Los brazos de la Unión Soviética estaban bien abiertos para recibir a su nuevo miembro de la "fraternidad" comunista mundial y Castro quería sacar el máximo provecho de eso.
A decir verdad, no tenía muchas opciones, dado que EEUU, como superpotencia, no negociaba, sino simplemente exigía y daba órdenes.
El primer paso de la nueva "amistad" fue un impresionante préstamo de 100 millones de dólares, algo que enfureció a Nixon que propuso una intervención inmediata, pero Eisenhower lo detuvo, advirtiéndole que las cosas acababan de cambiarse drásticamente, es decir que las "prácticas viejas" podrían provocar conflictos con la URSS. Y eso, exactamente, había sido el objetivo de Castro, un objetivo que, al parecer, se había logrado...
Siendo ya, irrevocablemente, un miembro de la familia comunista, el gobierno cubano lanzó una propaganda ofensiva contra EEUU, sin pretextos esta vez. La historia, como sabemos, tiene esa extraña costumbre de repetirse, aún bajo circunstancias y con protagonistas diferentes.
Tal como había pasado con el acorazado Maine cerca de 60 años atrás, hubo una explosión arrasadora en el barco francés La Coubre, que llevaba munición a Cuba, esa vez. Por inciertas que fueran las causas del incidente, la administración cubana no hesitó ni un minuto en acusar EEUU e insinuar la implicación de la CIA. Por cierto, en el funeral de la tripulación fue tomada la foto más emblemática, y comercial, del Che por el fotógrafo Alberto Díaz Gutiérrez.
Por otro lado, en el campo opuesto, se organizó un batallón de 1300 exiliados que se ofrecieron a luchar contra el nuevo régimen cubano al lado de la CIA. El escenario de la guerra inminente, fría o no, estaba listo...
El plan era el siguiente. El batallón entraría en Cuba a escondidas y después pediría la ayuda de EEUU, en capacidad de grupo de sublevados, contra un régimen totalitario, algo que serviría como excusa para intervención.
Entretanto, las cosas cambiaron un poco, después de la victoria inesperada del demócrata John Fitzgerald Kennedy contra el republicano Richard Nixon. Hay que señalar que Nixon ni se molestó en informar a Kennedy del plan secreto de invasión porque no esperaba perder.
La "proclamación" de la guerra fue hecha, prácticamente, por Castro en la asamblea de la ONU en 1964, donde elogió a la URSS por 4 horas, al menos, y se encontró con el entonces líder soviético, Nikita Khrushchev. Cuba ya era, oficialmente, un enemigo de EEUU y del "mundo libre".
Kennedy quedó pasmado al enterarse del plan de invasión y al principio lo rechazó. Sin embargo, la CIA, los "halcones" de la política estadounidense, las fuerzas armadas de EEUU, y los intereses del capital norteamericano, que se entrelazan con invasiones, perdón, quería decir inversiones, en terrenos fértiles, son poderes que, a menudo, aún el presidente no puede parar. Se trata del llamado " estado profundo ", cuyo poder es difícil percibir. Por consiguiente, Kennedy sucumbió a su presión, consintiendo al plan a escondidas. Fue algo que nunca admitió en público.
La invasión pasó a la historia como la de " la Bahía de los Cochinos ". Fracasó, a pesar del optimismo desmesurado de los invasores y dio a Castro la mejor oportunidad para consolidar su poder y revelar las intenciones norteamericanas a todo el mundo.
Después de ese fracaso, EEUU no intentó otra invasión, sino solo atentados de muerte individuales contra Castro, los cuales no fueron pocos. Todo lo contrario. Castro sobrevivió, de un modo mágico, a infinitos atentados.
El altercado se culminó en 1962 durante la llamada crisis de los misiles, cuando la Unión Soviética llevó misiles nucleares, 50 veces más potentes que los que fueron tirados en Hiroshima y Nagasaki. Los generales norteamericanos se alarmaron en seguida y propusieron medidas bien drásticas, como invasión inmediata, bombardeo de las bases de los misiles, o bloqueo náutico de la isla.
No hay que olvidar que estamos solo a 5 años después del lanzamiento del primer satélite del mundo, el soviético Sputnik en 1957, y la primera misión tripulada espacial, protagonizada por el primer cosmonauta Yuri Gagarin, en 1961.
Pocos conocen el terror que inculcaron esos logros soviéticos a la sociedad estadounidense. ¡En algún punto, gran parte de la población estaba convencida de que los soviéticos empezarían a bombardearlos desde el espacio! Teniendo todo eso en cuenta, sobra describir lo que provocó la presencia de misiles nucleares soviéticos justo enfrente de Miami.
Quizás haya sido la primera vez que la humanidad llegó tan cerca de una guerra nuclear. Fue entonces, cuando el mundo sintió, por primera vez, el temor de la presión del botón erróneo que pudiera destruir el planeta entero, un terror que sigue persiguiéndonos hasta hoy y que, al parecer, nunca nos dejará de amenazar.
