Cómo gestionar las emociones negativas

«VIVIR CON POCO» Cap. 3

¡Hola a todos! Aquí viene mi nueva entrega de «Vivir con poco». Esta vez hablando de algo tan cercano para todos como son las emociones. Os confieso que grabar este vídeo me costó bastante, porque el portátil o la conexión a internet no dejaba de darme problemas. Así que he tardado más de la cuenta en prepararlo.

Como os contaba en mi anterior artículo, las crisis son necesarias y hasta positivas. Necesitamos que haya crisis en nuestras vidas para cambiar. Sin crisis no habría cambio. Sin cambio no habría mejora. Sin mejora, no habría crecimiento. Las crisis nos sirven para crecer a muchos niveles.

Pero el problema es que cuando una crisis se presenta, afloran muchísimas emociones:

…confusión…

…desánimo…

…frustración…

…miedo…

…y un largo etcétera que no cabría aquí…

¿Cómo lidiar con estas emociones? La clave está en aprender a gestionarlas, no enfrentarnos ni escondernos de ellas. La verdad no es nada fácil, amigos. Pero cada uno aprendemos con el tiempo a tratar con esas emociones que tan poco nos gustan.

El post de hoy es cortito, porque lo que importa es el vídeo en el que os cuento cómo he aprendido a lidiar con las emociones negativas y sobre todo os comparto unos pequeños trucos que podéis utilizar en vuestro día a día para aclararos un poco mejor.

Ah y un poco de historia personal detrás de eso de las emociones. Porque las emociones son lo más personal que hay en nuestra vida, ¿verdad? Y aunque a veces nos dé vergüenza contar cómo nos sentimos por dentro, los cambios de mis últimos años me han enseñado que lo último de lo que hay que avergonzarse es de ser uno mismo, de ser una persona con emociones, con vida interior, con conflictos internos.

Las emociones, como ya os comentaba en uno de mis primeros artículos del Abecedario de la felicidad son los colores de nuestra vida. Las emociones nos hacen humanos, nos enseñan y nos ayudan a cambiar. Desde hace tiempo me he propuesto hacerme amiga de mis emociones, por negativas que sean. ¿Y vosotros? ¿Os da miedo enfrentaros a ellas o tenéis alguna estrategia preparada para gestionarlas mejor?