La formación es una inversión que tendrá retornos para su empresa: sus trabajadores estarán más preparados para afrontar nuevos escenarios y más motivados y su empresa será más eficiente, pudiendo afrontar en mejores condiciones los desafíos que plantea el entorno cambiante en el que se mueve. Pero para que esto sea realmente así, es necesario que las sesiones de formación sean eficaces y estimulantes. Estas cinco prácticas le ayudarán a conseguirlo:
- Descarte fórmulas tradicionales. Deje de lado el aprendizaje pasivo en el que el formador se limita a transmitir conocimientos organizados en programas y módulos fijos a sus alumnos. Este modelo está ya prácticamente superado. La tendencia a convertir al empleado en participante y no en mero espectador.
- Que estimule la creatividad. Ayude a sus trabajadores a desarrollar el pensamiento que les permitirá lidiar con aquello que desconocen, a buscar respuestas para las nuevas preguntas que se le plantean en su día a día. El objetivo de la sesión de formación debe ser despertar el ingenio de sus empleados.
- Que desarrolle el pensamiento crítico. Ésta es la base del aprendizaje aplicado. Cuestionar los métodos de trabajo establecidos ayudará a los empleados a proponer ideas e iniciativas para mejorarlos. Con el pensamiento crítico, sus trabajadores lograrán obtener un mayor conocimiento de la información con la que cuentan.
- Que deje que sus trabajadores “jueguen”. La gamificación es un recurso formativo estimulante porque traslada la lógica de los juegos al aprendizaje. Se trata de plantear un reto (juego a modo de rol, business case…) en el que se aprende mientras se van ejecutando acciones (jugando, no leyendo el manual de instrucciones). Los empleados van superando etapas y obtienen recompensas o estímulos negativos que refuerzan su conducta, permitiéndoles abordar desafíos más complejos, o les obligan a cambiarla. Como en los juegos, la motivación y la interacción superan con creces la que genera una sesión de formación tradicional.
- Formación orientada a las necesidades de su empresa. En tiempos de crisis, donde la mayoría de empresas tienen ajustados o congelados sus presupuestos destinados a formación, hay que orientar al máximo las sesiones formativas y centrarse en mejorar las habilidades o capacidades de los empleados que más ayuden al negocio o a aumentar su competitividad (por ejemplo, curso de habilidades o técnicas de venta para los comerciales, cursos de gestión del tiempo para mandos intermedios o superiores que tengan que trabajar con plantillas mermadas debido a reducciones de personal…).
Si su empresa tiene presentes estas prácticas a la hora de planificar sus acciones formativas, la inversión que realiza le aportará mayores beneficios en conocimiento, capacidades y habilidades que adquirirá su personal.
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