made in Hollywood). Quizás lenta pero, al mismo tiempo, sofisticada narrativamente hablando. Como en todos sus filmes, Shyamalan no deja nada al azar en su puesta en escena: todo está milimétricamente calculado. En palabras del propio Shyamalan, “es perfecta. La obra definitiva sobre la mitología de los cómics”. Pero el público empezó a darle la espalda con una recepción algo fría. (También comentada en Lo mejor (I): 2000-2009).
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Señales (Signs, 2002): una historia mil veces vista- una invasión alienígena a nuestro planeta: La guerra de los mundos (The war of the worlds, Byron Haskin, 1953), Encuentros en la tercera fase (Close encounters of the third kind, Steven Spielberg, 1977) o Independence Day (Roland Emmerich,1996), por citar sólo algunas de las más conocidas, maridada con unas gotas de Los pájaros (The birds, Alfred Hitchcock, 1963) y La noche de los muertos vivientes (Night of the living dead, George A. Romero, 1968), teniendo quizás mucho más de estas dos últimas que de las tres primeras-  sirve a Shyamalan para contar una, precisamente eso, invasión alienígena desde un punto de vista totalmente intimista y/o minimalista, esto es, el de sus escasos protagonistas (una familia compuesta por un padre, dos hijos y el hermano del padre) que viven en el campo, donde aparecen, de la noche a la mañana, unas extrañas marcas en sus cosechas (de origen incierto en la vida real) y que deben enfrentarse solos a lo que pasa en el mundo. Con un trasfondo religioso algo blandengue (en su epílogo me refiero, no en su desarrollo, el cual es brillante, siendo una disertación sobre la fe, incluida su simbología y/o paralelismo con La Última Cena), Shyamalan no concibe este sci-fi horror como el cúmulo de convencionalismos o el desvarío de la imaginación que debería en principio ser y gracias a Dios (importante presencia en la película, por otra parte) no lo es. Así, no veremos grandes batallas ni estruendosos efectos especiales. Las señales del título no se refieren, en realidad, a los dibujos de las cosechas. Si en El protegido el personaje de Samuel L. Jackson le decía al personaje de Bruce Willis que “vivimos tiempos mediocres. La gente empieza a perder la esperanza. A algunos les cuesta creer que haya cosas extraordinarias dentro de ellos y de los demás”, en Señales, el personaje de Mel Gibson le pregunta a su hermano (Joaquim Phoenix), ya cuando están acojonados, si “¿eres de esa clase de personas que ve señales, milagros, o crees que la suerte de las personas es aleatoria? ¿crees que existen o que no existen las coincidencias?”.
Breve encuentro (II): Michael Night-Shyamalan

Así, durante toda la película Shyamalan nos atormenta (como así está el personaje de Mel Gibson) con hechos y/o “coincidencias”, a primera vista inconexos o incoherentes (evidentemente ya no una vez vista la película) como los recuerdos de la última vez que vio con su vida a su esposa, el asma de su hijo (“no me hagas esto otra vez…te odio” le dice el personaje de Gibson a Dios en el último acto de la película), la manía de dejar vasos llenos de agua por toda la casa que tiene su hija o incluso un bate de béisbol de su hermano colgado en el salón. Ésas son las llamadas señales, partes de un puzle perfectamente engrasado en el cual, como ya se ha dicho, nada es aleatorio y que hacen que el “final sorpresa” no lo sea tanto. Además, su epílogo (más que blandengue, como he apuntado, más arriba, resulta directamente infame) ha hecho que se vea Señales como una obra sobre la redención (el perdón y la culpa) católica- alimentada por la presencia de Mel Gibson (responsable final de La pasión de Cristo) y Shyamalan (educado en un colegio católico). Además, y dejando aparte esas conjeturas, tiene algunos lamentables lapsus de guión, como el hecho de que los alienígenas intenten invadir un planeta donde el 70% es…ejem… (no quiero desvelar partes vitales del relato, pero es tan difícil…) que, como pasaba en El sexto sentido, se perdonan por lo bien estructurado y terrorífico del relato, el cual resulta genial y muy emotivo. Para tanto fans de la ciencia-ficción como del drama más cercano y humano.
Breve encuentro (II): Michael Night-Shyamalan

El bosque (The village, 2004): Shyamalan es uno de esos escasos cineastas que crean una notable expectación con cada uno de sus estrenos y éste no iba a ser menos para alguien en plena forma tras la aclamada Señales. Pero para muchos, Shyamalan perdió, a los 90 minutos de metraje de su regreso, todo el prestigio acumulado en sus tres primeras obras, aunque no para mí, con ese twist final más sorprendente incluso que los de El sexto sentido y El protegido(aunque es mostrado bastante antes de lo que lo hacían sus anteriores trabajos). Incomprendida, habrá que esperar unos años (si no han pasado ya, que es se estrenó hace casi 10) para valorarla en su justa medida. Sigue los parámetros del fantástico en lo que respecta a su forma pero no así en su fondo.
Breve encuentro (II): Michael Night-Shyamalan

