Arbois Pupillin. Ploussard de la cosecha de 2012. Viñedos en biodinámica sin certificar (ni falta que les hace) en Pupillin (Jura). Maceración semicarbónica. 30 días antes de descubar. Tienen fe en las levaduras de su viñedo: no hay otras en este vino. Embotellado sin clarificar ni filtrar. Sólo lleva los sulfitos de la fermentación alcohólica. El carbónico de esa fermentación es su única protección. No creo que le haga falta: este vino vuela en segundos una vez abierta la botella, protegida con lacre. Equilibrio entre el terruño, las condiciones de la añada, el tipo de uva y la mínima intervención del viñerón. Lo que dé la botella procederá del todo o del nada que la añada haya querido darle. Dicen Bruyere y Houillon: "el arte del vino consiste en poder transmitir 'el infinito' a quien está preparado para recibirlo". Añado un fragmento de letra de Gianna Nannini ("Contaminata"): "l'infinito vaga dentro" de botellas hechas por gente así.
Calor y fruta. Cerezas, campo, fresco del anochecer en un día de verano. Ligereza. Madroño. Prados y sus flores en primavera. Pureza. Integridad. Agua de uva. No sé si existe: sirope de granada (con sifón). Bucle en mi memoria: sirope de frambuesa con sifón. Arroz con pollo, conejo y verduras. Una buena sopa de cebolla. Invierno fuera, calor y buen ambiente en tu corazón y en tu cuerpo. Vino que tira al monte con una fuerza y una suavidad grandes. La acidez y la fruta se abren paso con las horas. Y esa ladera de monte preñado de mes de junio. Vacas. Tomme. Levadura. Mantequilla y pan. Fluidez. Más zumo de granada y el corazón de madera de la fruta: amargor y bondad. Sonrisa. Vino sencillo. Añada sin alardes. Vino bueno.