Revista Expatriados

Budismo y nacionalismo en Sri Lanka (6)

Por Tiburciosamsa
Vidyalankara Pirivena había sido creado en 1875 para producir monjes bien formados que pudieran contrarrestar a los misioneros protestantes y revivir el budismo srilankés. Con el paso del tiempo y bajo la influencia de las ideas de Dharmapala, fue ideologizándose y convirtiéndose en un centro de agitación anticolonial, donde se propagaban las ideas de la supremacía budista y de la revitalización de la cultura cingalesa.  Vidyalankara Pirivena jugó un papel clave en el desarrollo de la idea de que los bhikkus podían y debían intervenir en política.

El 13 de febrero de 1946 la facultad del monasterio aprobó unánimemente una resolución que declaraba que los monjes deberían ser políticamente activos. A quienes les criticaron, les respondieron que no habían entendido bien la doctrina del karma y del renacimiento. Allí donde Anagarika Dharmapala al menos unía activismo social con acción política, los monjes sólo se fijaban en lo segundo. Según ellos, esperaban que su campaña sirviera para “hacer de Sri Lanka un dharmadvipa (luz del Dharma), enriquecer el budismo y hacer al pueblo libre de sufrimiento y enfermedades y hacerles íntegros, y hacer de os monjes una categoría de personas que no se limitan a existir, sino que trabajan generosamente por el bien de la religión y sus creyentes.” Las declaraciones grandilocuentes y llenas de grandes intenciones como ésta siempre me dan grima y más, como suele ocurrir, cuando van seguidas de la fundación de algún movimiento político. En este caso la Organización Unida de los Bhikkus de Sri Lanka. Quien más hizo para que triunfase la idea del bhikku activista político fue un profesor de Vidyalankara Pirivena, muy conocido en Occidente por su libro de divulgación “What the Buddha taught”: Walpola Rahula. Mucho menos conocida en Occidente es otra obra suya de 1946 que ejerció una influencia enorme en Sri Lanka: “Bhiksuvage Urumaya”, traducida al inglés como “La herencia del bhikku”.En esta obra, Rahula define cuál debe ser el papel del monje en la vida social, cultural y política. Rahula defiende que los bhikkus tienen derecho a involucrarse en política y en actividades sociales y se apoya en lo que afirma que era su papel en el antiguo reino de Anuradhapura. Los bhikkus tienen la misión de evitar el declive del budismo en el país y según Rahula, en los tiempos antiguos: “Los bhikkus en aquel tiempo consideraban su deber sagrado involucrarse tanto en el servicio de su país como en el de la religión”.No estoy muy seguro de que Buda hubiera estado de acuerdo. Por cierto que ya puestos a ser racistas, Rahula afirmó que Sri Lanka es un país budista cingalés, dado que el 70% de su población la componen budistas cingaleses. ¿Y el restante 30%? Está claro: que se jodan. Bueno, que se jodan o que les jodan. En una entrevista que Rahula concedió a The Sunday Times durante el conflicto con los tamiles, cuando le preguntaron si con el espíritu de “maithri” (el amor) y la paz no seria posible dialogar hasta con los insurgentes del LTTE, su respuesta más que la de un monje fue la que habría podido dar el Cheney de sus buenos tiempos cuando le preguntaban por Osama bin Laden. “¿Qué paz y que “maithri” hay cuando los terroristas en el norte y el este están intentando dividir nuestro país?Las elecciones de 1956 supusieron la victoria del Mahajana Eksath Peramuna (Frente del Pueblo Unido) que agrupaba al Partido de la Libertad de Sri Lanka, al Lanka Sama Samaja Party y al Singala Bhasha Peramuna (Frente del Idioma Cingalés). El Frente hizo campaña en favor de la imposición del cingalés como único idioma oficial. Fue en esa campaña cuando por primera vez se hizo sentir el peso político que podían tener los bhikkus. En 1952 el Congreso Budista Pan-Ceilanés había creado una Comisión Budista de Investigación que publicó un informe incendiario titulado “La traición del budismo” en el que acusaba al gobierno de haber descuidado los intereses del budismo en beneficio de los católicos. Así calentados, los bhikkus se implicaron en la campaña electoral del 56, que introdujeron el tema de la defensa del budismo y las tradiciones cingalesas en la campaña y se involucraron activamente en ella. Mejor todavía, se atrajeron a otros sectores sociales, como los maestros, los campesinos y los médicos ayurvédicos, a los que sumaron a su causa.En algún momento en este proceso de politización, los bhikkus se olvidaron de las enseñanzas budistas sobre el respeto a la vida. En 1959 Mapitigama Buddharakkitha, el abad del principal templo budista, instigó el asesinato del Primer Ministro S.W.R.D. Bandaranaike, aduciendo que no había aplicado las políticas nacionalistas por las que le habían votado. Bueno, eso y que no le había concedido algunos negocietes que le había pedido. Durante la investigación del asesinato, se descubrió que Buddharakkitha además de bhikku era un pájaro de cuidado: estaba envuelto en diversos negocios y chanchullos, consumía güisqui con regularidad y se tiraba a la Ministra de Sanidad.

Una vez que el budismo se hubo convertido en un elemento político no hubo manera de devolver ese genio a la botella. Los ejemplos serían innumerables. En los sesenta, L.H. Mettananda creó el Bauddha Jatika Balavagaya (BJB) para exponer el papel de Acción Católica, cómo estaba controlando los medios de comunicación e incluso cómo habia estado detrás del fallido golpe de estado que varios altos oficiales cristianos intentaron en 1962. Lo bueno del nacionalismo es que ninguna denuncia es lo suficientemente absurda para él. Todo lo que contribuya a demonizar al adversario, cuela. 

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