Wes Anderson recupera la forma gracias a la banda de rateros capitaneada por George Clooney.
Nota: 7,5
Lo mejor: un ritmo tremendamente divertido y el granjero jefe.
Lo peor: una parte final algo blandita.
Muchas eran las dudas ante el primer largo de animación de un director tan peculiar (por no decir excéntrico) como Wes Anderson. Tras sorprendernos con la divertida Academia Rushmore y consolidarse con la que a día de hoy sigue siendo su mejor trabajo, Los Tenenbaums, el realizador tejano se cascó dos películas (Life Acuatic y Viaje a Darjeeling) que aunque tenían sus momentos divertidos evidenciaban un desgaste del "toque Anderson" más que alarmante cayendo en lo pretencioso y pedante. Afortunadamente el cambio de formato -que no de género- no podría haberle sentado mejor al director que demuestra con este Fantástico Sr. Fox que aún puede volver por el buen camino.
Entre la aplastante supremacía de las cintas digitales de Pixar y el meritorio regreso de Disney a las 2D con Tiana y el sapo, aquí la apuesta va por el clásico "cuadro por cuadro" (stop-motion). Una técnica que hemos podido ver en dos grandes cintas como Pesadilla antes de Navidad o Coraline, ambas dirigidas por el maestro Henry Selick, que ha vuelto a colaborar con Anderson tras Life Acuatic para que Fantástico Sr. Fox luzca lo mejor posible. Misión cumplida.
Es un placer observar como diminutas marionetas cargadas de detalles interactúan con entornos coloridos y llenos de vida sin que la acción parezca forzada en ningún momento. Además, por muy humanizados que estén los personajes, sus cualidades animales como el pelo y los movimientos están representados a la perfección destacando los del protagonista. Por su parte el aspecto de los humanos recuerda a las creaciones de Aardman Animations, los responsables de Wallace y Gromit.
Pero todo ese esfuerzo en la animación no resplandecería ni la mitad de no ser por uno de los trabajos de doblaje más minuciosos de los últimos años y que obliga a ver la película en su versión original a todos aquellos que quieran disfrutarla plenamente. Tanto George Clooney (Mr. Fox) como Meryl Streep (Mrs. Fox) , Bill Murray (Badger) o el genial Jason Schwartzman (Ash) grabaron sus diálogos en entornos con acústicas parecidas al decorado por el que se desenvuelven sus personajes y que ha evitado molestos retoques informáticos que le hubieran restado naturalidad al asunto.
Otro de los puntos fuertes de Fantástico Sr. Fox es el respeto -más en esencia que en contenido- de Wes Anderson por la historia original de Roald Dahl. Una fábula sobre los amigos de lo ajeno que tiene al mejor ladrón de pollos de la región como protagonista. La película comienza con Mr. Fox a punto de ser padre y cambiando el pasamontañas por un menos arriesgado bolígrafo de periodista. Pero años más tarde y con el vástago ya en plena adolescencia la emoción del robo vuelve a llamar a su puerta cuando descubre que frente a su recién comprado nuevo hogar están las 3 granjas más importantes del estado.
A partir de ese momento -que es pronto- la trama se convierte en una sucesión de robos mejor o peor planificados con la consiguiente venganza de los granjeros capitaneados por Mr. Bean (Michael Gambon), un sádico labrador con aspecto de espía y una puntería endiablada que se revela como el personaje más divertido de toda la película. Es una lástima que la trama decaiga en su parte final cuando la revancha de los humanos llega a sus máximas consecuencias y la historia se zanja de la forma más complaciente posible.
Y es que por mucho cine independiente que sea y por muy presente que esté la ironía y el humor negro típico de la filmografía de Anderson, no dejamos de estar ante un film de animación con vocación familiar. Y aunque a medio metraje aparezca una violenta rata (genial Willem Dafoe) o el granjero jefe sea adicto a la absenta, los toques adultos nunca son lo suficientemente fuertes como para condicionar un resultado final al que no le habría sentado mal un poco de oscuridad. Pero entonces los 40 millones invertidos y recuperados por los pelos se habrían convertido en una ruina asegurada.