Revista Opinión

Burbujas temporales sociales

Publicado el 10 abril 2013 por Vigilis @vigilis
No sé si está descrito en algún sitio, pero ¿no creéis que hay gente que parece vivir en otra época? No me refiero a personas diagnosticadas con algún tipo de demencia o, sin ser diagnosticadas, que la padezcan. Me refiero a gente aparentemente normal. Personas capaces de realizar tareas cotidianas con elevadas tasas de éxito. Por ejemplo:
  • Cruzar una calle sin ser atropellado al menos el 60% de los intentos.
  • Comprar un pez.
  • Tardar menos de diez minutos en abrir una cerradura usando un llavero con menos de cinco llaves.
Vale, puede que estos sean niveles mínimos exigibles de lo que entendemos por normalidad (o pasar desapercibido). No os fijéis en eso. De lo que quiero hablar es de los que se abandonaron. La ciudad no es para mi. Dentro del cajero hay un chinito. Los ordenadores me dan miedo. Para lo que me queda en el convento... etc.

Burbujas temporales sociales

Ojo, no se confunda este fenómeno con la actitud «¡viva antes! ¡viva lo antiguo!»

Gente que vive en una burbuja indestructible. Gente rodeada por una especie de campo de fuerza transparente, incoloro e insípido (?). Una especie de salto interdimensional del grosor de una pompa de jabón. Aquí estás en 2013, aquí en 1992. Aquí estás en 2013, pero aquí en 1980.
Imaginaos un escaparate de una tienda de electrónica. Televisores, bien, reconocibles. Lavadoras, bueno, bastante bien. Neveras, bien (pero ya las hay de colorines, cuidado). Blu-ray... «¿eso qué es?, ¿un vídeo?». Ya empezamos a fallar ahí.
No critico el desapego por la modernidad artificial que nos meten con calzador, aparentemente dirigida a adolescentes, pero con gran público en la mediana edad. No. Tampoco me refiero a aquellos que deciden pasar de tonterías y centrarse en las cosas importantes (por ejemplo, quienes sabiamente rechazan el sushi, ya que aquí, que yo sepa, no pasamos hambre. Anda que si los japos tuvieran espacio y materias primas iban a estar comiendo pescado crudo envuelto en algas).

Burbujas temporales sociales

Ah, la vieja fisiognomía.

Me refiero a una especie de disonancia temporal. A la aparición de una especie de cómputo temporal alternativo al objetivo, universal y realmente existente (es decir, aquel que se basa en la velocidad combinada del planeta, del sistema solar y de la galaxia respecto al instante de nacimiento/creación del tiempo). Salen de un aparcamiento y en lugar de pagar en la caja, vas a la garita a pagarle al conserje.
Personas que si se ponen unas gafas de 3D (modernísimas, creo que fueron inventadas hace 60 años), se derriten como el malo de El arca perdida. Transeúntes que saludan a todo el mundo con el que se cruzan. Y no en un camino rural en medio del monte, sino en plena Gran Vía madrileña o Juan Flórez coruñesa.
—Buenos días, señora.—¿Qué?
¿A partir de qué momento pierde uno el contacto con lo que le rodea? Un adolescente o una adolescenta (gracias ZP!) al que le mole mucho un tema (fútbol, videojuegos, menearse la sardina, ir de compras con las amigas, maquillarse), está a la última en ese tema. (Por cierto, la expresión «estar a la última» hay que ir sustituyéndola). Pero se irá haciendo mayor y poco a poco será adelantado por gente llena de granos y voz de trompeta. Ser consciente de ese momento es quizás el primer síntoma de estar creando esa burbuja espaciotemporal de la que os hablo.
Burbujas temporales sociales

Y es algo horrible, porque puede que llegue cualquier idiota y te dedique un artículo en su blog riéndose a tu costa.
Tengo para mi que hay una forma temprana de identificar este fenómeno. Que el presunto afectado vea Akira, Origen y Cabeza borradora; si es incapaz de explicar al menos dos de las tres películas, es que está incubando un salto psicotemporal personal. A partir de ahí, a mi no me preguntéis, que no tengo ni idea de lo que hay que hacer.
 

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