El carricerín común es un migrador transahariano. Su área de cría se reparte por gran parte de Europa y la parte occidental de Asia, e inverna en África al sur del Sáhara. Dentro del continente europeo se encuentra por buena parte de la fachada atlántica. Sin embargo, en la Península Ibérica es esporádico como nidificante. Cría en carrizales, cañaverales y diferentes ecosistemas ligados a las zonas húmedas. En las migraciones también aparece ligado a estos humedales, pudiendo observar alguno en la campiña de forma esporádica.
Como ya comenté, en Asturias aparece casi exclusivamente en migración postnupcial, a partir del mes de julio. Así, e
n la ría de Villaviciosa, en un estudio del Grupo de Anillamiento Torquilla, fue la especie más anillada entre 2004 y 2006, con 250 ejemplares de media, y las capturas en primavera sólo supusieron el 6%.¿Por qué ocurre ésto? La explicación habitual dice que la migración de primaveral es más "oriental". Sin embargo, en el este de la Península Ibérica es un ave escasa en cualquier época. Por ejemplo en El Hondo (Alicante) sólo se anillan 2 ejemplares de media por año. En una campaña reciente llevada a cabo en 2018 en los humedales de la Comunidad Valenciana, el carricerín común es bastante más escaso que otros paseriformes anillados.
La clave nos la puede dar el humedal de La Nava, en Palencia. Este humedal es uno de sus puntos claves en migración de otoño, pero resulta que también es frecuente en Primavera. Así, fue la especie más capturada durante las campañas de anillamiento primaveral de 2005 y 2006 representando más del 30% de las primeras capturas (alrededor de 500 ejemplares de media por año).
Por los datos de recapturas se sabe que los carricerines que pasan por Asturias proceden de toda la fachada atlántica europea, desde Francia hasta Noruega. ¿Qué ocurre entonces en realidad? Lo más probable es que en migración primaveral las aves den un primer salto para superar el desierto del Sáhara, repongan fuerzas en humedales del norte de África o del interior de la Península Ibérica, como La Nava, que en condiciones normales y tras las lluvias del invierno tendrán alimento suficiente, y de ahí den un segundo salto hacia sus áreas de cría.
En otoño, una vez terminada la reproducción, sus primeras fuentes de alimentación para reponer fuerzas pueden suponerlas los humedales cantábricos, aún verdes y rebosantes de insectos, y por eso estas zonas suponen una parada estratégica para estas aves. Por eso, la explicación más sencilla es que en primavera simplemente nos saltan por encima.