Revista Vino
He pasado más de un mes sin publicar una nota sobre vinos. He aprovechado para descansar, para pensar cómo seguir, para rehacer algunas cosas de la parte gráfica del cuaderno y para replantearme mi modo de hacer en él. Quedó ya dicha la cosa en el post anterior.
Pero no he dejado de beber, claro. Ni de leer, tampoco. Ni de buscar y probar cosas que conocía poco o nada, por supuesto. Me doy cuenta de que cada vez aprecio más los vinos que mejor puedo identificar con una tierra, con un tipo de uva, los vinos que de una forma más natural (no necesariamente armónica) me hablan sin tapujos del trabajo del bodeguero, del viticultor y de su relación con el viñedo. No hablo sólo de vinos naturales, ecológicos o biodinámicos, certificados o no. Cada vez me importan menos las etiquetas (dan tan poca información...) y las certificaciones (hay un montón de boguereros que hacen cosas interesantes y pasan de ellas por completo) y más conocer la historia dentro de la botella, la mano en la tierra y la cepa y su entorno.
Las mínimas notas que he tomado durante este mes largo se han concentrado. He intentado tan sólo (casi nada) captar aquello que me parecía más esencial del vino que bebía, y traducirlo en una expresión, en una frase, en una palabra escueta. El vino al desnudo, la palabra mínima que acompaña. Por supuesto, si alguien quiere detalles, estoy a su disposición, pero ahora me apetece tan sólo contaros qué vinos me han impresionado durante este tiempo y por qué detalle lo han hecho.
Claude Cazals blanc de blancs grand cru 2000: todo es uno, decía Horacio, la integración perfecta de la burbuja. François Pinon, Goute d'Or, Vouvray 1990: qué hermosa oxidación... Simon Bize et fils, Savigny-les-Baunes, premier cru "Aux Guettes" 2001: la violeta y la flor seca. Grans-Fassian Trittenheimer Apotheke Auslese 1997: la fruta en la alacena, qué gran postre. Drappier Cuvée Antoine Brut Rosé: seda y fresa de bosque. Edi Simçic, Goriska Brda. Rebulla Reserve 2005 (Primorska, Eslovenia: ribolla gialla): descarnada autenticidad, radical austeridad. André Clouet Un Jour de 1911, botella 488 de la cuvée 16: finura y frescor del raso, tócalo con los ojos cerrados, seda en la noche. Toni Gelabert, Negre de Sa Colònia 2007 (callet): la tierra en la copa. Priorat Tocs 2005: hay fruta, hay madera, démosle tiempo. Priorat Dits del Terra 2004: la fiera domada, dócil, tierna pero con su carácter intacto. David Léclapart blanc de blancs à Trepail, L'Apôtre: no tengo palabras, quiero vivir con él. Priorat Mas de Masos 1999 de Cellers Capafons-Ossó: pureza de un estilo, qué bien sabe envejecer. Valdeorras, Louro do Bolo 2008 de Rafa Palacios: lección, en una botella, de cómo la godello te lleva a Montrachet. Skerk Teran Carso-Kras (Terano) 2006: enorme para la comida, zarzamora y grosella. Larmandier-Bernier Terre de Vertus premier cru brut nature blanc de blancs: amabilidad y tensión de la mejor chardonnay. Nikolaihof (Wachau) 1999, Sussënberg grüner Veltliner: monumento a la botritis contenida, firme dulzor. Cédric Bouchard Inflorescence brut blanc de noirs: la pinot que te envuelve, delicada, casi de textura chardonnay. Larmandier-Bernier extra brut vieilles vignes de Cramant 2004: poderío y sutileza de uno de los más grandes. Está en su mejor momento. Didier Joris, Valais Chamosite 2004 (syrah): la profundidad de la noche, oscuro, sedoso, profundo impacto: mi gran descubrimiento, un camino por empezar (grazie, Antonio!). Rebholz Kastanienbusch Birkweiler 2001: una nariz palatina, una boca napolitana, voluptuoso y seco al mismo tiempo. Único. Rebholz 1990er Siebeldinger Königsgarten Muskateller BA: mi primer momento Theise del año, Sevilla en sus noches de primavera, me embriaga ese fresco azahar. Éxtasis. Amistad.
Por si alguien no se había dado cuenta: éste va a ser un año jubilar para un servidor de Ustedes. Agradezco a mis proveedores habituales la complicidad y la entente cordiale. Quien quiera aprovecharlo y regocijarse conmigo, ya sabe: que me busque.
La foto es de Vincent Dancer, "Plantation au Domaine Coffinet-Duvernay".