Víctor Alvarado (publicado en www.paginasdigital.es)
El cine de serie b ha dado algunos buenos títulos al género de la ciencia ficción. La película que hoy analizamos recuerda a ese tipo de cine, aunque con muchos más medios. Seguro que ustedes coinciden conmigo al pensar que deben de estar locos en Hollywood, si piensan que este relato cinematográfico con ese título pueda funcionar o pueda ofrecer unos mínimos de calidad. Salvo que estemos pensando en el mundo friki (término coloquial con el que se denomina a los “raritos” de toda la vida) que cada día va en aumento.
Nosotros pensamos que la primera parte de la película ha sido muy bien llevada por parte del cineasta, John Fravreau, conocido por ser el autor de Iron Man (2008). Ese inicio del que hablamos recuerda en muchos aspectos al western clásico con unas cuantas pinceladas fordianas. El tema de la trascendencia de matiz cristiano queda patente en varias ocasiones en un género como el de los extraterrestres, donde esta idea se suele ignorar o se muestra en forma de panteísmo científico. La segunda parte se transforma, quedándose en el típica batalla entre buenos y malos en la que todos los seres humanos liman sus diferencias para eliminar a un enemigo común, donde prima la acción por encima de todo, lo que la convierte en un cinta convencional.
La película comienza con un duro pistolero, que se encuentra con un misterioso brazalete en un estado grave de confusión y sin recordar absolutamente nada, que se acerca a un poblado y al que todos los vecinos miran con recelo.
Cowboys and Aliens (2011) es, en cierta medida, una adaptación de una novela gráfica de Fred Van Lente y Andrew Foley, aunque fueron ncesarios 14 años y 12 guionistas para que esta producción de Steven Spielberg pudiera llevarse a cabo.
El director ha contado con dos superestrellas como Daniel Craig [el actor que ha participado en la mejor película que se ha rodado sobre James Bond (Casino Royal)] y un Harrison Ford que se enfrenta a alguna que otra escena interesante con su rastreador indio que sirve para reflexionar sobre la paternidad y la adopción, que culmina, después de unos encuentros y desencuentros, con este diálogo:
-Siempre soñe con esta batalla a tu lado.
-Siempre soñé con un hijo como tú.
Finalmente, se apunta el valor del sacrificio por los demás que queda meridianamente claro en la entrega desinteresada de uno de los personajes interpretado por Olivia Wilde.