Revista Cultura y Ocio

Castillo de Luna

Publicado el 18 febrero 2014 por Siguelashuellas
Castillo de Luna, AlburquerqueCastillo de Luna, Alburquerque

Castillo de Luna

Castillo de AlburquerqueLa primera entrada conduce a una galería guarnecida en su parte izquierda por robustas murallas, y la derecha, por las faldas abruptas del propio castillo, que en invierno, como si de una postal antigua se tratase, suelen lucir cubiertas de verdín, plantas trepadoras y naturaleza extremeña llenando las oquedades más diminutas. La subida continúa por una rampa escalonada, propia para hacer difícil entradas enemigas, obligando a presentar flancos a los vigías que una vez se apostaron en sus muros; y ya al final de la sinuosa calzada, otra impresionante puerta se abre entre dos señoriales cubos unidos por un telón amurallado dando acceso al patio de armas. Un vez dentro, -si la suerte quiere que ese día no haya demasiada afluencia de público, como suele suceder de lunes a viernes- el silencio puede palpable, tanto que, a poco que la sensibilidad aflore, resulta casi imposible sustraerse a esa extraña sensación que produce estar rodeados de piedras milenarias estando con poca gente alrededor. Es entonces cuando en un patio de armas colmado de historia parece expandirse el olor a pólvora… a leyendas de aceite hirviendo vaciándose muralla abajo, a susurros de entresijos señoriales… asedios, odios, venganzas, tensiones y ambiciones capitales… ¡qué no habrán visto esas piedras!
Castillo de AlburquerqueApostados en las murallas, una masa de encinas se extiende hasta donde la vista alcanza remedando un mar de jade. Achaparradas, las copas de los árboles se mecen con más o menos fuerza, según los caprichosos vaivenes del aire. Y mirando, dejando vagar la vista por ese infinito de encinas, en algún momento los fantasmas que cualquier castillo que se precie está obligado a tener, se revelan antojadizos exigiéndote pensar en ellos, sus antiguos habitantes, los que una vez rebuscaron  enemigos apostados en las mismas murallas en las que ahora nos acodamos dejándonos llevar por esa historia labrada a fuerza de batallas inacabables, y de las que Lino Duarte, en su libro Historia de Alburquerque, da buena parte llevándonos de la mano para internarnos sigilosamente en un mundo que  ahora casi parece de película. Cuenta Don Lino que:
Castillo de LunaSegún consta en las Crónicas de la Monarquía de León, Alburquerque, después de un largo asedio almohade, fue tomado por Don Fernando II en el año 1166, cuando ya llevaba reinando nueve años, y que fue durante su reinado y el de su hijo Alfonso IX cuando se crearon la órdenes militares de Alcántara, Santiago y Calatrava, aunque la primera ya existía con otro nombre. Pero, un castillo no estaba concebido para que la paz reinara en su interior,… era erguirse una torre de homenaje y expandirse en el aire la llama de la ambición, quizá por eso en 1184, el emperador Jusuf, junto con los gobernadores de Sevilla, Murcia, Córdoba y Granada combatieron contra Fernando II de León arrebatándole a los cristianos Alburquerque, Alcántara, Trujillo, Cáceres y otras ciudades; tal y cómo consta en el Cronicón de Coimbra, donde se dice que devastó toda la Extremadura.
Castillo de AlburquerquePero, como no hay bien ni mal que cien años dure, en 1217 el Castillo de Alburquerque del Reino de Badajoz nuevamente fue ganado a los moros bajo el mando de Don Fernando El Santo que, poco después y en agradecimiento a la fidelidad y ayuda recibida en su lucha por la conquista de Andalucía, colocó al frente de la codiciada fortaleza a su pariente Don Alonso Téllez de Meneses, persona principal del Reino de León. Alburquerque quedó pues bajo su amparo, sin embargo ello no fue impedimento para que los moros de Badajoz abandonasen la idea de conquistarlo de nuevo. Era una plaza demasiado codiciada. Su posición geográfica, entre otras cuestiones, se convirtió en un objetivo que llevó a que durante años sus murallas no pudieran verse libres ni un solo día de soldados vigilando la amplísima extensión que ante ellos se abría. Fueron tiempos de continuas correría e incursiones de los amos de Badajoz invadiendo una y otra vez los campos cercanos, poniendo en incesante jaque a los cristianos. A Meneses le costaba defender tantas y continuadas invasiones por lo que al final decidió fundar un Fonsado (huestes feudales compuestas por individuos que como vasallos del Señor estaban obligados a prestarle servicio militar o fonsaderas, a cambio del disfruto que en feudo se les daba; después, en los tiempos de paz, cuando la cotidianidad alejaba el fantasma de las guerras, esos feudos eran ocupados para la agricultura, consiguiendo con ello otro bien de imperiosa necesidad:  la repoblación de la villa)
