Hace unas semanas fue el cumpleaños de una de mis hermanas y me pidió que le hiciera esta tarta. La llevara a casa de mis padres en otra ocasión y con el paladar tan diferente que tenemos es todo un éxito que guste a todos.
Me encanta el bizcocho del red velvet no solo por su sabor, sino también por lo jugoso que es. Se mantiene así incluso días después.
A Juan le gusta tanto que se lo tengo hecho para el desayuno, sin crema. Y con los recortes de las tartas se pone las botas!
Como os conté cuando hice los Red velvet mini cakes, la receta se la tomé prestada a Cristina. Juan ya la conoce como la del "Red velvet", ¿verdad, lechuguita Cris? jejeje.
Para esta versión prescindo del colorante del bizcocho y añado más cacao. En el relleno le pongo un toque de esencia natural de fresas que resulta delicioso. Me encanta esta crema porque sabe a petit suisse.
INGREDIENTES:
Bizcocho: (3 moldes de 15 cm)
- 2 huevos
- 240 gr. de harina
- 10 gr. de cacao en polvo sin azúcar
- 300 gr. de azúcar
- 250 gr. de aceite suave
- 1 cucharadita de vinagre blanco
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 1 cucharada de vainilla en pasta
- 1 cucharadita de sal
- 250 ml. de buttermilk
Relleno:
- 100 gr. de queso crema
- 100 gr. de mantequilla
- 175 gr. de azúcar glas
- una cucharadita de esencia natural de fresa
PREPARACIÓN:
Empezamos preparando los bizcochos. Si no tenemos buttermilk lo hacemos con 250 ml. de leche y una cucharada de vinagre o zumo de limón, removemos y dejamos reposar unos 10 minutos.Tamizamos los ingredientes secos en el mismo bol: harina, azúcar, cacao, bicarbonato y sal. En otro bol los húmedos: huevo, vinagre, aceite, buttermilk y vainilla.A continuación integramos los ingredientes húmedos sobre los secos poco a poco.Vertemos en los molces engrasados y con el horno precalentados a 180º horneamos unos 25 minutos.
Para el relleno batimos el azúcar glas y la mantequilla hasta que esté blanda y cremosa. Añadimos el queso crema y la esencia de vainilla y batimos hasta integrar. Ponemos un toque de colorante rosa para darle un poco de color.
Sacamos los bizcochos del frigo y los nivelamos con un cuchillo o una lira. (Aquí es cuando triunfa Juan que se come los recorte, jeje) Montamos la tarta en el plato donde la vayamos servir alternando capas de bizcocho y crema.
Una tarta que no tiene ninguna complicación y con un resultado fabuloso.