¿Cuál sería el destino de nuestros deseos si nos fuese concedido el beneplácito de regresar a esa etapa de nuestras vidas donde creímos que fuimos felices sin saberlo? Esa caprichosa máquina del tiempo casi seguro que nos devolvería a nuestra juventud donde todavía éramos cómplices de la inocencia y no estábamos acostumbrados al fracaso, o donde apenas nos habíamos enfrentado a los reveses del día a día; una etapa donde realidad y deseo todavía luchaban por llevarse bien. ¿Entonces, qué es el paso del tiempo o la búsqueda de la felicidad si ambas son armas que nos hieren con la infelicidad y la injusticia? Nada es perfecto ni en la vida ni en el mundo que nos rodea, de ahí que nos lancemos en muchas ocasiones en busca de esa otra palabra llamada esperanza. Esta palabra es la culpable de que todavía añoremos la posibilidad de subirnos a una ficticia máquina del tiempo para poder revivir aquello que un día nos hizo felices. Y esa magia en forma de barita mágica se hizo realidad el sábado 17 de junio de 2023 cuando el grupo de Liverpool, China Crisis —Gary Daly y Eddie Lundon, a los que acompañaban cuatro magníficos músicos que contraponían su juventud y talento a la madurez y gran oficio de los líderes de China Crisis— saltó al escenario y nos ofrecieron en hora y media un generoso y divertido regreso a los años ochenta. Ni los largos y elocuentes discursos de presentación de las canciones con los que el bueno de Gary se ganó a los asistentes, ni el borroso recuerdo de su actuación un 21 de abril del año 1986 en la Sala Zona Madrid fueron un obstáculo para convertir a la música en un perfecto condensador de fluzo con el que conjugar y confraternizar los deseos con la realidad, que esta vez sí, superaron con creces cualquier expectativa previa.
China Crisis bordaron la perfección con una ejecución inmaculada de sus grandes éxitos, casi todos ellos agrupados en torno a su gran álbum de 1985 Flaunt the imperfecttion, acompañado de generosas dosis de su segundo disco Working with Fire and Steel del 83, con los que conformaron un corpus homogéneo y radiante de toques pop y new wave que ahora podríamos denominar como cercanos al synth pop, donde la magia del saxofón o el oboe electrónico, junto a unos más que sobresalientes teclados dotaron de una gran brillantez a las canciones que fueron sonando bajo la enérgica voz de un Gary Daly muy en forma y sorprendido por la respuesta de un público entregado en cuerpo y alma al grupo, lo que sin duda comprobaron cuando se corearon a petición del propio Gary los estribillos de algunos de los temas más populares de la banda. El grupo de Liverpool desde un principio supo cuál era la materia prima de la que tenía que estar compuesto su setlist (quince temas más dos extras a modo de bis) cuando en segundo lugar comenzó a sonar African and white, su primer gran éxito en las listas inglesas. Enérgicos y vitales atacaron el tema con la pulcritud que merecía, para seguir haciendo las delicias del público a medida que iban sonando You did cut me, Bigger the punch I’m feeling, Wall of God o Black Man Ray donde los móviles llenaron de luz —con sus grabaciones— la pista desde la que los asistentes honraban la memoria y la buena música de los China Crisis. Toques jazzies cargados de un pop rico en matices, que no dejaban de asombrar por lo actuales que en ocasiones se nos presentaban. Sin duda, la música es un canal catalizador de sueños y emociones que traspasa las barreras del tiempo y los de Liverpool nos lo recordaron sin ningún pudor.
Como no podía ser de otro modo, la segunda parte del concierto congregó un buen número de temas de su disco Working with Fire and Steel, empezando por el tema homónimo que da título al álbum y que fue creciendo cuando tocaron Tragedy and Mistery o su famoso Whisful Thinking —pensamiento positivo— con el que la sala se vino abajo entre vítores mientras sonaba ese mágico oboe que hace épico el tema. Pero para que todo no estuviese previsto de antemano, y una vez que cerraron el concierto con su legendario Christian, un enérgico coro de oé, oé, oé… que duró cerca de un minuto, no les permitió a la banda abandonar el escenario sin más. Entre sonrientes y sorprendidos y tras una consulta entere Gary y Eddie tocaron dos nuevas canciones que empezaron con Gift of Freedom y acabaron con Arizona Sky, la visión más soleada y americana de su música. Una música y un grupo que está en plena gira europea demostrando que todavía siguen en forma a la hora de ejecutar sus grandes éxitos, lo que convierte a sus actuaciones en un generoso y divertido regreso a los ochenta.
Ángel Silvelo Gabriel.