Revista Ciencia

Carbonero y mariposa de los muros

Por Pin
El carbonero común Parus major es el menos forestal de los páridos que pueblan Asturias, nidificando en cualquier lugar que tenga un mínimo de arbolado. A partir de mediados del otoño, además, se vuelve errático y comienza un peregrinaje por la campiña en busca de alimento, y esto hace que nos lo podamos encontrar en cualquier lugar. Hoy, en un pequeña ruta por la zona de Podes, un macho de carbonero capturó una oruga y se dispuso a comerla a unos pocos metros de mí.
Carbonero y mariposa de los muros
El carbonero común es un ave fundamentalmente insectívora, en especial en época de cría en la que captura orugas, lombrices y otros invertebrados sin cesar para alimentar a su numerosa prole. En otoño e invierno también consume semillas, pero se trata sobre todo de frutos secos (pipas, avellanas, cacahuetes...) y por esa razón es para ellos una fuente de atracción el instalar comederos artificiales. En la campiña de Gozón este tipo de alimento no es muy habitual, y siguen dependiendo en gran manera de las existencias de insectos.
Carbonero y mariposa de los muros
Entre todos los tipos de alimento prefieren los carboneros las orugas, por supuesto, porque poseen un gran valor nutritivo. Por eso debe constituir una buena reserva para él la reserva de larvas de mariposa de los muros Pararge aegeria, que en Gozón debe estar disponible prácticamente todo el año. Hoy mismo vi volar, cerca de donde observé este carbonero, cuatro mariposas, entre ellas ésta que pude ver libando en unas caléndulas.
Carbonero y mariposa de los muros
El ejemplar en cuestión, una hembra, parecía bastante fresco además, como recién eclosionado, y es que empiezo a pensar que no hay un mes del año en que esta mariposa no vuele en nuestro concejo.
Carbonero y mariposa de los muros
Carbonero y mariposa de los muros
Los carboneros comunes son muy sensibles a los inviernos, un elevado porcentaje de ellos no la supera, y por eso las nidadas suelen ser muy numerosas, para compensar este hecho. Una forma de superar este hándicap es desplazarse a zonas bajas, donde estas fuentes de alimentación más nutritivas, como las orugas, son más abundantes. Un ejemplo más de las intrincadas interconexiones que rigen las vidas de los seres vivos.


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