Castillo de LunaSiete largos años duraron las luchas contra el Reino de Badajoz. Siete años de incursiones casi diarias que, a fuerza de ofensivas cada vez más atrevidas, Meneses no dudó en pedir apoyo, recurriendo incluso al Papa, Onorio III, para que los Caballeros de Santiago acudieran en su auxilio cuando fuese necesario (recogido en la bula de la Orden de Ucles de 1225; poniendo de manifiesto el hecho de que ya en esa fecha la población de Alburquerque pertenecía a la Sede De Badajoz)
Alonso Téllez de Meneses fue un bregado español que había asistido a las batallas de Las Navas de Tolosa. Podría decirse que él fue el fundador de Alburquerque, y que durante su ocupación y la de sus sucesores se acometieron en el castillo las obras de reparación que terminaría situándolo en prodigiosas condiciones de defensas.
Castillo de AlburquerqueLa villa siempre fue objeto de deseo. Había sido conquistada por los reyes cristianos mucho antes de que el Reino de Badajoz saliera del poder de los árabes Su historia, cargada de ofensivas, ha llegado hasta nosotros no solo a través de numerosos documentos. También quedó grabada en los pródigos escudos de armas que aún lucen en las fachadas algunas casas. Un paseo por sus calles te lleva, sin necesidad de grandes despliegues imaginativos, a convertir en presente un pasado lejano; actualmente representado en la feria medieval que cada verano, durante tres días, consigue devolvernos a la vida de aquel 1256, cuando aún se cobraban los diezmos que íntegramente iban a parar a las arcas del Señor. Hasta que el obispo de Badajoz, Fray Pedro, viajó a Segovia para ajustar o convenir con el Rey la forma en que en adelante deberían cobrarse.
Aunque las obras realizadas por Meneses habían convertido el castillo en una fortaleza a tener en cuenta por el enemigo, fue el cuatro de agosto de 1276 (perteneciente a la era de 1376) cuando Don Alonso Sánchez, hijo de Don Dionisio de Portugal, se lanza a una obra de importancia colosal, haciendo del recinto una fortificación inexpugnable. Las obras duraron años, terminándose en la época en la que ya reinaba su hijo, Don Juan Alfonso Sánchez, tal y como consta en una inscripción que mandó colocar en la Puerta de Alcántara conmemorando la reedificación del castillo y la construcción de las murallas (actualmente la placa se encuentra en el interior del patio de armas).
Castillo de alburquerqueEn 1354 Alburquerque seguía en la mente de los gobernantes que contra viento y marea seguían ambicionándolo. Su enclave era vital para el poder, por ello, en ese año, Pedro de Castilla sitió el pueblo, aunque sin atreverse a asaltarlo. La fortaleza se erguía monumental, temerosa, inquebrantable y siempre vigilada por una gran guarnición. Quince días duró el asedio, y viendo que por la fuerza no iba a ser posible la conquista, el de Castilla gestionó alianzas que tampoco fructificaron, no recibiendo ni siquiera el apoyo de sus más leales y fieles servidores. En tanto, en el trono de castilla era proclamado Don Enrique II de Trastámara, que de inmediato se dedicó a recompensar a personas y villas que en su larga y tenaz lucha contra Don Pedro I lo habían apoyado. Y Alburquerque había sido precisamente uno de los pueblos más dispuestos a defender su causa, por lo que ni dudó a la hora de devolver el favor otorgándole multitud de privilegios. Tantos que incluso llegó a conocérsele por el sobrenombre de El De Las Mercedes.
Castillo de LunaSucedía que el principio de cada reinado solía caracterizarse por un cambio total y absoluto de las personas que habían ocupado cargos públicos, por ello era rutina que el Alcaide del castillo se dirigiera al monarca expresándole las franquicias, derechos y privilegios que durante los anteriores reinados había disfrutado la villa, suplicándole que tuviera a bien no variar las costumbres. Así vemos como en Medina del Campo, el día 10 de diciembre de 1380, Don Juan I dio una carta de privilegio en la que dice que García González de Herrera, Alcaide del Castillo de Alburquerque le había expuesto que esta villa no pagó nunca monedas, alcabalas, servicios ni salinas, ni otro pecho ni tributo alguno, suplicando que tuviera a bien ratificar tales prerrogativas (por supuesto siendo estas concedidas).
Curiosamente durante su reinado Alburquerque suena poco en la historia, probablemente porque no ocurren hechos de interés.
Castillo de AlburquerqueHay que viajar de nuevo en el tiempo para llegar a las luchas entabladas entre el Rey Don Juan II contra Don Pedro y Don Enrique de Castilla. Y otra vez otro sitio del castillo, otra vez otra lucha encarnizada, esta dirigida por el Condestable Don Álvaro de Luna. El sitio llegó a ser tan largo que el Infante Don Pedro buscó la manera de burlar la vigilancia de sus guardadores consiguiendo salir del castillo y huir por Portugal para después llegar a tierras de Zamora. El Infante en su huida no dudó en arrasar a su paso campos, robando e incendiando cuanto encontraba, hechos que el Rey tuvo en cuenta para dar a Don Álvaro la administración del maestrazgo de Santiago, junto con la villa y Condado de Alburquerque.
