Sobrada de minutos, chorradas morales y buenos actores
Nota: 4,5
Lo Mejor: Un montaje técnico que salva el film.Lo Peor: Un guión pretencioso que repite situaciones en bucle.
Resulta una lástima mayúscula que una cinta que tiene la oportunidad de reunir al héroe de moda en el género de las pelotas de acero, Jason Statham, al reconocidísimo Clive Owen y a un mito como Robert DeNiro, se conforme como una mera película de acción vacua que intenta transmitir mensajes moralistas pretendiendo ir más allá de una película de mercenarios y espionaje. La suma de los productos no se acerca ni por el forro a una reflexión profunda de las preocupaciones humanas de un asesino a sueldo o a un documento cuyo grado de entretenimiento mantenga al menos un nivel aceptable de calidad, un film ameno con fluctuaciones tirando a la baja cuyo buen hacer en la fotografía la vuelve como un extinto gobierno de Berlusconi, visualmente majetón pero intelectualmente más plano que el 2D de la SuperNes. Mirándolo por el lado positivo, asistimos al inicio de un director que, aunque está claro que no ha dado la talla en su debut, apunta maneras en la sorprendente buena resolución en cuanto al montaje. Nominado al Oscar en 2004 por su corto Live Action, habría que conceder otra oportunidad a Gary McKendry, claro que siempre y cuando llamemos a McGyver para que se deshaga del guionista, Matt Sherring.
Asesinos de Élite esta basada en una historia real inspirada en el libro del famoso espía británico Ranulph Fiennes (The Feather Men). La trama se ambienta en los años 80 y se centra en Danny, un miembro de las fuerzas especiales de la tierra del té y Los Beatles, que decide abandonar su profesión debido a que en una de las misiones se topa con un crío y ello le remuerde la conciencia -sí, esa bobada es el leitmotiv para volverse un moñas-. Al cabo de unos años, uno de sus compañeros de aventuras y amigo (DeNiro) es llamado por un jeque para ejecutar a tres tipos del SAS (Servicio Aéreo Especial), a cambio de un suculento botín. Sin embargo, es secuestrado por los árabes y es entonces cuando el protagonista se ve obligado a intervenir y aceptar el encargo con el fin de liberar a su colega. A partir de ahí, tendrá lugar una guerra secreta entre protectores de los ex-militantes del SAS, liderados por Clive Owen, y sus verdugos, lo que provocará que Danny resucite viejos traumas.
Podríamos haber asistido a otro interesante Bourne con un repartazo de infarto si no hubiera sido porque el libreto parece estar escrito por el sobrino de 5 años de alguno de los productores. Los personajes son simplones y sus motivaciones funcionan, lógicamente, de acuerdo con el grado de profundidad que demuestran, equivalente al Twitter de David Bisbal. Según esto, el margen de los actores para demostrar talento en sus interpretaciones se queda en un ensayo malo e insulso de un teatrillo de tercera. Statham hace lo que sabe y ya hemos visto un trillón de veces, plantarse la máscara de tipo duro y repartir leña a los malos, DeNiro, que está compitiendo con Nicolas Cage para ver quién se retira con una trayectoria final más truñaca, se coloca la de circunstancia y a Owen, que tiene sus momentos en los que acojona, le han comprado en el chino de la esquina un bigote y le han echado loctite en la cara. Deseable hubiera sido, quizás, una relevancia mayor al rol del de Prison Break, Dominic Purcell, que expele cierto brillo interpretativo en ese desfile de encasillamientos. No contentos con idear unos protagonistas laminosos, al principal, por si acaso, le añaden una ñoñería que endulza sin sentido y de manera forzada un relato que podría haber prescindido de gilipolleces romanticonas y conflictos morales sin mucha chicha.
Al menos, la cinta posa su salvación en un montaje técnico que la postulan como un pasatiempo con momentos entretenidos. Lo malo es que esos ratos son como un bucle de situaciones que se alargan demasiado en el metraje -1h y 45' para ser exactos-, convirtiendo la historia en una sucesión de asesinatos y persecuciones impregnada de esos tintes que ya he mencionado sobre el amor, debates internos y la lucha espiritual entre el bien y el mal. Eso sí, una acción contenida que no se excede en presentarnos volteretas imposibles y explosiones impactantantes, cosa que se agradece.
Lo dicho, Asesinos de Élite es el debut de un director con posibilidades al que le ha tocado un guionista que no ha sabido colocarse a la altura del realizador, gestando un film de acción pretencioso que encuentra su reclamo en un tándem de actores excepcional y excepcionalmente desaprovechados. Con tal chapuza, de nada sirve ya contar con una técnica elogiable. Los 25 millones recaudados en taquilla -se invirtieron 70 para hacer la película- son muestra de tal fracaso y esperemos que sirvan de lección a un tipo que debería elegir mejor a sus compañeros de equipo. Pueden salvarte el culo o, por el contrario, darte por él.