Revista Pareja

Cómo quitarse la coraza

Por Cristina Lago @CrisMalago

Gerald Brom Raven

Has sufrido en el amor y aún arrastras heridas de historias pasadas que te impiden confiar y disfrutar plenamente de nuevas relaciones. Pero, entre andar por el mundo a corazón abierto y entregándote sin control o dejar que todo intento de amar se estrelle contra una impenetrable coraza, hay un término medio. ¿Cómo volver a confiar?

En la bellísima novela Olvidado rey Gudú, de Ana María Matute, se narraba la historia de un rey a quien se encierra el corazón en una urna de cristal para evitarle el amor y sus consiguientes sufrimientos. Este monarca permanecía desconectado de los demás serres humanos, mientras guerreaba incansablemente contra los enemigos del reino, haciendo gala de una absoluta falta de empatía con sus semejantes. Hasta un día en que descubre, mirándose en el reflejo de un lago, que ha perdido su juventud y gran parte de su vida en una escalada hacia ninguna parte, sin sentido alguno, sin poder hallar los sabores intensos del dolor o de la alegría. La urna de cristal, no protegía de un tipo de amor que nadie había previsto: el amor propio.

Entonces, el rey rompe a llorar y ese llanto anega las aguas hasta que destruye todo el reino que había levantado y conquistado y tanto él, como todas sus hazañas, caen en el más absoluto olvido.

Cuando conocemos el terrible dolor de un desamor, el trauma consiguiente puede sumirnos en un estado temporal -o permanente- de apatía por todo y por todos, que en realidad cumple su función de protegernos contra la posibilidad de nuevas heridas. Construimos nuestra propia urna de cristal en torno al corazón lesionado hasta que el tiempo hace su trabajo, aprendemos a confiar en nosotros mismos y volvemos a exponernos, eso sí, ya con más tablas y menos pajarillos en la cabeza.

Pero ¿y si se suceden los días, meses y años y la armadura se ha convertido en parte de nosotros?

¿En qué se convierte una vida en que nada se puede sentir plenamente? En una supervivencia anestesiada, inasequible las sorpresas, a las maravillas y a las ilusiones, al igual que lo es a los sufrimientos y a los dolores. Sin darnos demasiada cuenta, no sólo estamos atrapados en la zona de confort, sino que aún encima le hemos puesto sofá, televisión y hasta retrato de familia encima de la cómoda de nogal.

Nada hay de malo en ello si es lo que se desea. Podemos replegarnos en la cómoda celda de las neurosis confiando en que la vida pase de largo y no se acuerde de venir a buscarnos para sacarnos de allí de una buena patada.

Pero si estás harto o harta de ir sacando escudo contra cualquiera que amague con intentar conectar contigo, entonces puede que haya llegado el momento de salir y arriesgarte.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre exponerte a que te vuelvan a desgarrar el corazón o abrirte a los demás de una manera más equilibrada?.

Para caminar por el mundo sin la armadura puesta, hay cinco herramientas esenciales:

1- Comprender y empatizar: cuando tomamos conciencia de que el mundo no está lleno de potenciales enemigos, sino de personas que sufren, aman, desaman, utilizan y se dejan utilizar, caen y se levantan, dejaremos de condenar y empezaremos a entender y a compadecer. No trata de que nosotros somos personas y el resto son extraterrestres. Parafraseando a Terencio, eres humano y por tanto, nada humano debiera serte ajeno. ¿Un truco? Cuando alguien actúe de una manera que te perturbe o no comprendas, intenta ponerte en el lugar del otro y mírate desde fuera. ¿Nunca has fallado, no has mentido, o has dudado? Quizás otras personas pensaron de ti lo mismo que tú piensas ahora de los demás.

2- Defiende lo que quieres: todo cambia completamente cuando lo enfrentamos desde la autenticidad. Se obtienen resultados espectaculares cuando se apuesta por la sencillez y la honestidad, abdicando de máscaras y postureos varios. Por un lado, aprendemos a poner límites; por otro, nos quitamos encima las angustias de saber que quien esté a nuestro lado lo estará por lo que somos, no por lo que queremos aparentar.

3- No hay prisa: no todas las personas que conozcan van a ser un hito importante en tu vida. Pero sí todas estas personas tienen una enseñanza para ti. ¿Por qué no pruebas a escucharles?

4- Ensayo y error: por mucho que aprendamos en una escuela, en un curso o un libro, el único método de aprendizaje 100% efectivo a día de hoy, es el empírico. Cada experiencia que vivamos, cada acción que tomemos, es como un pequeño juego de nuestra gymkana existencial. Situaciones que en un principio parecen negativas, son la llave para acceder a un nuevo conocimiento que nos conducirá a premios inesperados.

5- Expresar las emociones: incluso en un estado de anestesia emocional, todavía suelen existir cosas que nos provocan destellos de alegría, tristeza, agradecimiento o malestar. Escucha estas voces, porque son el camino a la persona que aún habita detrás de la armadura. Si algo te agrada, sonríe. Si te conmueve, llora. Si te provoca ansiedad, déjalo fluir. Todo sentimiento tiene su lugar y no está ahí por casualidad. Presta atención a lo que experimentas y prueba a comunicarlo al exterior.

(En resumen: vive el presente, sé auténtico, aprende, equivócate y ¡sonríe!)

Dejemos las armaduras para los rincones polvorientos de los castillos medievales y pongamos a prueba la urna de cristal para no arriesgarnos a llorar cuando ya sea demasiado tarde y nos vayamos del mundo como aquellas personas que no supimos volver a amar. Ni siquiera a nosotros mismos.


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