Tan cansados de todo que ya hasta nos aburre comer y no me refiero sólo a mal comer ya que si comemos buena comida también nos llegamos a aburrir con el tiempo. ¿Pero qué es lo que esperamos? Realmente tendríamos primero que estar agradecidos por el hecho de comer a diario, y encima varias veces al día, ya que otros o no comen o sólo lo hacen una vez al día.
Recuerdo cuando viví en India, concretamente en Kerala, que los indios de clase media-baja comían exactamente lo mismo todos los días: arroz, legumbre, un poco de pescado (cantidades mínimas) con verduras y poco más. Y así todos los días.
Nosotros, en nuestra sociedad industrial, podemos comer cualquier cosa, desde una papaya traída de India hasta un salmón de Noruega. En fin, parece, que como en todo, nunca estamos satisfechos y siempre queremos más.
Lo importante es saber valorar nuestro plato, cocinarlo con amor, con cariño y respeto y luego sentir que nos nutre, que nos aporta todo lo que necesitamos.
No busquemos peras al olmo, elijamos nuestros alimentos más cercanos, de mejor calidad posible y vayamos variando en función de las estaciones, de nuestra actividad física y de nuestro momento actual (estudiante, embarazada, lactante, deportista, niño, persona mayor, enfermedad específica…). Así será la única manera en que podremos cambiar el chip y dejar que nuestra mente no nos acribille con: ‘Otra vez más de lo mismo’. Estoy de acuerdo que la variedad es importante pero que sin llegar a ser obsesivo ni a extremos. Está claro que es importante no comer todos los días lo mismo. Si quieres, busca recetas para ampliar tu variedad, ve a restaurantes selectos (si te lo puedes permitir) o a buffets de hoteles (para sentirte que hay miles de alimentos a tu disposición ya cocinados) pero lo importante es que una vez tengas tu despensa con alimentos nutritivos, se cree una bonita relación donde el cocinero (tú) y la materia prima se fusionen.
Disfruta día a día de tus comidas con variedad pero siendo consciente que lo que te da la tierra de donde vives es lo que realmente debes valorar y apreciar ya que no siento que una comida a base de comida empaquetada, preparada o congelada, por ejemplo, sea ni un festival ni una maravilla de colores con fuegos artificiales (o tal vez si…).
¿Es la comida o es nuestra vida la que es monótona y aburrida? Pensemos en ello. Para mi, el cómo cocinamos, el cómo preparamos y cómo nos comemos nuestra comida diaria es una gran reflejo de cómo nos sentimos emocionalmente. Tengo la suerte de ver a diario muchas comidas, las comidas diarias de mis clientes y con una sola imagen ya puedo percibir el estado emocional de ese día de la persona y lo mismo ocurre si voy a un restaurante ya que suelo ‘ver’ cómo se encuentra el cocinero por el plato que me ha preparado. Y no, no soy ‘vidente culinaria’, ni mucho menos, simplemente es verlo desde otra perspectiva ya que todo el mundo puede percatarse de ello y luego saber cómo nos sienta.
Jabón de chocolate blanco con maracuyá y coco cubierto de lavaza de granadilla.¡Toma ya!
Por tanto, creo que debemos ver en otra parte lo que nos ocurre, alejar el foco de atención en la comida y centrarnos en nuestra vida interior para descubrir realmente por qué nuestra vida es tan sosa y aburrida, tan insulsa y tan monótona.
Me encanta saber que muchos chefs de alta cocina o cocina de diseño que preparan comidas moleculares como huevo roto con espuma fría de pistacho verde repelado, sifón de patata a 60ºC, aire de mandarina, liofilizado de gelatina fría de infusión de piña verde de pino, atún con hoja de ostra, cubo de calabaza en almíbar, queso de lima, helado de hongos a la parrilla, burbuja saborizada de cítricos con nitrógeno líquido, polvorones de patatas chips, caviar de guayaba, pomada de aceite de oliva y demás ‘reality show cooking‘, donde realmente disfrutan es con, por ejemplo, una tortilla y un trozo de pan o un plato de pasta sencillo y básico. Y este párrafo me lo corrobora:
‘En una ocasión, un reportero tribulete con ínfulas de periodista de investigación le preguntó al genio de l’Hospitalet: “¿A usted qué le gusta más, la cocina tradicional o la de vanguardia?”. Y Adrià, sin cortarse un pelo, le replicó: “¿Acaso piensa que es posible comer cada día en El Bulli?”. Efectivamente, el mejor chef de la Tierra disfruta con un arroz caldoso de cangrejos, con unos garbanzos con espinacas y huevo o con unas carrilleras al vino tinto. Ello no le impide inventarse platos como las cerillas de soja rellenas de wasabi, el vasito de capuchino de caza o el shabu-shabu de pulpitos. El chef tenía muy claro que su restaurante era una fiesta de los sentidos donde muchos clientes sólo disfrutarían de su inventiva una vez en la vida, por eso era importante que la gente supiera gozar en casa de la comida elaborada con productos de temporada y cocciones acertadas. Su personal, lo que él denominaba la familia, era feliz comiendo arroces caldosos, la pasta o las hamburguesas.’ Màrius Carol. La Vanguardia.
A continuación pongo este comentario de un cliente que fue a un restaurante selecto para ver si así nos damos cuenta de que como en casa no se come en ningún sitio aunque estoy de acuerdo que es importante experimentar y estar abiertos a nuevas tendencias pero bueno, todo tiene su momento, ¿verdad?:
Mollejas de ternera en salsa de trufas negras con hojas secas de manzana y espuma de canelate. Que me lo expliquen porque no veo nada...
‘…El timbal de guisantes resultó tener solo 5 guisantes flotando en una especie de crema de calabaza dentro de un timbal de galleta…Mi plato era ‘costillar de cordero caramelizado al aroma de eneldo con envolvente de crujiente de remolacha francesa’. En lugar de eso me trajeron un plato de postre con una especie de pan rojo encima que era el crujiente de remolacha…(le pregunto al camarero por las costillas y éste me dice que están debajo del crujiente de remolacha)…Levanté con cuidado el diminuto crujiente de remolacha para descubrir un -aún mas diminuto- pedazo de costilla de cabrito. O quizás se tratase de un trozo de regaliz chamuscado, a primera vista era difícil diferenciarlos aunque cuando me lo metí en la boca tampoco conseguí nuevas pistas…135 euros (mas IVA) costaba aquella adivinanza…”
‘Menos es más’, dicen y yo estoy de acuerdo, pero no a estos extremos que nos describe el comensal. Sino en la sencillez, en el saber realmente nuestros gustos y apetencias, en el poder agradecer el alimento tal cual cocinándolo de manera simple sin adulterarlo con procedimientos inútiles que hacen perder sus nutrientes. Personalmente, prefiero un simple plato de arroz integral con un buen pescado fresco local y unas verduritas o un simple y auténtico bocadillo de pan de centeno de levadura madre con una tortilla de huevos de gallina feliz que perder el tiempo haciendo recetas estrambóticas con productos del extranjero y sales de las Islas Caimán.
Si, tal vez exagero un poquito para que nos demos cuenta de lo poco que valoramos lo que tenemos a nuestro paso, en nuestro plato diario, justo al lado nuestro. Un poco miopes si que somos y nos dejamos cegar por los colores artificiales y las espumas hidrogenadas.
Salud y Buenos Alimentos.
Yo Isasi
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