Así, apuesta más por el drama (una alegoría sobre las putadas de la vida) que por el terror, aunque evidentemente hay bastante de esto último, pues como ya se ha apuntado, Shyamalan no muestra sus cartas hasta aproximadamente la hora y media de cinta. Con un diseño de producción y una “ambientación” que nos remiten al siglo XIX, nos encontramos con una comunidad alejada de todo que vive apaciblemente y se alimenta de lo que ella misma cultiva. Vamos, una especie de comunidad amish. No pueden adentrarse en el bosque que limita sus dominios, pues se darían de bruces con unas criaturas malignas (“aquellos de los que no hablamos” dice el líder de la comunidad, William Hurt) a las que enfadarían y se liaría parda. Así, El bosque trata sobre los distintos tipos de miedo de los protagonistas, resaltando entre todos ellos el “verdadero” miedo a algo que no se sabe si es, precisamente eso, “verdadero”. Se han sucedido, desde su estreno, diversas visiones sobre el significado de la película: desde acusar a Shyamalan de comunista por “cerrar a su comunidad” al estilo de lo que hacen países como Corea del Norte, hasta paranoide, en un paralelismo con el gobierno USA en la época de mayor “esplendor” de Bush Jr, empeñado en ver “monstruos” (armas de destrucción masiva”) donde, quizás, no había nada.
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Cuenta, además, con un excelente reparto, donde a parte del ya mencionado Hurt, resuenan intérpretes del calibre de Sigourney Weaver, Adrien Brody o Joaquim Phoenix, pero la que destaca absolutamente es la hasta ese momento desconocida Bryce Dallas Howard.
La joven del agua (The lady in the water, 2006): Shyamalan rompió con Disney (con quien había firmado sus anteriores contratos, o sea, películas) y se fue a la Warner llevándose de la mano a Bryce Dallas Howard, quien empezó a ganarse el pan tras licenciarse en Arte Dramática con la confianza que Shyamalan depositó en ella en El bosque, reclutándola para esta fantasía llena de criaturas a cada cual más imaginaria (hadas, ninfas, etc.) y tachada por sus detractores de infantil e innecesaria, en la cual una especie de sirena viene de otro mundo a avisar al portero (Paul Giamatti) de un bloque de apartamentos de algo malo que va a pasar en el mundo, y el cual la ve merodeando por la piscina de dicho bloque y, al principio, como es lógico, no se cree nada pero poco a poco sospechará que quizá tenga razón.
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Sin final sorpresa esta vez y un fracaso de taquilla, todo el mundo se preguntó qué le había pasado al “nuevo Spielberg” como se le empezó a llamar a Shyamalan tras Señales. Víctima de la propia expectación previa creada en torno a la cinta, resulta, ésta vez sí, de lo más flojo (aunque peor sería su posterior El incidente) filmado por su realizador, aunque sigue creando el mismo misterio y suspense y moviendo la cámara con la misma parsimonia y elegancia. Además, al contrario que en sus anteriores trabajos, hay efectos especiales por doquier (las criaturas).
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Es un film que se disfruta si se conoce a su autor y se le sigue el rollo. Si no dices “menuda chorrada”, y te creerás estafado/a. Los créditos iniciales son ciertamente originales (con esas inscripciones antiguas que te van metiendo en la historia del Mundo Azul, poblado por gentes que viven en el agua y que hace siglos compartían el mundo con los humanos, hasta que el deseo colonizador de los humanos desterró a estos seres para siempre al agua.
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Podría decirse que el público dio la espalda a Shyamalan porque hizo “su” película, olvidándose de lo que quería el mismo público (fans y no fans). Su obsesión auteuril(escribir sus historias además de dirigirlas, y cagarse en todo aquél o aquella que intenta darle sugerencias sobre cómo mejorarlas) le resultó un arma de doble filo. Aún así, es un film disfrutable (ya he dicho) lleno de momentos de excelente cine. Y detrás de esos momentos existe, y esto ya depende del gusto de cada quién, una película (infantil eso sí) mejor o peor.
El incidente (The happening, 2008): el egocéntrico Shyamalan (un tío que se da papeles en todas sus películas, por tontos que éstos sean y que hasta mide, literalmente hablando, el tamaño de su nombre en los posters de sus films) volvió a romper con Warner tras la hostia de La joven del agua y se fue a 20th Century Fox, para los que filmó ésta El incidente, su primer título no recomendado para menores (hay más violencia) pero con un recalcitrante y moralizante (su primer título era The green effect…) tufillo a telefilme (pese a contar con intérpretes populares como Mark Wahlberg y, en menor medida, los secundarios John Leguizamo y la ascendente Zooey Deschanel) subiéndose al tren de la fiebre por el cine catastro-ecologista de la época- El núcleo (The core, Jon Amiel, 2003), El día de mañana (The day after tomorrow, Roland Emmerich, 2004) o incluso La guerra de los mundos (The war of the worlds, Steven Spielberg, 2005)- con este film de ciencia-ficción apocalíptica en el que parece que las plantas están hasta los huevos de que se les trate como una mierda y se ponen a escupir toxinas que matan al personal de muchas maneras distintas: pierden la habilidad para hablar y se acaban suicidando.
Breve encuentro (II): Michael Night-Shyamalan

Definitivamente su peor trabajo (a pesar de lo plausible no volver a usar efectos especiales, algo muy tentador en una película de esas características) a pesar de sus brillantes primeros planos (la idea de la película entera era, en sí, excelente) la cinta nunca engancha y el final resulta, como se ha dicho más arriba, irritablemente moralizante además de anticlimático. Al menos sirvió para descubrir a la bella Deschanel.
Veremos qué nos depara After Earth

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