Revista Cine

Chinatown: oro líquido

Publicado el 06 octubre 2014 por Juancarrasco @JuanCdlH

 

Cuarenta años se han cumplido del sonado estreno de Chinatown, la confluencia de uno de los directores del momento, el entonces popularísimo Roman Polanski (aún no se enfrentaba a su proceso por abusos sexuales) y Jack Nicholson, uno de los actores del momento (antes de que se le conociera como el Joker y trasladarse definitivamente a vivir a la cancha de los Lakers). La producción es un poderoso homenaje al film noir más puro, con caso que resolver, protagonistas de moralidad ambigua, mujer fatal, cigarrillos por doquier, asesinatos, tensión y un punto de escabrosidad que el director se permite aportar como firma de autor sin alejarse de los cánones académicos del género.

Chinatown: oro líquido
La magistral ambientación traslada la historia a Los Ángeles en los años treinta. El detective Gittes, especializado en divorcios, recibe la visita de la esposa del jefe del Servicio de Aguas de la ciudad, que sospecha que su marido la engaña. Por otro lado, Gittes descubre que existe algo que no cuadra con un pantano que se pretende construir en la ciudad y la sequía que está alterando la paz con los agricultores. Todo se complica aún más cuando la esposa del supuesto marido infiel aparece en escena, y no es la misma persona que había contratado al protagonista…

La originalidad argumental y el rigor y calidad final del metraje se convirtió pronto en un referente y ese año fueron premiados con 11 nominaciones a los Oscar, ganando el de mejor Guión Original, además de los 4 Globos de Oro, incluido el de Mejor Película.

La réplica femenina de Nicholson de chica indefensa tan sospechosa como el resto hasta el final la puso Faye Dunaway, que venía de rodar Bonnie and Clyde y en la vida real se llevaba tirando a mal con su compañero de reparto y acabó fatal con Polanski. Sin salirse de la senda del homenaje tenemos también un suculento papel secundario nada menos que para el legendario John Huston, realizador entre otras joyas de El halcón maltés, El tesoro de Sierra Madre, La Reina de África, La jungla de asfalto o El hombre que pudo reinar. Y, ¡ojo!, cuando rodaron esta cinta, Jack Nicholson y Angelica Huston, hija de John, eran pareja. Hay un diálogo en el que el veterano secundario le espeta al protagonista: “¿Se ha acostado usted con mi hija, señor Gittes?”. Dicen las malas lenguas que la susodicha se encontraba presente en el plató: sin comentarios.

Poco tiene de casualidad la semejanza del trasfondo de la historia con a la Guerra del Agua de California, rodeada de corruptelas y escándalos y que llegó tras la faraónica tarea de abastecer de este oro líquido para un enclave sito, ahí es nada, en pleno desierto. La puesta de largo de esta más que interesante película supuso el alcance de la cúspide profesional en Estados Unidos del realizador polaco, que se reservó para sí mismo un cameo en la cinta, pequeño, sí, pero glorioso, ya que es el tipo que le raja la nariz al personaje de Nicholson en la que se convirtió en la escena de la película que quedó en la retina para siempre.

Cuarenta son los años que cumple de aplausos esta obra y que impulsan a las nuevas generaciones de cinéfilos a no perdérsela. Si alguno que se precie de tal y de nacimiento anterior a los setenta no la tiene en su lista de visionado, ya puede ir haciéndoselo mirar…

Dirección: Roman Polanski. Año: 1974. Duración: 131 min. País: Estados Unidos. Género: Cine negro/ intriga/ drama. Intérpretes: Jack Nicholson, Faye Dunaway, John Huston, Perry Lopez, Burt Young, John Hillerman, Darrel Zwerling, Roman Polanski. Guión: Robert Towne. Música: Jerry Goldsmith. Fotografía: John A. Alonzo.

 


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