Verde esperanza,
sueño con verde ilusión
en tierras de verde labranza.
La noche,
de verde oscuro
la Luna
y su verde calma
verde me han puesto la vida
y un claro verde en el alma.(Autor: Pablo Barattini)
Comienza una nueva semana en Mi cocina, con energía, con positividad, con alegría…con una receta fácil, nutritiva, con un intenso color verde que solo mirarlo nos recuerda a la naturaleza y nos inspira la vida sana.
Existen estudios específicos que confirman que el color de los alimentos responde a sus propiedades y en consecuencia, a los beneficios que aportan a la salud. Los entendidos en la materia suelen indicar que para que la alimentación se realmente balanceada, nutritiva y saludable debe incluir una variedad de alimentos de distintos colores.
En realidad se refiere, ni más ni menos, a esos fitoquímicos de las frutas y verduras que están tan de moda por ser antioxidantes y que tienen esos nombres tan complejos y la necesidad repetida constantemente por los nutricionistas de consumir cinco raciones de diarias, cada grupo de color en los alimentos tiene una combinación específica de nutrientes, siendo los colores básicos son blanco, naranja, amarillo, rojo, violeta y verde.
Verde en toda su gama, ése “Verde que te quiero verde” que impera en Mi cocina.
¿Por qué el verde justamente? quizás porque me recuerda a la naturaleza, al campo, a los valles, a los bosques y a las montañas…también al mar que de vez en cuando se viste de verde marengo.
Un color lleno de vitalidad, cargado de energía al mismo tiempo que serenidad, que me recuerda la frescura de las plantas.
Detalles de verdor en los que intuyo esos toques de alegría que también son fundamentales a la hora de cocinar; cada receta no sólo necesita buenos ingredientes, una buena materia prima, tiempo, pasión y cariño….sino que también es importante, una buena dosis de alegría.
Ése es el color de Mi cocina, toda la gama de verde tan abundante en la naturaleza...desde el verde pálido de la hierba fresca de primavera y las hojas nuevas, hasta el verde intenso de los bosques centenarios o de las frescas hojas de las verduras de los valles malagueños.
En ésta ocasión, propongo una deliciosa y nutritiva crema de espinacas, que con las primeras lluvias crecen con todo su esplendor y energía…
¿Cómo la hice?
Ingredientes:
Medio kilo de espinacas frescas, una cebolla blanca, un diente de ajo, medio litro de caldo (usé caldo delPUCHERO), cinco cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra, una rebanada de pan, jamón serrano cortados en tacos (se pueden encontrar en cualquier supermercado), sal y unos cuatro o cinco granos de pimienta negra recién molida. Los pasos a seguir:
Picar la cebolla y el ajo en trozos pequeños.
En una cacerola echar el aceite y pochar a fuego lento la cebolla y el ajo durante unos minutos, con cuidado de que no se quemen, amargarían.
Añadir el caldo y llevar a ebullición incorporando las espinacas dejándo cocer durante unos cinco minutos.
Una vez cocidas las espinacas pasarlas por la batidora hasta que quede una textura lo más fina posible. Rectificar de sal (con cuidado teniendo en cuenta que el caldo de puchero ya incorpora la sal) y añadir la pimienta negra.
Mantener la crema caliente mientras, cortar el pan en trozos pequeños. En una cacerolita o sartén echar aceite de oliva y freir los trozos de pan, sacar y dejarlos sobre papel de cocina que escurran bien.
En el mismo aceite freir unas cuantas hojas de espinacas que queden crujientes, escurrir bien dejándolas igualmente sobre papel de cocina.
Emplatar la crema de espinacas decorando con los taquitos de jamón serrano, el pan frito y las hojas fritas de espinacas…
¡¡ Buen provecho !!