Aparece por fin en la historia del pueblo el hombre que da nombre al castillo que ahora vemos erguirse como si algún conjuro mágico impidiera hacer grandes mellas en sus piedras. Fue Don Álvaro un personaje muy discutido, y según la historia que recoge el libro de Don Lino Duarte, sobre su origen no hay unanimidad…parece ser que era hijo de Don Álvaro de Luna, Señor de Cañete y Jubera, Copero Mayor del Rey Enrique III, y hermano del Arzobispo de Toledo, Don Pedro de Luna, entrando al servicio de Don Juan II en calidad de paje, llegando después a ser su Gran Valido.
Castillo de AlburquerqueCuando las luchas de los Infantes de Aragón, Don Enrique y Don Pedro, contra Don Juan II y su favorito terminaron, Alburquerque, el pueblo de Las Mercedes, población siempre mimada gracias a su maravillosa situación fronteriza y a su inexpugnable fortaleza, por obra y gracia de Juan II, que pareciéndole pocas todas las dádivas de las que ya gozaba, quiso afianzar aún más el afecto de sus moradores otorgándole también algunas donaciones. Una de las más importantes, la mayor seguramente, fue la anexión a su término el lugar llamado de Cinco Villas, cercano a la ribera de Albarragena…
Alburquerque por fin entró en un periodo de paz que duró hasta que se produjeron las capitulaciones de la villa, donde Beltrán de la Cueva tomó posesión del pueblo tras un derramamiento de sangre. Posteriormente, ya durante el reinado de los Reyes Católicos, el pueblo entró en un periodo poco significativo en la historia.
Castillo de LunaDurante la independencia de Portugal, y tras la muerte de Felipe IV, el término municipal de la villa fue sitiado y arrasado por el General portugués Matías de Alburquerque con: nueve mil infantes, dos mil caballos, quinientos dragones, ocho piezas de artillería y mil quinientos gastadores. El sitio duró dos días pero a pesar de todo el despliegue el portugués no consiguió apoderarse del pueblo, aunque sí hubo por ambas partes muchas bajas y enormes destrozos, especialmente en el arrabal de San Albín y Pozo Concejo. El General, incapaz de doblegar la inabordable fortaleza se retiró por Villar del Rey.
Después…durante la Guerra de Sucesión, Alburquerque estuvo en poder portugués durante todo un año, desde 1715 a 1716. Hasta que el tratado de paz entre España y Portugal, cuyo cumplimiento garantizó Inglaterra, hubo de cumplirse restituyendo a España, entre otros, el pueblo de Alburquerque. Fue en otoño cuando los portugueses por fin evacuaron la villa, aunque siguiendo la tradición de la época lo hicieron llevándose la mayor parte de los documentos del archivo municipal. Esto provocó que se nombrase una comisión que llegaría incluso a trasladarse a Portalegre, no obstante, y después de todo el trastorno político tras nuevos gobernantes en el poder, el asunto quedó en el más espantoso de los olvidos…
Capilla del Castillo de LunaY esta, de manera reducida, casi esquemática para la gran tradición que albergan las piedras de la fortaleza, es una mínima parte de la historia de un pueblo eternamente unido a su castillo. Y a poco que uno quiera, aún puede entreverse su peso  con solo dejar rondar las vistas por el mar de encinas que seguramente también escudriñaron aquellos bregados moradores, defensores, sitiadores y, repobladores de los que, muy probablemente, a los alburquerqueños de pura cepa aún nos quede algo de esa belicosa sangre.
«Lamentablemente estos últimos años el castillo volvió a ser sitiado, pero esta vez por el hierro de unas grúas malditas que, a toro pasado, ya podemos decir que solo sirvieron para gastar innecesariamente un dinero que hubiese podido invertirse en cuestiones más prácticas. La tierra que pisaron, trillaron, pelearon y guerrearon nuestros antepasado en una lucha de siglos, ha sido feamente enterrada bajo un manto de hormigón que desluce un bonito y natural paisaje… ¡qué podemos hacer a estas alturas que no se haya hecho ya!, pues…seguramente solo renegar del sitio que ha durado seis años y llorar por ese dinero que podría haberse invertido en comprar y adecentar otro castillo, uno que agoniza, que ya lleva años dando las últimas “boqueás” ¡Pobre Azagala! cada día transcurrido su triste ruina se hace más dolorosa…y el expolio de estos largos años de abandono difícilmente ya va a poder ser repuesto.
Castillo de AlburquerqueEn fin, cruzo los dedos con el deseo de que algún gobernante sensible caiga en la cuenta: Azagala también es extremeño, también es historia, también es Alburquerque, también merece ser recuperado…
¡Se me ocurre…! a ver si funciona el invento: ¡gobernante…mira detenidamente este reloj que balanceo suavemente ante tus ojos….Azagala, arreglar Azagala…recuperar Azagala…Azagala, Azagala…!
  • María Penís

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