Los de Colet son vinos espumosos (D.O. Penedès) realizados con el método tradicional de la segunda fermentación en botella. Hace ya años que conozco a Sergi Colet y es de las personas más inquietas y con ganas de hacer bien las cosas con que me he topado. Bien y a su manera, añado. Esto implica, como no se le escapa a nadie, que sus vinos se ampararan en la D.O. donde ahora están, para que Colet pudiera hacer lo que le pareciera más oportuno, sobre todo con las variedades de uva que intervenían en sus vinos. Su Vatua! (moscatel, parellada y gewürztraminer) me ha dado no pocos momentos de alegría y fiesta. Y su Assemblage (pinot noir y chardonnay) me parece, sin más, uno de los mejores espumosos del país ahora mismo. Recientemente, además, me reconcilié con el proyecto que le hermana con los amigos del Equipo Navazos: su Colet-Navazos 2007, con un degüelle de 10 meses, está en un momento de forma extraordinario. Hace ya cierto tiempo que viene hablando de las bondades de su cosecha 2010. Sobre todo de su chardonnay. Y aunque este Blanc de Blancs (65% chardonnay; 25% macabeo; 10% xarel.lo) no lleva la añada impresa, las botellas que se están comercializando ahora son ya de esa cosecha.
Sin azúcares añadidos y con una estancia en rima de 36 meses, es su espumoso de más larga crianza en contacto con las lías. Y se nota: es un vino que tiene las bondades de la frescura de la añada, la profundidad y complejidad que dan esa crianza y cosas interesantes de las tres variedades de uva que lo integran. Abrir la botella por lo menos media hora antes de beber le sienta bien. Es como si el concierto empezara con un toque sutil de macabeo y, después, la orquesta se abriera a las primeras notas de chardonnay. El xarel.lo va más por debajo, como en sordina, aunque a partir de la hora de concierto, nunca te deja. Es más vertical que amplio en boca. Muy fresco y ágil, pero con una carga mineral notable. Piel de limón. Punta de retama del xarel.lo, con un perfil punzante, a ratos casi salino. La parte vegetal, fina y delicada, acompaña al fondo de la sala: entre el brezo y el fruto del madroño. Un cuerpo de chardonnay, cierto, pero con una alma muy mediterránea, seca y amable al mismo tiempo. Sobre los 10€ me parece, sin más, una opción muy atractiva.