¿Necesitas controlar a tu pareja? ¿Vives sin vivir en ti pensando en que pueden robártela? No sigas amargándote (y amargando) la existencia: los celos pueden superarse.
Hoy día aún existe todavía la noción general de que los celos están asociados al amor, cuando son manifestaciones de un problema interno basado tanto en la propia inseguridad como en la dependencia hacia la pareja. Ya lo decía el mismo Cervantes, si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta.
En otras palabras: para el celoso patológico, el otro no es un ser humano libre y autónomo, sino una salvaguarda contra el dolor y el vacío de no poder quererse a sí mismo. Mientras exista la posesión, el celoso cree no poder caer en el abismo, sin darse cuenta de que ya está metido en él. De hecho, es probable que lleve mucho, mucho tiempo arrastrando uno de tantos malos patrones afectivos que nos distancian de conseguir relaciones sanas. Los celos son restos obsoletos de una primera etapa infantil en la que el niño es absolutamente dependiente de una fuente de apego (generalmente, los padres) y se muestra posesivo por cuestión de supervivencia. Si no se consigue superar del todo esta etapa, se repetirá la secuencia sustituyendo a las fuentes de apego primarias por las parejas.
El celoso es un enfermo de autoestima, que el fondo se cree insuficiente, por lo que necesita ejercer un control para que su compañero no se escape. Irónicamente, con este comportamiento ya está destruyendo la relación. La única tercera persona que en realidad se va a imponer en su pareja, serán sus celos.
¿Tienes un serio problema de posesividad asfixiante y quieres ayudarte para salir de tu infierno cotidiano? Empieza por aquí:
1) Haz un ejercicio de proyección. Imagina el peor de los escenarios que temes. Tu pareja aparece un día y te dice que se ha enamorado de otra persona y que te va a dejar. ¿Qué sentirías? ¿Horror, abandono, ira, culpa o alivio? Acto seguido, imagina una vida alternativa sin tu pareja y reflexiona: ¿qué harías?
2) Examina cuánto tiempo de tu día a día dedicas a comerte la cabeza, vigilar e-mails, redes sociales, llamadas, conexiones del whatsapp, salidas con amigos, etcétera… Y acto seguido, compáralo con la cantidad de tiempo que inviertes en ti, en buscar cosas que te hagan feliz, en realizarte, en leer, ver una buena película, practicar algún deporte o cumplir tus sueños. Si descubres que espiar a tu compañero/a se ha convertido en el hobby número 1 de tu existencia, confecciona una lista (mental o real) de todo lo que estás aplazando vivir a causa de tus celos.
3) Mira dentro de ti: si crees que tus celos son fundados y que tu pareja no es digna de confianza, recuerda que sin confianza, no hay amor que valga. Y que da igual cuánto vigiles: si la persona desea irse, se irá y nada puedes hacer. Asume que tienes un problema y que además eres quien más sufre las consecuencias. No culpes a los demás por ser libres, responsabilízate tú de no serlo.
4) No reprimas. Acepta: asume que eres una persona compleja, única y especial, con sus luces y con sus sombras. Que parte de todo ello también son esos celos que viven dentro de ti son como los gritos de un niño con miedo al que no hay que echar a patadas, sino darle un abrazo y cuidarlo. Escucha y comprende porqué está ahí y dale espacio para expresarse y ser comprendido. Aprende a ser tu propio padre y madre.
4) Cambia por ti: no lo hagas pensando en conservar la relación. Toda relación puede perderse por una multitud de variables que nunca podrás controlar. Así pues, el cambio para ti no servirá de nada si se ejerce con el fin de retener a tu pareja a como dé lugar. El cambio es tu apuesta personal por ti y está destinado a mejorar tu calidad de vida e incluso a poder aspirar a relaciones más equilibradas para el futuro.
5) Aprende la soledad: muchas veces el no saber estar a solas con nosotros mismos y nuestros propios demonios ocasiona que abusemos de forma inconsciente de la buena disposición de los demás. Si cambias el chip y empiezas por interiorizar que tú eres quien ha de procurarte la felicidad y que esa labor es única y exclusivamente responsabilidad tuya, estarás poniendo la primera piedra para aprender a amar.
Superar unos celos enfermizos es una labor que requiere tiempo y paciencia. Tanto si en la otra persona existen comportamientos sospechosos como si no, lo cierto es que existe un auténtico sufrimiento en quienes padecen este problema, que convierten el amor en un suplicio y al resto del mundo en una constante amenaza. El celoso, independientemente de lo que haga su pareja, ya está viviendo todos los días las traiciones en su cabeza.
En cualquier caso, si finalmente tus celos acaban con tu relación, recuerda que a veces perder es la mejor cura para el miedo a perder.
¿Y vosotros? ¿Creéis que los celos son síntoma de amor?
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