Revista Cultura y Ocio

'Buenos días, tristeza' de Françoise Sagan

Publicado el 22 septiembre 2014 por Carm9n @Carmenyamigos
'Buenos días, tristeza' de Françoise Sagan
Dentro de apenas dos días, el 24 de septiembre, se cumplirá ya el décimo aniversario del fallecimiento de Françoise Sagan. Y puede ser este un buen momento para recordar la novela, su primera novela, que le catapultó a la fama con apenas dieciocho años y que en su momento destapó el escándalo. 
"A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesiona, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan solo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento. Hoy, algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás. Aquel verano yo tenia diecisiete años y era completamente feliz." 
Así da comienzo Buenos días, Tristeza, una novela corta- no llega ni de lejos a las doscientas páginas- que constituye casi en su totalidad el flashback en el que Cécile nos narra aquel verano que marcó sus vidas, la de Raymond, Anne y la suya.
Raymond, el padre de Cécile, es un rico y atractivo viudo cuarentón, aficionado a las mujeres, que entran y salen de su vida con increíble facilidad, y a las fiestas; en definitiva un bon vivant que acepta de muy buen grado todos los placeres que la vida le puede ofrecer. Cécile es una adolescente que dejó en internado dos años atrás y desde entonces vive con su padre se ha acostumbrado a su estilo de vida frívolo y a la vida mundana y de lujo que le ofrece. La relación entre ellos es muy buena; Cécile le adora y Raymond la trata por momentos como adulta, al permitirle ciertos excesos, pero en otros como a niña. Y en ese vaivén entre niña y adulta se mueve, y se pierde, Cécile.
"El amor al placer, a la felicidad, representa el único aspecto coherente de mi carácter"  

'Buenos días, tristeza' de Françoise Sagan

Françoise Sagan (1935-2004)

Los dos se encuentran, junto con Elsa, la joven  y atractiva amante de turno del padre, de vacaciones en una preciosa villa en la Riviera francesa. Todo discurre ociosamente entre sol y arena, vida libre y desenfadada y los primeros escarceos amorosos de Cécile, que conoce allí a Cyril, un joven universitario. La llegada de Anne, antigua amiga de la madre de Cécile, por invitación de Raymond, lo trastoca todo a ojos de Cécile. La adolescente, que es una muchacha egoísta, hedonista y manipuladora, ve tambalearse la relación estrecha con su padre y el frívolo estilo de vida que están viviendo. Anne no es como la amantes de Raymond; no es joven sino de su edad, sobria, elegante, disciplinada y de moral un tanto más tradicional que los otros dos miembros del grupo. Y a Raymond parece gustarle. La rivalidad por las atenciones de Raymond ha comenzado. Cécile contará con la colaboración de Elsa y Cyril. El desenlace de toda la trama abrirá el sendero de la tristeza que está por venir.
¿Y el escándalo? Pues el escándalo que supuso en su momento se produjo, sobre todo, por la desinhibición sexual de Cécile, que mantiene relaciones sexuales a esa temprana edad y además sin estar enamorada sino como búsqueda de su propio placer. Las cosas han cambiado mucho desde los años 50 del siglo pasado pero, aunque en este sentido ya se han superado según qué amoralidades, Buenos días, Tristeza, se ha convertido en atemporal como novela sobre la culpa y el remordimiento, y sigue mereciendo ser leída.  Aunque contada por una adolescente y protagonizada por otra adolescente la novela no puede ser considerada una obra destinada para el público juvenil. El tema que plantea, la evolución psicológica del personaje y la relativa profundidad de algunas reflexiones la alejan de la literatura juvenil al uso.
El lenguaje es sencillo, que no simplón, ágil, fresco, muy fotográfico. La lectura se hace rápida y muy amena. Si os ponéis a leerla una tarde, aún os dará tiempo al acabarla de ver la versión cinematográfica dirigida por Otto Preminger con David Niven, Deborah Kerr y la joven y preciosa Jean Bergg como protagonistas. 

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