Revista Diario
Claro, el final es como Casablanca. La dejás que se marche cual si fuera un guión ya leído y memorizado de antemano: ella se va, con otro. Como un buen samaritano, lo entendés a pesar de los puchos maratónicos a lo Humphrey Bogart que vendrán. Ella se va a la medianoche, como en Casablanca, profundamente hermosa, única. En vez de un avión, se va en un auto. Él no está ahí, como en Casablanca, pero es como si estuviera. Y la ves que se despide desde el auto mientras arranca, tratás de retener esa imagen todo lo que puedas en tu mente, desearías retrasar el momento que ya pasó, desearías que vuelvan a ser 5 minutos atrás para volver a abrazarla y acariciar sus cabellos, desearías que vuelvan a ser 8 minutos atrás para volver a besarla, desearías etc.No está el negro, pero querría que volviera a sonar la canción. Pero no soy Humphrey Bogart, soy un desparpajo, confuso, aturdido y estoy parado en medio de la calle, mirando la nada en el mismo lugar donde hace unas horas ella se iba…En el medio del desosiego reciente, desearías cambiar de película…