Este peculiar personaje con aspecto de motero y vestido siempre de cuero negro, entró de la mano de Andy Warhol en el mundo de la decoración de interiores, allá por los años 70, y también en el del coleccionismo de arte, pues el pago por su trabajo fueron un par de dibujos suyos. Este arquitecto neoyorquino, cuya verdadera vocación fue desde siempre el diseño, arrastra cuarenta años de profesión decorando casas y tiendas de lujo por todo el mundo. Cuando empezó a ganar dinero, se dedicó a comprar arte, y así logró una exquisita colección de piezas antiguas y obras de arte de todos los tiempos: «… soy el único arquitecto que puede recorrer todo el alfabeto, desde la A de Armani, la B de Bulgari, la C de Channel, la D de Dior y así hasta la Z».
One Way: Peter Marino es la exposición que acoge el Bass Museum de Miami del 4 de diciembre al 5 de mayo. Su inauguración se hizo coincidir con la 13ª edición de la Art Basel en Miami Beach y la 10ª edición de Design Miami, la feria internacional de diseño más importante en la que, por primera vez, se hizo entrega del premio Visionario del diseño precisamente a Peter Marino, que cuenta además con el título de Caballero de las Artes y las Letras Francesa desde 2012. Para la ocasión se han seleccionado 136 piezas entre su propia colección, proyectos personales (acabados o no) y trabajos encargados para la ocasión a artistas contemporáneos amigos.
El protagonismo de Marino es indiscutible desde el momento en que se entra en la sala plagada de fotografías suyas y se pasa junto a la estatua de cera que saluda sin descanso a los visitantes, y que posa impertérrito junto a todo el que quiera hacerse una foto con el artista, aunque no sea el de carne y hueso.
Comienza la exposición con las Sombras órficas, una selección de tiras de vídeos de la película Orfeo de Jean Cocteau hecha por Hildebrandt, y la proyección en cuatro pantallas de la ópera Orfeo y Eurídice de Gluck, que se había representado en su apartamento de Manhattan en 2013, con la colaboración para la puesta en escena de Francesco Clemente y Raf Simons.
La ambientación casi sadomasoquista de algunos espacios con vitrinas llenas de instrumentos quirúrgicos, imágenes de cuchillos, máscaras de gas y diversas representaciones de cráneos (motivo recurrente en su obra y que representa la presencia constante de la muerte), contrastan con el lujo y la elegancia de sus trabajos para las firmas de moda más importantes o las más grandes mansiones de todo el mundo. Y todo esto junto a secciones dedicadas al Pop Art, al retrato icónico y a la fotografía, así como algunos de los arcones de bronce que se cuentan entre sus últimas creaciones. Destaca, por ejemplo, el cuadro de Andreas Gursky, con la palabra Paradise, obra de Farhad Moshiri, compuesta por cuchillos clavados en la pared.
Espíritu libre, personaje transgresor y sensible, de gustos eclécticos, se mueve solo por su pasión por el arte. De ésta pasión provienen las obras que se han llevado a Miami, piezas de Miquel Barceló, Jeff Burton, Francesco Clemente, Manolo Yllera, Pierpaolo Ferrari, Andy Warhol, Lee Quiñones, Y. Z. Kami, Idris Khan, David LaChapelle, Andrei Molodkin, Yan Pei-Ming, Paola Pivi, Richard Prince, Richard Serra o Ansel Kiefer, entre muchos otros.
Peter Marino será siempre reconocido como un pionero de la interdisciplinariedad, que ha aglutinando arte, moda y diseño arquitectónico durante cuarenta años. Quizá como muestra de esta perdurabilidad que transmite la energía de Marino, Erwin Wurm ha creado la obra Peter Marino dentro de 100 años, donde un esqueleto vistiendo su cazadora preferida y una gorra, despide la muestra. La exposición podrá gustar o no, pero la selección de piezas no deja a nadie indiferente y es una muestra fiel de su contribución al mundo de la moda, de la arquitectura y del diseño.
One Way: Peter Marino
Bass Museum of Art Miami
December 4, 2014 – May 3, 2015