Revista Coaching

Conciliación y trabajo del conocimiento

Por Elgachupas

Trabajo en casaCada vez existe en España una mayor sensibilidad sobre el asunto de la conciliación, entendida como la posibilidad de que un trabajador tenga la oportunidad de compaginar sus obligaciones laborales y familiares. En este sentido, hace unos días tuvo lugar en Madrid el X Acto de entrega de los Certificados Empresa Familiarmente Responsable (EFR) de la Fundación Más Familia, a la que tuve oportunidad de asistir. Y me sorprendió muy gratamente la cantidad de empresas e instituciones, grandes y pequeñas, que obtuvieron la certificación este año, o que ya llevan años con ella. No me malinterpretéis, soy consciente de que aún queda mucho trabajo por hacer. Pero independientemente de otras consideraciones, creo que esto es una buena noticia, y demuestra esa sensibilidad.

Aún así, para muchos empresarios y jefes, conciliación sigue significando, básicamente, permitir que las mujeres lleguen antes a casa para poder encargarse de sus hijos. Para algunos más, conciliación consiste también en poder trabajar un día a la semana desde casa, siempre que las «circunstancias» lo permitan, lo que sea que eso signifique. Muy pocos entienden la conciliación como lo que realmente es: darle a los trabajadores la autonomía necesaria para que puedan decidir cómo conseguir los resultados que se esperan de ellos, de la manera más efectiva posible, sin tener que descuidar otras áreas de responsabilidad importantes para ellos, como por ejemplo la familia, su desarrollo personal o su salud.

Creo que la razón de que se interprete la conciliación de manera tan parcial, y desde luego tan insuficiente, es que un número significativo de jefes aún no han entendido el cambio de paradigma del trabajo que hemos experimentado —sí, en pasado—, en las últimas décadas. Por desgracia, muchos viven aún anclados en el paradigma del trabajo industrial, de naturaleza básicamente manual, donde la productividad se medía en términos de unidades fabricadas por unidad de tiempo, y donde el trabajo era básicamente el lugar donde trabajabas.

Hoy en día somos mayoritariamente lo que Peter Drucker denominó profesionales del conocimiento. Al contrario de lo que sucede en una fábrica, no todo lo que hace un profesional del conocimiento tiene el mismo valor, por lo que su productividad no tiene nada que ver con el número de unidades «fabricadas» ni, por tanto, con el tiempo que pasa «fabricándolas». De hecho, en el trabajo del conocimiento es posible ser más productivo trabajando menos horas, siempre que sepas a qué debes dedicarle atención en primer lugar.

Por si esto fuera poco, gracias a las nuevas tecnologías, en el trabajo del conocimiento el lugar desde el que realizas tus actividades es muchas veces irrelevante. El trabajo ya no es un lugar al que vas, sino la consecución de resultados específicos por los que te pagan. Algo que saben muy bien los llamados knowmads, o nómadas del conocimiento y la innovación, profesionales que son capaces de trabajar en colaboración con casi cualquier persona, en cualquier momento y lugar. Un perfil que, por otra parte, es cada vez más necesario en los tiempos que corren.

Conciliar, en sentido amplio, hace tiempo que ha dejado de ser una opción. Sin contar las razones éticas, que las hay, para que los empleados puedan decidir cuándo y desde dónde tiene más sentido trabajar, existe al menos una razón económica de peso para que las organizaciones empiecen a ceder parte de su poder en este área: más que el dinero, a los trabajadores del conocimiento les motiva tener autonomía, tener la posibilidad de desarrollar su maestría y sentir que lo que hacen aporta valor.

Entiendo que el paso no es sencillo. Muchos profesionales del conocimiento aún no están preparados para autogestionarse, al menos hasta el punto de poder decidir siempre, en todos los casos, qué hacer, cuándo, con quién o dónde hacerlo, de manera efectiva. Sin embargo, la autogestión es una competencia que puede aprenderse. Metodologías como GTD® llevan años demostrando lo que una gestión correcta del flujo de trabajo puede hacer por la productividad personal de los profesionales del conocimiento. Sólo falta reconocer que hace falta un cambio en nuestra forma de trabajar, y empezar a cambiar.

Se han dado pasos importantes en conciliación en los últimos años. Sin duda, estamos mucho mejor que hace una década, gracias en parte al trabajo realizado por instituciones como la Fundación Más Familia. Al menos hoy existen más organizaciones que implementan programas de conciliación, lo cual es de agradecer. Pero hay mucho más que puede hacerse, especialmente en materia de formación. Urge que los profesionales adquieran las competencias necesarias para auto gestionarse mejor. Sólo así se podrá llegar a la Conciliación con mayúsculas, una conciliación que de verdad aporte valor significativo a las organizaciones, las personas y a la sociedad en general.


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