La culminación fatal fue, al final, evitada gracias a un acuerdo entre Kennedy y Khrushchev, que contemplaba el retiro, tanto de los misiles soviéticos de Cuba, como de los respectivos americanos de otro miembro de la OTAN, Turquía.
El mundo acababa de salvarse de eliminación total, no obstante, Castro estaba tan airado que llegó hasta llamar a Khrushchev maricón...
Aquí merece ser mencionado alguien que, prácticamente, salvó el mundo entero. Se llamaba Vasili Alexandrovich Arkhipov y era subcomandante de un submarino soviético con torpedos nucleares. Dicho submarino se acercaba a Cuba, el 27 de octubre de 1962, durante un bloqueo naval de la isla por EEUU. La flota estadounidense localizó el submarino y lanzó unos explosivos, de tamaño de una granada, que no causarían ningún daño, sino simplemente servirían como advertencia. No obstante, la explosión producida no sonó así. Asustó al comandante tanto que decidió responder con sus torpedos nucleares. El detalle en el reglamento del ejército soviético que nos salvó a todos fue el hecho que el comandante, antes de actuar, necesitaba el consenso de su subcomandante, Vasili Arkhipov, que, obviamente, se negó a consentir. Nadie puede imaginar hasta dónde llegarían las reacciones en cadena que surgirían después de un golpe así...
Después de eso, hubo una serie de acontecimientos arrasadores. Fidel y Che visitaron la Unión Soviética, donde los acogieron con entusiasmo. Qué extraño, si nos acordamos de la acogida cálida que había recibido Castro en EEUU también. ¿Cómo es posible ser tan popular en las sedes de ambos rivales globales? ¿Será que Castro era tan popular en su propio país también?
Entretanto, las cosas estaban a punto de cambiar drásticamente en EEUU. Kennedy falló en cumplir su promesa de entregar a la disidencia cubana una Cuba no comunista, o libre, según ellos. Eso no decepcionó solo a los exiliados cubanos, sino a muchos más. Había bastantes buitres que "sobrevolaban" la isla esperando una oportunidad que les devolvería todo lo que se había perdido, tan abruptamente, a causa de la revolución de los barbudos.
La mafia, empresarios, industriales, militares y así sucesivamente. El agente de la CIA que dedicó su vida a la captura del Che, Félix Rodríguez, opina que el fracaso de Kennedy era bien difícil de perdonar, así que alguien, entre tanta gente cabreada, lo iba a castigar. Textualmente, dijo que Kennedy, al fallar en "liberar" Cuba, había firmado su propia condena de muerte.
De veras, Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 durante desfilaba en las calles de Dallas en un cabriolé abierto, acompañado, como se suele, por coches y motocicletas de cuerpos de seguridad. Según la versión oficial, lo ejecutó un "lobo solitario", llamado Lee Harvey Oswald, quien, de manera extremamente conveniente, fue, a su vez, asesinado por un mafioso conocido llamado Jack Ruby, un poco antes de ser procesado.
Aquí vale la pena aclarar un par de cosas. Todos sabemos que hay "teorías conspiratorias" sobre la muerte de Kennedy. También, se nos ha inculcado, paulatina pero firmemente, que las "teorías conspiratorias" son algo malo de facto. Muchos de nosotros tenemos miedo de, aún investigar una teoría así, solo por miedo de sonar locos, ridículos, etc. En plena era de "corrección política" no hay lugar para tales teorías, ya que todos sus seguidores son automáticamente tildados de "conspiracionistas" o "conspiranoicos", algo que, automáticamente, hace a la sociedad "racional" rechazarlos. Pues, lo sé que hay teorías conspiratorias completamente locas como la de la tierra plana, pero...
...digamos que todos rechazamos cada teoría de ese tipo sin ni siquiera examinarla. Eso significa, automáticamente, que aceptamos la llamada "versión oficial". ¿Será que eso es prudente? ¿La "versión oficial" es todo lo que necesitamos para alcanzar la verdad? Será que las "teorías conspiratorias" son ridículas, porque ¿simplemente no hay conspiraciones? Es decir, todo lo que nos dicen los medios de información, ¿es incuestionable? En pocas palabras ¿LOS GOBIERNOS DICEN SIEMPRE LA VERDAD? Si la respuesta a esta última pregunta es positiva, de verdad, ¿quién suena más divertido? ¿Los aficionados de las teorías conspiratorias o los de las versiones gubernamentales?
¿Ya que, supongo, que la respuesta no será positiva, será que es hora de aceptar que la etiqueta en cuestión no es nada más que una táctica astuta de eliminar a los disidentes sin el uso de violencia o encarcelamiento? ¿Será que dicha táctica es MUCHO peor, en comparación con la antigua de reprimir y poner mordazas a todos los disidentes? Puede ser. Si un régimen te reprime o te encarcela, te convierte en un tipo de héroe, mientras que, cuando te desacredita y ridiculiza, a punto de que pierdas toda tu fama y credibilidad dentro de la sociedad, prácticamente te destruye. Según un dicho griego, "te apuñala con algodón" ...
El dictador se fue. ¿Viva la revolución o un nuevo dictador?