Cuando tenía 2 años le regalaron su primer coche de juguete: una reproducción en miniatura de
un Ford Fiesta.
A los 3 descubrió que le encantaba subirse a “conducir” los coches que hay en la puerta de los bares y que se activan al echarles una monedita.
El sueño de poder montar en un cochecito Feber se cumplió a los 5.
Con 6, “Cars” de Walt Disney se convirtió en su peli favorita. El scalextric fue el regalo de su tío Pablo
cuando cumplió los 8.
A los 9 era el rey del volante en los videojuegos de Fórmula 1.
Con 11 aprendió en las clases de educación vial en el colegio que el espacio público es para los coches y no para las personas.
El coche teledirigido fue el premio que le dieron sus padres por aprobar todo el curso cuando cumplió
los 12 años.
A los 18 se sacó el carné de conducir.
A los 27 le regaló a su hijo una reproducción en miniatura de un todoterreno.
Consume Hasta Morir.