Entre tanta altura exitista, no viene mal un buen soplamocos venezolano para que la selección de Pekerman pudiera enfrentarse a situaciones poco habituales antes de llegar a un mundial de manera triunfalista para terminar luego sorprendiéndose por la existencia de la derrota.
Era un momento de la eliminatoria donde los tres puntos valían gran parte de la clasificación, y el equipo de José jugó los dos partidos antes de tiempo, la ansiedad hizo que ya jugara acelerado y mal frente a la débil Bolivia y el bultoso resultado ocultó las deficiencias del juego. Esta vez, Venezuela se encontró con un buen gol en la primera jugada peligrosa a favor y a Colombia se le volaron las tejas.
La idea no era mala, ante un equipo que sabe cerrarse muy bien atrás, jugarle con un delantero para pivotear y muchos volantes llegando de frente a la jugada, pero Colombia abusó del centro, no tuvo paciencia para elaborar los ataques, y pese a haber tenido varias chances para empatar, terminado el primer tiempo la cosa se ponía demasiado complicada.
Era necesario recuperar la paciencia en el segundo tiempo, recordar que pocas llegadas de mucha calidad son mejores que muchos centros al área, y en pocos minutos ya Venezuela ganó una contra que asustó a todo el mundo y la imprecisión de Colombia no aclaró ningún panorama. Venezuela hizo lo de siempre, con relativo éxito cortó la elaboración de Colombia dejándolo siempre a contrapierna, con la ofensiva a punto de iniciarse y la defensa tratando de salir, el equipo colombiano se rompió, y Venezuela salió rápido de contra ganando líneas con toques de primera, así el arco de Ospina sufrió con algunas llegadas. Aún Colombia mereció empatar el partido, especialmente sobre el final cuando tras gran jugada de Bacca, el toro Falcao casi rompe el travesaño.
Así como he señalado que Pekerman ganó el partido en el vestuario de Chile, digo hoy que anoche no supo cómo mover las piezas para superar los obstáculos propuestos por Venezuela. No es posible que un equipo que tiene a Mc Torres, a James, y a Cuadrado, pretendiera que el último pase lo hiciera Valdés desde el área propia, no es posible que un equipo que pretende atacar de frente a la jugada terminara tirando centros a un delantero que que está retrocediendo fuera del área rodeado por setenta mil aguerridos venezolanos, no es posible que al verse necesitado de tiros de media o larga distancia no entrara Guarín, no es posible sumar delanteros ante un equipo que defiende a la italiana con las dos líneas de cuatro dentro de cinco con cincuenta en vez de sacar gente del área, no es posible que ante la necesidad de desequilibrio en los últimos metros la opción fuese Bacca, en fin, hay muchas cosas que fallaron en la lectura del partido y aún con tantas falencias Colombia mereció por lo menos el empate.
El árbitro agregó ni la mitad de lo que debió después de horas de juego perdidas por culpa de venezolanos caídos, de demoras en los cambios, y de diferentes artimañas que usó el seleccionado caterinofulopense para enfriar un partido que se ponía difícil de aguantar. Al menos queda la seguridad de que la derrota servirá para lo mismo que las victorias: Analizar, pensar, aprender, y mejorar. Lo bueno de Colombia todavía no llega.
Si tengo derecho a opinar, creo que no da para más mantener a Armero y a Ospina como titulares, la evidencia de que nos sobra un volante central (Aguilar), y que nos falta un jugador desequilibrante para abrir las defensas que se cierran. Por lo demás, todo joya.
La próxima fecha de eliminatorias está a la vuelta de la esquina, de manera que seguiré hablando de este partido todavía mucho más.
*Por cierto, a pedido del público:
Juan Guillermo Cuadrado no juega ya en el Lecce.